El cambio de nombre no significó una forma diferente de llamar a Abraham, ni mucho menos, un cambio de identidad.
El cambio de nombre en Abraham es el precedente de la forma de cómo Dios atribuye de Su naturaleza a aquellos que Le creen; no obstante, aún más, puesto que la designación de un nuevo nombre se fundamentó en el acto de fe de Abraham de creerle a Dios, el cambio de nombre establece la enseñanza de que Dios transforma la realidad de la persona que está dispuesto a someterse a Su Señorío, no importa si su caso es uno totalmente imposible.
En el español como que no queda muy claro este acto divino, dado que “Abram”, y “Abraham” prácticamente son dos nombres masculinos completamente diferentes, sin embargo, en el idioma hebreo, Abraham es tan solo la alteración del nombre Abram, provocado por la integración de una sola consonante, la “hei” (ה). Por esa razón en el texto bíblico leemos que Abram significa “padre mayor (senior, en inglés)”, mientras que Abraham, “padre de muchedumbres de pueblos”.
Lo valioso de esta enseñanza consiste en mostrar que el cambio de nombre en realidad consistió en una transformación genética en Abraham; la letra “hei” (ה) pertenece al nombre de Jehová-Dios (יְהוָה֙). No solo se trató de una alteración al nombre primero tan solo para mostrar por su significado lo que Dios haría con Abraham, la integración de una de las consonantes que forman el nombre de Jehová-Dios servía para dejar testimonio que Dios alteraba también la genética de sus cuerpos, de Abraham y Sarah, para establecer lo que siglos más tarde Jesús presentaría como “el nuevo nacimiento” (Juan 3:1-8).
El cambio de nombre en Abraham es el Evangelio de la Buena Voluntad del Reino de los Cielos proclamado a los hombres/mujeres, para que todo aquel que en él creyere, no se pierda, sino que tenga vida eterna. (Juan 3:15).
El cambio de nombre en Abraham no es tan solo una historia fantasiosa, es la Promesa de Dios al hombre de fe de intervenir en su circunstancia, para establecer por ella, y en él, el testimonio de que Dios es un Dios personal.
La Revelación para nuestros días consiste en entender que Abraham no solo es una enseñanza de fe, que su interacción con Jehová-Dios apunta hacia el nuevo nacimiento en Jesús, y sobre todo, que Abraham nos marca el camino de la transformación genética a través del nuevo nacimiento que acontece cuando decidimos someternos a Su Señorío.
Lo anterior confronta a muchos que se confiesan como creyentes nominales, como si la fe fuera tan solo asentir a una creencia, o confesar un dogma, pero en la realidad sufriendo sin entender que el nuevo nacimiento significa regeneración, ¿cuántas personas sufren de dolencias físicas, de enfermedades, de crisis, de depresiones, de ansiedades, sin entender que en el nuevo nacimiento ya tales situaciones ya fueron transformadas en salud y vida?
Si eres hijo de Abraham, es decir, hijo de la fe, a ti también te transformaron el nombre, no sigas llamándote de la forma antigua.
Todas las citas tomadas de la Versión Reina Valera Antigua
Pastores Pedro & Yolanda Montoya
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