Jesús, Señor y Cristo

A este Jesús que Vosotros Crucificasteis, Dios ha Hecho Señor y Cristo


¿Quieres ser Sano?…

Entendiendo la sanidad del paralitico de Bethesda


Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos. Mateo 16:19

En estos últimos días he sido confrontado por el relato de la sanidad del paralitico de Bethesda, relato que el escritor del evangelio presenta como la tercera de las siete señales que Jesús obró durante su ministerio sobre la tierra.

No que fueran las únicas señales que Jesús hizo, pero las más importantes, las que marcan una enseñanza espiritual para establecer por ellas protocolos de operación para el establecimiento de la obra de Dios en las regiones.

Este es la tercera entrada que escribo desde la fecha que el Señor me llevó a leer sobre ella.

Es una enseñanza que el Señor me ha estado dando en relación al “obrar” de Dios, cómo establecerla y qué propósitos de establecimiento procurar con ella. Es por supuesto un tema de estrategia de guerra espiritual con la que se procura deshacer la obra del diablo en los lugares a los cuales Él nos envía.

Sin embargo, he tenido una inquietud personal sobre cuál fue la razón que movió a Jesús a salirse del camino –Él se dirigía al Templo– y buscar en el sitio a este paralitico para sanarlo. Aunque el relato da testimonio que un ángel descendía a cierto tiempo al estanque, y revolvía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviese; (vers. 4) en realidad a nadie le interesaba estar allí, no había ningún atractivo, era un sitio nauseabundo, por la presencia de las ovejas que llegaban al lugar, y por la cantidad de sucios enfermos que habitaban el lugar.

Por otra parte, ¿Por qué escogió al paralitico, si el texto dice claramente que yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos, secos, que estaban esperando el movimiento del agua? (vers. 3) ¿Por qué de entre tantos Jesús escogió al paralitico?

Hay una aparente respuesta a nuestra pregunta: Como Jesús vio a éste echado, y entendió que ya había mucho tiempo; (vers. 6) sin embargo, no es el tiempo de espera un condición de elección sino las actitudes de las personas. Dios no depende del tiempo para escoger, el mucho tiempo que el paralitico llevaba enfermo no pudo ser la verdadera causa, pues en múltiples otros casos de sanidades, Jesús sanó, libertó, resucitó, a aquellos que no habían sufrido tanto tiempo por causa de una enfermedad. El tiempo sencillamente fue el factor que haría que su caso testificara por sí mismo.

La verdadera razón la encontramos en la respuesta que el paralitico presenta, explicando la causa de por qué aún sigue en el lugar,

Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua fuere revuelta; porque entre tanto que yo vengo, otro antes de mí ha descendido. (vers. 7)

Jesús encontró verdad en el paralitico. La pregunta de Jesús sólo admitía una respuesta: –¿ya llegó El ángel? Sin embargo, El paralítico le plantea a Jesús cuál era su verdadera necesidad: –no tengo hombre que me meta en el estánque cuando el agua fuere revuelta;

los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad… Juan 4:23

El paralitico fue veraz al referir el estado de su condición. Su condición se debía a dos factores, a su incapacidad física de valerse por sí mismo, y al conocimiento que le habían inculcado desde el momento que llegó a Bethesda buscando respuesta para su mal.

Las enfermedades no llegan por sí solas, las convocamos. La enfermedad no es resultado del deterioro humano, por causa de la vejez, o por causa del ambiente; la enfermedad es el resultado de establecer para sí mismo conductas depravadas en oposición directa a la Voluntad de Dios,

Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, Así la maldición sin causa nunca vendrá. Proverbios 26:2

La enfermedad aparece primero en el espíritu, luego, con el tiempo, aparecen en la carne. En una de sus enseñanzas, Jesús estableció que es el hombre mismo quien contamina su propio cuerpo, y lo enferma,

Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias. Mateo 15:18, 19

El hombre contamina su carne por la maldad que hay en su corazón.

El principio aplica también en el sentido positivo. Cuando el hombre enmienda su camino (muchas situaciones de dolor y de sufrimiento viene para provocar que el hombre enmiende su camino), el corazón es transformado y en lugar de salir perversidad y contaminar su carne, sale veracidad de espíritu que promueve que Dios se mueva hacia él.

Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salvará a los contritos de espíritu. Salmo 34:18


Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado: Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios.  Salmo 51:17

El hombre trae sanidad a su cuerpo cuando enmienda la perversidad de su corazón, se arrepiente, y es veraz en su vida diaria.

Engruesa el corazón de aqueste pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos; porque no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Isaías 6:10

Esto fue lo que hizo que Jesús escogiera al paralitico de entre tanto enfermos que yacían en el lugar. Encontró verdad en las palabras del paralitico, de su corazón no salió perversidad.

¿Por qué no tienen autoridad nuestras palabras? Porque nuestras palabras hablan bien pero no hay verdad, son declaraciones de falsedad, de vanidad, de justificación, tan solo para quedar bien ante los demás.

¿Por qué la gente duda de nuestros sentimientos, de nuestras motivaciones? Porque nuestras actitudes no son veraces, carecen de verdad; se habla una cosa pero se tienen planes ocultos.

