Puerto Rico y Abraham

(Tomado del libro: «Su Estrella hemos visto en El Caribe», ISBN-13: 978-1494363550). Puede ser adquirido en Amazon, o ingresando a http://www.ministerioscristorey.com

3 Y el Dios Omnipotente te bendiga, y te haga fructificar, y te multiplique, hasta venir a ser congregación de pueblos; 4 Y te dé la bendición de Abraham, y a tu simiente contigo, para que heredes la tierra de tus peregrinaciones, que Dios dio a Abraham.”

¿Qué relación tiene esta Palabra con Puerto Rico? Cuando la leí sabía que había una relación, pero no sabía cómo explicarlo.

Se trata de una bendición, no de una bendición cualquiera, no de la bendición de un padre dada a su hijo al final de su existencia humana; de seguro que no lo era, porque por ella Jacob y Esaú peleaban cuando ambos estaban en el periodo gestal. Por ella, también, Jacob se expuso a maldición ante su padre si hubiera sido descubierto suplantando a Esaú. Definitivamente que no era una bendición más, si no Jacob no hubiera estado dispuesto a pelear con un extraño espiritual la noche previa al rencuentro con Esaú.

Es que se trataba de la bendición proferida por un profeta con la cual se daba continuidad a un Pacto eterno, a la restauración de lo que Adam había perdido en el huerto de Edén. A través de esta bendición se transfería un batón de autoridad, de visión, de ejecutoria. Con ella se establecía un derecho legal ante la creación de que quien recibía tal bendición estaba autorizado –a nombre del Todopoderoso– de implantar en aquellas regiones que sus pies pisaran el Reino del Todopoderoso. Tales regiones se convertirían a partir de aquellos momentos en la heredad de Abraham.

Era una bendición digna, por la cual valía la pena luchar y sufrir todas las penurias imaginables, tales las que sufrió Jacob. Se estaban poniendo los fundamentos de un pueblo nuevo y diferente sobre la faz de la tierra, un pueblo bendecido, a diferencia de todos los anteriores que habían iniciado y fundamentado en maldición. Así, más que una bendición, significaba el futuro de un estado, país o región en el que sus habitantes pudieran disfrutar del goce perfecto de su realización humana, la consecuencia por la que había sido constituido y establecido en un jardín en el que él era su propietario y administrador.

En el fondo, esta era la visión de Cristóbal Colon, y de los reyes de España. Tras una larga guerra que había desbastado las arcas, finalmente la península comenzaba a ver un tiempo de bonanza y prosperidad espiritual. En enero de 1492 los moros habían sido vencidos en Granada, el último bastión musulmán de la península, y los reyes buscaban erradicar de su región todo tipo de herejía, por eso establecen la inquisición. Colon pretendía abrir una nueva ruta que lo condujera a unas islas donde encontraría oro y plata que serviría para financiar el proyecto de los reyes de establecer un estado bendito en el que prevalecería la sana doctrina del Evangelio, para eventualmente liberar a Tierra Santa de mano de quienes la habían contaminado. Según Colon, eran las islas de donde Salomón había traído el oro que le volvió poderoso y notable.

Todo esto se desprende de los datos que presenta el libro de las profecías,[1] un manuscrito de Colón que expone los textos bíblicos que motivaron sus viajes. Colón tenía una conciencia viva del papel que había de desempeñar en el esquema de la historia del mundo. No solo pretendía abrir una ruta comercial hacia las indias orientales, era la ruta que su fe y la interpretación de los textos bíblicos lo llevaban al establecimiento de un reinado mesiánico, y el retorno de Jesús a la tierra. Colon creía que el Señor le había conferido el don de la inteligencia espiritual para su más alta misión, es decir, la de ser «portador de Cristo». Según el entendimiento del descubridor, la evangelización de las tierras recién descubiertas había de inaugurar el reino del Mesías, cumpliendo así la profecía de Isaías.

