Los habitantes de las islas del Caribe estamos muy acostumbrados a los boletines de las agencias pertinentes que advierten sobre los cambios bruscos en el clima. Todo natural de las islas sabe lo que significa un aviso de inundación repentina, o una advertencia de tormenta tropical, y así por el estilo.
Los términos se manejan muy bien y dependiendo de su significado, así los preparativos que la población tiene que realizar.
Una noche de éstas, reflexionando sobre estos términos y cómo conocerlos nos ayudan a establecer protocolos de seguridad para el manejo de las emergencias, pensé de momento que en cuestiones de vida espiritual debe de suceder exactamente lo mismo, debe existir un sistema de «advertencias» que preparen a la ciudadanía sobre los juicios que vienen, solo que lamentablemente nadie puede advertir el significado de los “avisos”
¡cómo es posible que la humanidad no pueda entender los “avisos” de Dios de juicio inminente que se ciernen sobre las regiones!
Quizá sea porque este tipo de “advertencias” ha caído en el renglón de los temas de fanatismo religioso, y tan solo con pensar en la idea hace que la gente de media vuelta y se retire incomoda por haberse tratado el tema.
Pero si por un momento lo pensamos detenidamente nos daremos cuenta que el asunto debe despertarnos a verificar adecuadamente lo que sucede a nuestro alrededor. Las cosas nunca suceden por casualidad, existe demasiada matemática en el desarrollo de los eventos como para ver en ellos una simple “casualidad”.
Todos conocemos la historia de Jonás,[1] por ejemplo, que se negó en primera instancia a llevar una “advertencia” a los habitantes de Nínive, una ciudad no piadosa ni interesada en las cosas espirituales; de hecho, razón por la cual la ciudad había caído en perversidad y por eso se cernía juicio de Dios sobre ella. Y aunque no eran una ciudad piadosa, creyeron, y su acción de arrepentimiento evitó el mal anunciado.
Tenemos también el caso del apóstol Pedro que la noche que Jesús fue entregado recibió la “advertencia” de que Satanás lo había señalado para “zarandearlo” como a trigo.[2] Contrario al caso de los habitantes de Nínive que atendieron la “advertencia”, Pedro no la atendió, y al final de esa noche, relata la historia, Pedro “lloró amargamente”.
Y podríamos seguir citando. Estos casos nos descubren que Dios no se goza con ver sufrir, ni ver padecer a nadie, que anticipadamente descubre lo inminente de los juicios que se avecina. ¿Por qué no los detiene? Preguntará alguien. Lo hace, es la respuesta, lo hace advirtiendo. No que lo pueda evitar, pues Dios no es un sirviente de los hombres, lo advierte para que la gente entienda que los únicos que pueden cambiar el curso de los eventos es el hombre mismo.
El hombre dispuso resolver su vida en ausencia de Dios; en el huerto del Edén, Adam y Eva decidieron en ausencia de Dios, y de allí ellos relegaron a Dios con quien antes habían tenido una estrecha relación, a una posición de advertidor de las cosas que les sucedería, por causa de las decisiones que cada quien toma, por supuesto. Dios les advirtió a Adam y Eva que de allí en adelante la tierra seria maldita, y que ella se encargaría de hacerles ver lo duro que es vivir sin Dios: maldita será la tierra por amor de ti; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.[3]
Dios no se goza con ver sufrir, ni ver padecer a nadie, pero antes de que sucedan las desgracias se encarga de advertir a los hombres para que se preparen, y puedan cambiar las cosas cuando así hay posibilidad todavía, pero los hombres no entienden. Encontré en las Sagradas Escrituras un texto que muestra el dolor en Dios por la ignorancia que existe en las gentes,
Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo porque no tuvo ciencia; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. Isaías 5:13
El profeta Oseas también escribió en los mismos términos,
Mi pueblo fue talado, porque le faltó sabiduría, Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré del sacerdocio: y pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos. Oseas 4:6
La tierra es quien se encarga de ejecutar los juicios de Dios por causa de las decisiones de los hombres, por correr desbocados hacia la maldad y por practicar las practicas satánicas buscando fama, riquezas y poder. Un terremoto, un ciclón, una sequía, una hambruna, una plaga, una tierra estéril, fechas repetidas en diferentes años para suceder desgracias nacionales, etc., son “advertencias” de una acción que debe ser corregida de parte de los habitantes de las regiones donde suceden los eventos. Moisés estableció que la tierra tiene la capacidad de ser testigo ante los hombres de la buena intención de Dios por bendecir y guiar a los hombres, y de la maldad de ellos cuando no quieren escuchar a Dios.
Yo pongo hoy por testigos al cielo y a la tierra, que presto pereceréis totalmente de la tierra hacia la cual pasáis el Jordán para poseerla: no estaréis en ella largos días sin que seáis destruidos. Deuteronomio 4:26
Dios no se goza con el dolor humano, pero advierte, solo que los hombres no entienden las advertencias de Dios. El apóstol Pedro escribe con respecto al amor de Dios, y estableció que Dios no quiere que nadie perezca,
El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2da. Pedro 3:9
Estamos bajo una advertencia de juicio inminente, ¿Cómo lo sabes? Porque Dios advirtió por un temblor de gran magnitud que hubo, ¿lo entendemos? ¿Cuál es el protocolo de seguridad que procede? Arrepentimiento, y buscar de Dios.
En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salud te he socorrido: he aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salud. 2da. Corintios 6:2
Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera Antigua, 1909 (RVA)
Pastor Pedro Montoya
Tel Cel. (407) 764-2699
Twitter: @pastormontoya
[1] Jonas 1:1-3
[2] Lucas 22:31
[3] Genesis 3:17b