Son muchos los que profesan fe en Jesús pero viven en perversidad de corazón. Esto es lo que contamina, y luego viene la enfermedad, y la muerte.

El paralitico habló verdad: No tengo a nadie, pero no había ira, ni coraje, ni rebeldía, ni odio contra Dios por estar en aquella condición. El tiempo de sufrimiento lo había molido, y había sacrificado todo lo perverso de su corazón, y ahora podía hablar verdad.

Podríamos decir que ambas preguntas ya fueron contestadas; sin embargo, nos falta aún responder a la pregunta, ¿cuál fue la verdadera razón de Jesús de desviarse en el camino y pasar por Bethesda antes de llegar al Templo?

¿Acaso Jesús no cambio su ruta por causa del paralitico? En realidad no, la sanidad del paralitico fue la forma cómo Jesús deshizo un culto satánico, que era el verdadero propósito de pasar por Bethesda.

La sanidad del paralítico de Bethesda va más allá de una simple historia de sanidad, es el planteamiento de una situación de maldad (un culto satánico al razonamiento humano, para ser más específicos) que se ha establecido al mismo nivel que el Templo, y nadie ha notado el foco de contaminación en que se ha convertido el lugar.

El lector observará que siendo un día de fiesta de los judíos, las gentes estaban obligadas a subir al Templo. Sin embargo, Bethesda había capturado una multitud de enfermos, ciegos cojos, secos, que estaban esperando el movimiento de las aguas, y que obviamente, no estaban obedeciendo el mandato del Señor de presentarse delante de Él.

14Tres veces en el año me celebraréis fiesta. …  17Tres veces en el año parecerá todo varón tuyo delante del Señor Jehová. Éxodo 23:14-17


 23Tres veces en el año será visto todo varón tuyo delante del Señoreador Jehová, Dios de Israel. 24Porque yo arrojaré las gentes de tu presencia, y ensancharé tu término: y ninguno codiciará tu tierra, cuando tú subieres para ser visto delante de Jehová tu Dios tres veces en el año. Éxodo 34:23, 24

Jesús se desvió hacia Bethesda para establecer obra que rompiera el yugo impuesto por el razonamiento acumulado por las vivencias en comunidad, y para por la sanidad del paralitico desbaratar el culto al conocimiento natural por la que las gentes explican y determinan su forma de vida.

Si el paralitico había pasado casi la mayor parte de sus treinta y ocho años de enfermedad en el lugar, (vers. 5) y él mismo admite que no hay posibilidades de sanidad, (vers. 7) ¿Por qué todavía seguía en el lugar? ¿Qué lo ataba al lugar?

No era fe lo que lo mantenía en el lugar; era el razonamiento que el lugar y su condición le habían impuesto como condición de vida. A la pregunta de, ¿Por qué sigues aquí? El paralitico hubiera contestado, ¿y a dónde puedo ir? ¿Hay otro lugar mejor que este? Es lo único que puedo hacer, es lo único que conozco.

Su estado físico y el lugar habían acondicionado su capacidad de discernir. El paralitico estaba atado por un razonamiento; y como él, muchos.

El lugar, el estanque de Bethesda, se había convertido en un altar al razonamiento humano; y se rendía culto al conocimiento aprendido, al conocimiento derivado de las experiencias diarias, al saber cultural impuesto. Por eso era necesario que Jesús pasara por Bethesda, para romper ese monumento de perversión acumulado; la sanidad de un paralitico de treinta ocho años de enfermedad tiraba por tierra todo ese razonamiento.

Hay ataduras humanas más fuertes que las satánicas, son las ataduras de conocimiento. Son ataduras que atan a las personas a lugares y a circunstancias, e imponen miedo para que la persona no quiera ni siquiera considerar la posibilidad de otra alternativa.

–En esto crecí, en esto voy a morir; –así me enseñaron mis padres, así voy a vivir; son expresiones que las encontramos muy a menudo en nuestras sociedades. Gente que tiene miedo, que no cree que haya otra forma de hacer las cosas, que se aferran a los mismos métodos, por años.

Son altares al razonamiento popular, cultural, social, y aun religioso; en ellos hay movimiento de tinieblas.

 

¿Quieres ser sano?

 

 

Pastor Montoya

Twitter: @pastormontoya

Tel. (407) 764-2699



acerca del ministerio

El Ministerio Apostólico y Profético Cristo Rey es un ministerio de instrucción y capacitación doctrinal, según las enseñanzas de Jesús establecidas en el Evangelio del Reino de los Cielos.

Proclamamos que Jesús el Cristo es Dios encarnado, para que, por la Fe en su Nombre, y en arrepentimiento ante Él, el hombre y la mujer alcancen perdón de pecados, y sean reconciliados con el Padre.

Nuestra labor es instruir y capacitar a hombres y mujeres que buscan desarrollarse en la vida de Fe, y preparar en la labor ministerial a aquellos que tienen un llamado al ministerio en la proclamación del Evangelio.
Nuestro énfasis ministerial es en liberación y en guerra espiritual.

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