En la carta preliminar dirigida a los Reyes Católicos, Colón explica su visión de la historia del mundo con estas palabras:

“En este tiempo he yo visto y puesto estudio en ver de todas escrituras… a que me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable a que era hasedero navegar de aquí a las Yndias, y me abrió la voluntad para la hexecuçión d’ello…  Ya dise que para la hesecuçión de la ynpresa de las Yndias no me aprovechó rasón, ni matemática ny mapamundos; llenamente se cunplió lo que diso Ysaías. Y esto es lo que deseo de escrevir aquí por le redusir a Vuestras Altezas a memoria, y porque se alegren del otro que yo le diré de Jherusalen     por las mesmas autoridades.” (Folios 4, 5 vuelto del Libro de las profecías)

En sus cartas a los Reyes Católicos el Almirante expresó una y otra vez su aspiración de dedicar las ganancias obtenidas en las tierras descubiertas a una gran cruzada para rescatar los Lugares Santos en Jerusalén. Por tanto buscaba las minas de Salomón y «el oro de Ofir» en las islas lejanas del mar. A la luz de las profecías bíblicas que aluden a «la restituçión de la Casa santa a la Santa Yglesia militante» (folio 4 del Libro de las profecías), Colón exhortó a los Reyes que financiaran la conquista de Jerusalén con estas palabras:

“… si fee ay, tengan por muy cierto la vitoria. Acuérdense Vuestras Altezas de los hevangelios y de tantas promesas que Nuestro Redentor nos fiso… Quien toviere tanta fee como un grano de paniso le obedeçerán las montañas; quien toviere fee demande, que todo se le dará; pusad y abriros han. No deve nadie de temer a tomar qualquiera ynpresa en nonbre de Nuestro Salvador, seyendo justa y   con sana yntinçión para su santo serviçio… Acuérdense Vuestras Altezas que con pocos dineros tomaron la ynpresa d’este reyno de Granada.” (Folio 5 vuelto del Libro de las profecías)

La interpretación bíblica efectuada por Colón en el Libro de las profecías fue sumamente personal y subjetiva. Se estimaba ser un elegido del Señor como David o San Juan Bautista. El siervo del Señor es el «varón de mi consejo» (Isaías 46:11), o sea, un hombre divinamente predestinado para una altísima misión, una «santa empresa» que había de dar cumplimiento al gran designio salvador de Dios en la historia. En el Libro de las profecías Colón citó extensamente de los cánticos del siervo encontrados en Isaías:

“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu…; y las islas esperarán sus enseñanzas… Yo Jehová te he llamado en justicia, y te sostendré por la mano; te guardaré y te pondré por pacto al pueblo, por luz de las naciones… Isaías 42: 1, 4, 6” (Folios 30 vuelto, 31 del Libro de las profecías)

Era la convicción del Almirante que su nombre, Cristóbal, no le fue dado al azar, sino por la voluntad de Dios, para designar su misión. En efecto, muchos de los escritos de Colón, desde 1493 hasta su muerte en 1506, tienen la firma «Xpo Ferens». Christo Ferens es la forma grecolatina de su nombre, Cristóbal, cuyo significado subraya su más alta misión, es decir, la de ser «portador de Cristo», el que lleva el nombre salvador de Jesús a los habitantes de las tierras del más allá de los mares.

No es de extrañar que muchos estén dispuestos a asegurar el origen judío de Cristóbal Colón, tal el caso Abraham Haim, Doctor en Historia por la Universidad de Tel-Aviv y uno de los más destacados especialistas en el estudio de las raíces de la comunidad judía en España, durante la conferencia titulada «La dimensión judía de Colón y su primer viaje», presentó rasgos judíos en su escritura, en sus decisiones a la hora de zarpar, y hasta en sus dichos, que solo se encuentran en una persona de ascendencia judía.[2]

Haim, judío sefardí, está convencido de que Cristóbal Colón era descendiente de una familia judía, residente en Cataluña, que huyó de la persecución que se produjo en la Península a finales del siglo XIV, en concreto, por las matanzas de 1391.

