Aunque su fundamento es el ritual de la purificación de la Ley Mosaica, como hemos visto, pronto se alejó de ella y se identificó con una fe, la fe de que Jesús resucitó de entre los muertos. El bautismo en agua era acompañado con la proclamación de que Jesús es Señor y que Él vive.
Era el tema central de su proclamación. Los apóstoles se constituyeron en testigos, y añadían a su predicación, y nosotros somos testigos.[1] Esta constancia de predicación llenó a Jerusalén entera de esta doctrina,[2] doctrina que con el tiempo se conoció como la doctrina de Cristo.[3]
Era la intención establecer que Jesús es el Mesías, que debemos someternos a su señorío, y que a su retorno a la tierra seriamos resucitados, de haber muerto para ese entonces. Esta intención está contenida en la proclama del Evangelio del Reino, la cual el apóstol Pedro fue el primero en establecer el día de la segunda gran fiesta solemne, la fiesta de Shavuot (pentecostés):
Sepa pues ciertísimamente toda la casa de Israel, que a éste Jesús que vosotros crucificasteis, Dios ha hecho Señor y Cristo.
Hechos 2:36
El propósito del bautismo en agua adquirió a partir de allí un valor profético, establecer que como Jesús resucitó de entre los muertos, así un día, a su venida, resucitaríamos de igual forma:
Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
Romanos 6.4
Y otra vez, de igual manera, el apóstol le escribe a la comunidad de fe de Colosas.
Sepultados juntamente con él en el bautismo, en el cual también resucitasteis con él, por la fe de la operación de Dios que le levantó de los muertos.
Colosenses 2:12
Es la proclama del Evangelio del Reino. Ya Juan el Bautista lo había iniciado:
Y diciendo: Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 3:2
Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.
Marcos 1:15
Pedro se encargó de dejarlo claramente establecido en cada una de sus participaciones:
Y Pedro les dice: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesús el cristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Hechos 2:38
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor,
Hechos 3:19
A eso obedece que todas las referencias de bautismos en el libro de Hechos de los Apóstoles, se enfatiza que lo hacían en el nombre de Jesús.
(Porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, mas solamente eran bautizados en el nombre de Jesús.)
Hechos 8:16
Y les mandó bautizar en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
Hechos 10:48
El caso más contundente lo encontramos en unos discípulos de Efeso que Pablo re-bautiza porque no habían sido bautizados de la forma correcta:
Oído que hubieron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Hechos 19:5
No se trata de una formula bautismal, es la proclamación profética del Evangelio del Reino de que Jesús está vivo, ha resucitado de entre los muertos, y que Si sufrimos, también reinaremos con él:[4]
Pablo reporta acerca del bautismo por los muertos,[5] bautizar en el nombre del Señor Jesús nunca pretendió ser un lema de identificación para separarse de quienes practicaban bautismos heréticos. Pablo mismo reconoce que el propósito es establecer la resurrección de Jesús:
Y si Cristo es predicado que resucitó de los muertos ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13Porque si no hay resurrección de muertos, Cristo tampoco resucitó: 14Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15Y aun somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él haya levantado a Cristo; al cual no levantó, si en verdad los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. 17Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aun estáis en vuestros pecados. 18Entonces también los que durmieron en Cristo son perdidos. 19Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, los más miserables somos de todos los hombres. 20Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
1ra. Corintios 15:12-20
El bautismo en agua es el testimonio profético de que un día, a la final trompeta, el día de su venida, seremos resucitados. Es la proclama del Evangelio del Reino:
De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos? 30 ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? 31 Sí, por la gloria que en orden a vosotros tengo en Cristo Jesús Señor nuestro, cada día muero. 32 Si como hombre batallé en Efeso contra las bestias, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, que mañana moriremos.
1ra. Corintios 15:29-32
Un conflicto de apariencia doctrinal ha llevado a muchos ministerios a bautizar en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Mateo 28:19 presenta la formula bautismal citando, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo, siguiendo la línea católica del cristianismo:
Por tanto, id, y doctrinad a todos los Gentiles, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Mateo 28:19
Sin embargo, el texto paralelo que aparece en el evangelio de Lucas sigue la misma línea de todas las demás otras referencias encontradas en el Nuevo Testamento,
47 Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem.
Lucas 24:47
Mateo 28:19 establece las manifestaciones de Jehová Dios, porque como es establecido en la epístola a los Hebreos, son las formas como Dios se ha manifestado en el tiempo de la Gracia, por eso están presentes en todos los escritos neotestamentarios. Pero se trata de un único Dios, el mismo Dios uno del Antiguo Testamento:
Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es:
Deuteronomio 6:4
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, señala la totalidad del Dios de Israel, el único Dios verdadero del Antiguo Testamento. No pretende ser una formula bautismal.
No es destacar la pluralidad de las manifestaciones de Dios lo que se pretende en el texto, pues nadie las cuestiona. Se pretende destacar la autoridad de quién es el que comisiona. Jesús es nombre sobre todo nombre y ante Él se doblará toda rodilla.[6]Por eso el texto mismo se encarga de recalcar que toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.[7]
Aunque hay algunas evidencias según los escritos de Eusebio de Cesárea de que antes del Concilio de Nicea se bautizaba invocando el nombre de Jesús, entre tanto, es necesario conciliar esta situación, y lo hacemos de la siguiente forma.
El texto de Mateo 28:19 aparece dentro de lo que conocemos como “La Gran Comisión”, pero no la hemos entendido como tal a la hora de establecer por ella el mandato de bautizar, y eso ha provocado un conflicto de apariencia doctrinal.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es la “Comisión”; en el nombre del Señor Jesús, es la proclamación.
No hay contradicción, es solo cuestión de protocolo. Somos comisionados, y actuamos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por lo tanto, en y por virtud de esa comisión, bautizamos, entiéndase sumergimos, en el nombre de quien Dios ha hecho Señor y Cristo, en el nombre que es sobre todo nombre: Jesús):
3¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en Cristo Jesús, somos bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él a muerte por el bautismo; para que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.
Romanos 6:3,4
El aparente conflicto fue alimentado por los concilios de los primeros siglos que presentando una forma de reconocer a quienes anulaban que Jesús -el Logos– era con Dios, y Él era Dios,[8] destacaron la “gran Comisión” como la formula bautismal
Para ser congruentes con lo que la Palabra enseña, tendríamos que manifestar que somos comisionados por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y que en virtud de la autoridad delegada, como ministros de un nuevo pacto, no por la letra sino por el Espíritu, bautizamos (sumergimos) en el nombre (cuerpo) de Jesús que ha resucitado de entre los muertos, para muerte al pecado y para andar en novedad de vida.
Preguntas de evaluación de aprendizaje
De acuerdo con lo presentado en esta lección, responda:
- Explique brevemente cómo las Sagradas Escrituras instruyen que debe ser el bautismo en agua.
- ¿Cómo explica usted el hecho de que Mateo 28:19 difiere de todas las otras referencias acerca del bautismo en agua?
Copie las preguntas junto con sus respuestas y envíelas por mensaje de WhatsApp
pastor Pedro Montoya
[1] Hechos 2.32
[2] Ídem 5:28
[3] Hebreos 6:1
[4] 2da. Timoteo 2:12
[5] 1ra. Corintios 15:29 De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?
[6] Filipenses 2:9,10
[7] Mateo 28:18
[8] Juan 1:1