Y REPOSÓ Israel en Sittim, y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab: 2 Las cuales llamaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses: y el pueblo comió, e inclinóse a sus dioses. Números 25:1,2
Las fortalezas espirituales tienden a fortalecerse con los años, con prácticas cíclicas, con la integración de objetos-símbolos alusivos al momento o a la práctica, y muy particularmente, con la implementación de comida y bebida durante su ejercicio.
No es simple casualidad que en la mayoría de las referencias que aparecen en la Biblia, en las cuales se describe la paganización de las costumbres de los hijos de Israel, se haga referencia también a la presencia de la comida y la bebida entre sus prácticas.
Fácil podría pensarse, sin embargo, que se trata de una costumbre de la época, pero dado que la Biblia no es un libro de historia que recoge los datos históricos y costumbres de la época, y como bien lo descubre el apóstol Pablo, la Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra,[1] tenemos que entender que si aparecen, son escritas para nuestra admonición, en quienes los fines de los siglos han parado.[2]
Comenzamos a percatarnos que la comida y la bebida son parte de rituales espirituales que al servicio de prácticas paganas nos ponen en contacto con dioses paganos, o demonios, como bien los define el apóstol Pablo en su epístola a los Corintios, lo que los Gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios:[3]
La comida tiene la capacidad de abrir la vista espiritual. Este principio fue establecido como vínculo de maldad por la serpiente en el Edén: sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses.[4]
Otra referencia similar aparece con Jonathan, el hijo del rey Saúl: Empero Jonathan no había oído cuando su padre conjuró al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y mojóla en un panal de miel, y llegó su mano a su boca; y sus ojos fueron aclarados. 28 Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha conjurado expresamente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que comiere hoy manjar. Y el pueblo desfallecía. 29 Y respondió Jonathan: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel: 30 ¿Cuánto más si el pueblo hubiera hoy comido del despojo de sus enemigos que halló? ¿No se habría hecho ahora mayor estrago en los Filisteos? [5]
Daniel conoció este principio espiritual, y durante su vida lo mantuvo como recurso y estrategia de activación espiritual.
Al principio de su cautividad se propuso en su corazón de no contaminarse en la ración de la comida del rey, ni en el vino de su beber:[6] Esta disposición fue lo que activó en él que en todo negocio de sabiduría e inteligencia que el rey les demandó, hallólos diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino. [7]
Lo vemos ejerciendo de la misma forma aun hasta el final de su existencia: No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas de días.[8] Esta disposición, aunque él lo desconocía, ayudó a libertar al ser espiritual que le fue enviado y que había quedado retenido por el príncipe de Persia: Mas el príncipe del reino de Persia se puso contra mí veintiún días: y he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y yo quedé allí con los reyes de Persia.[9]
Así que, queda claro que la comida y la bebida tienen un valor espiritual, y que desconocerlo nos puede conducir a una contaminación y participación demoniaca de grandes proporciones.
Hay una referencia de Pablo que no ha sido traducida en nuestras versiones de la Biblia adecuadamente. El escribe: Cuyo fin será perdición, cuyo dios es el vientre, y su gloria es en confusión; que sienten lo terreno.[10] Esta referencia está mal traducida, pues Pablo estaba describiendo el asiento de su contaminación. Debe leerse:
Cuyo fin será perdición, cuyo dios está en el vientre, y su gloria es en confusión; que sienten lo terreno.
Pablo le escribe a la comunidad de Filipo, que muchos falsos creyentes se han convertido en enemigos de la cruz, y es precisamente porque fueron contaminados con comida.
La comida vincula a la persona con el ámbito espiritual y le abre puertas de contaminación. El evangelio de Juan registra que la forma de cómo satanás ingresó en Judas fue precisamente por un bocado de comida: Y tras el bocado Satanás entró en él. (Juan 13:27).
Es en esta línea doctrinal que en los escritos de los evangelios se proclama que en los últimos tiempos se multiplicará la actividad apostata, y ésta basada en prácticas rituales que incluyen la comida y la bebida.
38Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, 39Y no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. Mateo 24:38,39
28Asimismo también como fue en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; 29Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó a todos: 30Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará. Lucas 17:28-30
Ya la actividad apostata ha comenzado, y lamentablemente no hemos reparado en la gravedad de la situación en que hemos incurrido, básicamente porque vemos casi todo bajo la ingenuidad de un criterio subordinado a elementos culturales. Lo peor es que hemos traído contaminación a nuestras heredades. Ha sucedido lo mismo que en el caso de las hijas de Moab que llamaron al pueblo a los sacrificios de sus dioses.
¿Habrá notado que la mayoría de las veces que se convoca a reuniones grupales, familiares o comunitarias, predomina la comida y la bebida?
Las fortalezas espirituales tienden a fortalecerse con los años, con prácticas cíclicas, con la integración de objetos-símbolos alusivos al momento o a la práctica, y muy particularmente, con la implementación de comida y bebida durante su ejercicio.
Ejemplos de este tipo de actividad ritual pagana son las celebraciones de la navidad, el día de reyes, el día de san Valentín, fiestas patronales, entre otras, todas ellas impuestas por las costumbres y tradiciones religiosas de los lugares donde vivimos, pero carentes de valor bíblico y espiritual.