A la visión de Colon se le unió un elemento traído por decreto de los reyes que fue decisivo en establecer relación directa entre Puerto Rico y Abraham, me refiero, al decreto de Alhambra. El 31 de marzo de 1492 (22 de ADAR SEGUNDO 5252) los reyes firmaron el decreto que expulsaba a los judíos a salir de sus territorios so pena de sufrir la inquisición y de ser expropiados sus bienes. El decreto lee en el numeral 4:

“Ordenamos a todos los judíos y judías de cualquier edad, que viven, residen y existen en nuestros reinos y dominios… que para fines del mes de julio próximo del presente año, abandonen estos mencionados reinos y dominios… bajo pena de que si no realizan y aceptan este mandato y fueran encontrados en nuestros reinos y dominios viviendo de cualquier forma en ellos, incurrirán en la pena de muerte y la confiscación de todas sus posesiones,”[3]

El decreto que constaba de 6 numerales, explicaba en el número 5 que el tiempo otorgado a los judíos para salir de sus territorios se extendía hasta el 31 de julio de ese mismo año, otorgándoles en conclusión, un total de 122 días para salir. El decreto es promotor de la conversión masiva de judíos al catolicismos a los cuales se les identificó como “marranos”, pero que después, finalmente, abandonarían definitivamente España y se establecerían en el Caribe; de hecho, el intérprete de Colon y el primero en pisar tierras caribeñas –Luis de Torres— era en realidad un judío converso por causa de la Alhambra, su nombre judío era Yosef Ben Ha Levy Haivri. Fue dejado en el fuerte La Natividad por Colon con el fin de buscar un sitio ideal para establecer un poblado español, murió a mano de los nativos de la española, en la parte que hoy le corresponde a Haití. Al regreso de Colon al año siguiente el fuerte había sido destruido y no fue encontrado ningún sobreviviente, pero nadie puede asegurar que los hombres del fuerte Natividad hubieran procreado descendientes; de ser así, ya una semilla judía habría sido depositada en territorio caribeño. Al cierre de este artículo me encontré con un blog que publicó la noticia de que genes judíos habían sido descubiertos en una tribu indígena de Colorado.[4]

El decreto de La Alhambra surge como parte de la aspiración cívico-religioso que se respiraba en los reinos de Castilla y Aragón de tener una región en la que pudiera establecer un reino mesiánico, está permeado de alguna manera de la visión de Abraham de ser heredero de tierras que adquieren bendición por conducto de haber sido constituidos en albaceas de las promesas divinas.

 Quizá, Colon va un poco más allá porque en su reinterpretación histórica de los textos de los profetas, él ve la oportunidad de acercarse al descubrimiento de lugares místicos y determinar con más precisión lo que corresponde a Jerusalem.

Pero, en ambos casos, ni Cristóbal Colon ni el decreto de La Alhambra fueron sujetos de una historia aislada, intrascendente, fueron consecuencias visibles de un propósito oculto –divino— que salió a la luz cuando aquel año de 1492 fueron convocados por la Gracia del que se manifestó en la zarza, ante Moisés, para establecer la participación futura de unas tierras cuyo atractivo no solo sería la de destino turístico, me refiero a la región del Caribe a la cual el almirante dedicó 12 años y 4 viajes de exploración.

El viernes 3 de agosto de 1492 cuando Cristóbal Colon salió en su primer viaje con destino al Caribe, justamente 3 días después del tiempo señalado originalmente por la Alhambra de que los judíos debían salir, llevaba consigo la bendición de Abraham –tanto por conducto de su convicción como por trasladar judíos “marranos”– que le autorizaba a reclamar aquellos territorios de su peregrinación como parte de la heredad de Abraham, lo cual hizo a partir del 12 de octubre (año 5253 en el calendario hebreo)de ese mismo año cuando pisó la tierra de Guanahani (San Salvador).[5]  Todos los territorios peregrinados por Colon –la tierra de tu peregrinación— habrían sido constituidos en heredad de Abraham, y esos territorios son justamente el Caribe.

Así es como surge la relación entre Puerto Rico y Abraham, a partir de 1492, específicamente, el 31 de marzo de 1492 (22 de ADAR SEGUNDO 5252), fecha en que los reyes de Aragón y Castilla firmaron el decreto de La Alhambra, en la que se expulsaba de sus territorios a los judíos que no quisieran convertirse al cristianismo.

Esta fecha marca el inicio de un proyecto profético que movería gente de sus sitios de origen y los trasladaría, y los ubicaría en nuevos sitios, para ejecutar la última etapa del establecimiento del Reino de Dios. Puerto Rico –y el Caribe— están integrados en este proyecto profético porque fue hasta estas tierras que fueron movilizados todos aquellos que por decreto se le ordenó a salir. Este proyecto está próximo a ejecutarse, del cual depende la vida misma del Caribe, de América continental, y de Jerusalem como la cabecera del Reino. Creo firmemente que el año 2012 es el año del inicio de esta ejecutoria. El Todopoderoso nos ayude a lograrlo.

Al escribir acerca del movimiento de gente por causa de un decreto, viene a mi mente el edicto de Augusto Cesar, que movió a José y a María de Galilea hasta Belén de Judea, tan solo para cumplir que su primer hijos –Jesús— naciera en Belén, en cumplimiento de la profecía de Miqueas. Así que aquí, de nuevo, un decreto provoca movimiento de gente para hacer coincidirlo con la culminación de un evento o palabra –en este caso, un evento en el calendario hebreo— para otorgarle a la tierra involucrada con ese evento y asignarle un peso de Gloria en la agenda del Todopoderoso.

La prueba de que Puerto Rico está dentro de este proyecto profético es la fecha del descubrimiento de esta tierra, sucedió el 19 de noviembre de 1493, que en el calendario hebreo correspondió a Rosh Chodesh Kislev (11/19/1493 Sun, 1st of Kislev, 5254,), fecha que habría depositado en esta tierra un tesoro espiritual que la constituiría en cabecera de este proyecto profético.

Puerto Rico fue descubierto en el segundo viaje el lunes 19 de noviembre de 1493, justamente 403 días después de haber pisado la primera tierra caribeña, 473 días de haber zarpado de España; 598 días de haber el rey firmado el decreto de La Alhambra. Estos datos son significativos y establecen un paralelismo con la trayectoria de Abraham desde Harán hasta Canaán. Aunque no hay forma de demostrarlo, pero es equivalente al tiempo que le llevó a Abraham desde que salió de Harán hasta el momento en que Dios le descubrió cual era la tierra que le heredaba, en total, 598 días. De ser cierto el dato, el lugar donde primero Dios se le aparece a Abraham y le declara que ha llegado a la tierra que ofreció entregarle en heredad sería equivalente al momento y lugar cuando Cristóbal Colon desembarca en Puerto Rico y la denomina la isla de San Juan Bautista. Esto podría explicar el porqué a pesar de los años la isla guarda el título de “la isla del Cordero”.

Para que notemos el valor espiritual de un Rosh Jodesh, veamos el siguiente argumento aparecido en jabad.org:

El primer día del mes, es una cuasi-fiesta en la tradición judía. No es tan serio como otras fiestas, como Shabat o Pesaj, cuando los judíos se abstienen de trabajar, pero se celebra con alguna magnitud. La Torá dice “en el día de sus celebraciones y fiestas y en el primer día del mes”, aparentemente colocando las fiestas y Rosh Jodesh en la misma categoría. En el pasado, los judíos no trabajaban en absoluto en Rosh Jodesh.

En una conversación con Rey David, por ejemplo, Ionatan (el hijo de Rey Shaúl y amigo mejor de David) se refiere al día anterior a Rosh Jodesh como el “día laboral”, en contraste con el día siguiente, Rosh Jodesh, cuando no haría ningún trabajo. (Libro de Shmuel, capítulo 20) Los judíos de la antigüedad también acostumbraban en Rosh Jodesh a ir a ver al profeta de la época. Así que cuando la mujer Shunamita le dice a su marido que va a visitar al profeta Elisha, él le dice: “¿Por qué vas a verlo hoy, no es Shabat ni Rosh Jodesh?” (Ella iba a pedirle que sanara a su hijo. (Libro Reyes II capítulo 4) De la misma manera, cuando el profeta Ieshaiahu profetiza sobre un futuro utópico, dice que “cada Rosh Jodesh y Shabat toda la carne vendrá a reverenciarse ante Di-s”. ( Ieshaiahu, capítulo 66)[6]

Ninguna otra tierra fue descubierta coincidiendo con alguna fecha de festividad judía, solo Puerto Rico. Este dato establece el valor espiritual que le fue otorgado a esta tierra como heredad de Abraham, y que la haría el centro de una actividad espiritual posterior vital para el establecimiento del Reino de Dios.