¿Si sabemos que Jesús no nació en la noche de un 24 de diciembre, por qué persistimos celebrando esa fecha como celebración cristiana? En muchas celebraciones está presente la comida y la bebida, y con ella nos contaminamos con los dioses paganos que la impusieron como celebración y ceremonia cristiana. El colmo es que en muchas comunidades eclesiásticas durante esas fechas se celebra con comidas como el cerdo y morcilla o moronga, ambas proscritas en la Biblia.
Lo mismo sucede con la celebración del día del amor, o de la amistad, según difundida en los últimos años, dedicada y auspiciada por el dios pagano éros, que en su tiempo era más bien un dios que promovía la fornicación, el incesto y el adulterio, aprobado por el imperio romano.
Sin ir muy lejos, ¿habrá notado que toda celebración familiar incluye la comida y la bebida? Un bautizo de un niño, un cumpleaños, una graduación.
Tenemos que revisar la motivación que nos reúne a celebrar, a comer y a beber, porque esa motivación nos podría estar convocando a establecer alianzas espirituales incorrectas, que traen contaminación y esclavitud a quienes se someten a ellas.
Pablo mismo corrigió una actitud que se había deformado entre la comunidad de fe de Corintos, y era la que tenía que ver con la celebración de la cena del Señor: 20Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor. 21Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado. 22Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
Esta práctica deformada estaba trayendo contaminación entre los miembros de la comunidad, tanto que, por causa de ello, había muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.[11]
La próxima vez que seamos invitados a una celebración donde sabemos de antemano que habrá comida y bebida, indaguemos primero cual es el motivo de la reunión, pues podríamos estarnos sometiendo a un ritual pagano sin saberlo, y por ende, ser contaminados. Pablo recomendó: 7Ni seáis honradores de ídolos, como algunos de ellos, según está escrito: Sentóse el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar.[12]
Una celebración por la memoria de alguien que murió, una celebración por un bautismo de un niño, el logro obtenido, aun un cumpleaños, pues estas celebraciones invocan la grandeza del hombre y convocan fuerzas satánicas que desarrollan la vanidad del mundo.
Las Escrituras nos autorizan a alegrarnos en las solemnidades que honren la misericordia y grandeza del Dios que nos bendice y prospera.
Y te alegrarás delante de Jehová tu Dios, tú, y tu hijo, y tu hija, y tu siervo, y tu sierva, y el Levita que estuviere en tus ciudades, y el extranjero, y el huérfano, y la viuda, que estuvieren en medio de ti, en el lugar que Jehová tu Dios hubiere escogido para hacer habitar allí su nombre. Deuteronomio 16:11
Y esto nos lleva a un segundo aspecto del valor espiritual de la comida y la bebida. Se establece liberación a través de la comida. Es un recurso que está disponible para aquellos ministerios que ejercen la liberación.
La base para enseñar sobre este aspecto está en el relato de Deuteronomio. Moisés estableció el principio de liberación: Y te afligió, é hízote tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de solo pan, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.(Deuteronomio 8:3).
El efecto de la liberación de observa en un dato que Moisés refiere: Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado por estos cuarenta años.(Ídem 8:4). El vestido recibió los efectos positivos de la liberación:no se pudrió, ni se desgastó. No se trata de un milagro adicional o independiente, es el efecto del tipo de alimento que recibían.
De la misma forma, en la actualidad, es posible establecer un proceso de liberación, es una especie de ayuno, tal y como se establece en Isaías: ¿No es antes el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, deshacer los haces de opresión, y dejar ir libres á los quebrantados, y que rompáis todo yugo? (Isaías 58:6).
Se ayuna cierta clase de comidas, aquellas que son preferidas, las que el cuerpo prefiere, las que son de rutina, las delicadas, y se opta por una comida básica, la necesaria para mantener adecuadamente el organismo. Se hace un período mínimo de 10 días, y máximo de 40, dependiendo de las ataduras que se quieran cortar. Al final del período se observarán cambios sustanciales. Siempre es recomendable la asistencia de un ministro de liberación.
Ahora podremos entender el por qué la dieta alimentaria de un profeta, Juan el bautista, por ejemplo, consistía en langostas y miel silvestre (Mateo 3:4), porque esa dieta básica establecía liberación, y por ello eran capaces de desechar lo malo y escoger lo bueno.(Isaías 7:15).
Mucha contaminación nos llega por la comida y la bebida, pero podemos también usarla como recurso de liberación.
Tomado del libro: Levantando la Maldicion de la Tierra
ISBN-13: 978-1722237165
ISBN-10: 1722237163
Pastor Pedro Montoya
Tel Cel. (407) 764-2699
Twitter: @pastormontoya
http://www.ministerioscristorey.com
[1] 2da. Timoteo 3:16
[2] 1ra. Corintios 10:11
[3] 1ra. Corintios 10:20
[4] Génesis 3:5
[5] I Samuel 14:27-30
[6] Daniel 1:8
[7] Ídem 1:20
[8]Ídem 10:3
[9]idem 10.13
[10] Filipenses 3:19
[11] Ídem 11:30
[12] Ídem 10:7
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