 Por último, creo que es importante terminar esta sección mostrando lo interesante de la paridad de las fechas. Encontré el siguiente dato en un site de la web:

“El 30 de Marzo de 1492 en el calendario Hebreo correspondió al 22 de ADAR SEGUNDO 5252… Por lo tanto todos los años en la misma fecha de acuerdo al Calendario Hebreo vamos a conmemorar el RECORDATORIO DE LOS ANUSIM y vamos a CELEBRAR EL DIA DE LOS BENE ANUSIM – SHAVIM, Retornados. Este año que viene se celebrara el 8 de Marzo 2010.  El decreto sale en la Víspera de Shavuot 2009 día de MATAN TORATENU, DIA DE LOS 10 MANDAMIENTOS, y se va a celebrar con ayuda del Eterno, exactamente una semana después de SHUSHAN PURIM. Es increíble como las fechas coinciden y llevan mensajes. En Shavuot día de los mandamientos se decreta la celebración, y en Purim día en que los judíos en Persia voltearon VENA’AFOJ HU el decreto de Haman harasha para exterminar a los judíos”[7]

[1] Yacía en la venerable Biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla, donde las polillas y las ratas lo exploraron y lo digirieron, más que lo leyeron y analizaron los eruditos su texto en latín y castellano del siglo quince. Sólo recientemente unos pocos eruditos han descubierto y han comprendido el Libro de las profecías, terminando así la obscuridad que había ocultado esta manifestación tan valiosa del corazón y la mente de Colón. En efecto, el Libro de las profecías es una joya de valor incalculable, un «rarísimo códice», como lo denominó uno de los bibliógrafos de la Biblioteca Colombina hace muchos años.  El manuscrito original del Libro de las profecías, encuadernado en pergamino, consta de 84 hojas (de las cuales faltan 14). El título completo se presenta en latín, en el lado reverso del folio 1 y traducido al castellano es: «Libro o colección de autoridades, dichos, sentencias y profecías acerca de la recuperación de la sancta ciudad y del monte de Dios, Sion, y acerca de la invención y conversión de las islas de la India y de todas las gentes y naciones, a nuestros reyes hispanos».

[2] http://noticias.universia.es/vida-universitaria/noticia/2006/11/22/594800/grandes-secretos-cristobal-colon-era-origen-judio.html

[3] Source: Translation by Edward Peters based on the fullest version of the text, Documentos acerca de la expulsión de los Judíos, edited by Luis Suarez-Fernández (Valladolid: C.S.I.C., 1964), no. 177, pp. 391-395. One necessary emendation has been made, based on Fidel Fita, «Edicto de los Reyes Católicos (31 Marzo 1492) desterrando de sus estados a todos los Judíos,» Boletín de la Real Academia de la Historia II (1887): 512-528. English text from: Peters, Edward. «Jewish History and Gentile Memory: The Expulsion of 1492.» Jewish History 9 (1995): 9-34, at 23-28. Reprinted in: Constable, Olivia Ed. Medieval Iberia. Philadelphia; University of Pennsylvania UP, 1997.

[4] http://bajurtov.wordpress.com/2012/05/30/los-indigenas-judios/

[5] Coordenadas de Guanahani (San Salvador):             24.076559,-74.521179

[6] http://www.jabad.org.ar/mujer/rosh-jodesh-%E2%80%93-el-inicio-del-nuevo-mes-3/

[7] http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:QpF2dBfqgr0J:www.weareanusim.com/perasha-en-espanol.html+que+sucedio+el+ano+5252+del+calendario+judio&hl=es-419&gl=pr&strip=1

Publicado por pastor Pedro Montoya

Life in Christ Jesus is the result of faith, of believing that Jesus of Nazareth is God incarnate and manifested as the Son of God, in order to, by His doctrine and example, reveal the way of reconciliation with the Creator whom He presented as the Father. Faith is a Revelation in itself, because no one can believe that God becomes man and maintains his status as God at the same time; faith is therefore the only way to find Jesus.

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