Los otros días mientras trataba de hacer una mejor traducción al capítulo uno de Génesis, me encontré con la situación que me confrontó sobre cómo los que nos confesamos como discípulos de Jesús hemos incurrido en un abandono y alejamiento a la Palabra de Dios, sin darnos cuenta, o sin querer deliberadamente alejarnos de ella.
Aunque la confrontación surgió por causa del versículo once, quiero comenzar a exponer partiendo de estos dos textos conocidos por muchos para que puedan entender cuál fue el golpe en mi espíritu que me ha llevado a compartir mi experiencia. El primer texto:
Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
Si la Palabra es viva, entonces traerá vida a mi existencia no importa las circunstancias que me asalten. De eso estamos todos claros. La Palabra será también medicina a mis huesos, como se lee en proverbios y en Isaías:
Porque será medicina a tu ombligo, Y tuétano a tus huesos. Proverbios 3:8
Y Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías hartará tu alma, y engordará tus huesos; y serás como huerta de riego, y como manadero de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Isaías 58:11
Pero, ahí surge el otro texto de los dos que mencioné al principio:
El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, derrama. Mateo 12:30
Si la Palabra es viva traerá vida, eso por supuesto asumiendo que estoy o soy con Jesús.
Pero, ¿qué sucede si no estoy con Jesús, o no estoy recogiendo con Jesús? No me malinterprete. No hablo de uno que vive en pecado, hablo de uno que tiene en orden su vida y vive bajo el señorío de Jesús, pero por ignorancia incurre en acciones que no están avaladas por el señor.
Eso fue lo que me pasó, y ahora paso a explicarle en que consistió la confrontación. Surgió a raíz de la traducción del versículo once. La versión Reina Valera 1909 traduce de la siguiente forma:
Y dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé simiente; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su simiente esté en él, sobre la tierra: y fue así. (RVA)
La versión Reina Valera 1960 la traduce igual sin mayores variaciones. La traducción en lenguaje actual, versión del 2003 la traduce así:
Al ver Dios tal belleza, dijo: «Quiero que haya en la tierra árboles y plantas que den fruto y semilla». ¡Y al instante se hizo así! (TLA2003)
Todas las versiones ignoran deliberadamente que más que un relato histórico, el capítulo uno de Génesis es la descripción de la grandeza de la Creación, y la grandeza por supuesto de quien la creó; el énfasis descriptivo de la Creación como si se tratase de una historia pasada margina deliberadamente al Unico de Poder y Autoridad.
¡Vea cuán importante es este capítulo que en la confrontación a Job, Dios utilizó este mismo relato para corregir el opacamiento del consejo y de la sabiduría de las palabras de Job!
Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y hazme saber tú. 4 ¿Dónde estabas cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. 5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? 6 ¿Sobre qué están fundadas sus bazas? ¿O quién puso su piedra angular, 7 Cuando las estrellas todas del alba alababan, Y se regocijaban todos los hijos de Dios? 8 ¿Quién encerró con puertas la mar, Cuando se derramaba por fuera como saliendo de madre; 9 12 ¿Has tu mandado a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar, 13 Para que ocupe los fines de la tierra, Y que sean sacudidos de ella los impíos? 14 Trasmudase como lodo bajo de sello, Y viene a estar como con vestidura: 15 Mas la luz de los impíos es quitada de ellos, Y el brazo enaltecido es quebrantado. 16 ¿Has entrado tú hasta los profundos de la mar, Y has andado escudriñando el abismo? 17 ¿Hante sido descubiertas las puertas de la muerte, Y has visto las puertas de la sombra de muerte? 18 ¿Has tú considerado hasta las anchuras de la tierra? Declara si sabes todo esto. Job 38
El versículo once del capítulo 1 del Génesis es la descripción de la clasificación biológica de los alimentos vegetales que Dios produjo en el tercer día para alimentar al que llegaría hasta el sexto día, es decir, a Adam.
El versículo 11 no es un relato, es la instrucción de lo que ellos, Adam y Eva, debían comer, lo vemos claramente de manifiesto en el versículo 29:
Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer.
¿Cuán importante es entonces el versículo 11?
Esta es la traducción que hice de ese versículo:
Y ordenó Elohim, conciba la tierra y nazca vegetación, y reverdezca. Nazca planta que germine semillas. Nazca árbol de fruto, según el fruto producido en su temporada, que su semilla esté junto con él (fruto), y que su fruto esté sobre la tierra. Y quedó así establecido.
El versículo once establece tres condiciones de los alimentos diseñados para la manutención del hombre:
Que las plantas germinaran por y con semillas,
Que las semillas estén con su fruto,
Que los frutos estuvieran sobre la tierra.
Ahora usted entenderá la confrontación a la que fui sometido. ¿Qué sucede con los frutos que son sin semillas? ¿Qué sucede con los alimentos que son tubérculos, o raíces, la papa, la zanahoria, la yuca y la malanga?
El Señor me recordó la experiencia de Daniel:
Prueba, te ruego, tus siervos diez días, y dennos legumbres a comer, y agua a beber. Daniel 1:12
La palabra que las versiones conocidas traducen por legumbres se refiere a la misma palabra utilizada en el versículo 11 del capítulo uno de Génesis para describir a la planta que germine semilla, que su fruto se desarrolle sobre la tierra. Ambos textos están hablando del mismo elemento.
El impacto fue mayor cuando comparando el tipo de comida que los israelitas acostumbraban comer en Egipto, descubro que en su mayoría no cumplían con las condiciones establecidas en Génesis:
Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los cohombros (pepinos), y de los melones, y de los puerros, y de las cebollas, y de los ajos. Números 11:5
Dios por intermedio de Moisés hizo diferencia entre este tipo de comida y la que habrían de comer en la tierra prometida:
Que la tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu simiente, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. 11 La tierra a la cual pasáis para poseerla, es tierra de montes y de vegas; de la lluvia del cielo ha de beber las aguas; Deuteronomio 11:10,11
¿Ante que estamos? Estamos ante una Palabra de Dios que no hemos considerado como tal, Palabra viva, que nos ha sido a muchos sencillamente un relato.
¿Qué pretendo establecer? ¿Que no comamos tubérculos, o raíces comestibles? No, definitivamente que no pretendo eso.
Pretendo confrontarlo con la Palabra, como lo fui yo, que muchas veces hemos incurrido en situaciones que nos ha hecho desparramar, o estar contra Jesús, sin realmente quererlo, porque nos hemos ubicado en contra de lo que el Señor estableció como instrucción de vida.
Cada quien decidirá qué hacer después de leer este artículo, y las enseñanzas del apóstol Pablo sobre los alimentos, y sobre no juzgar por las cosas que se comen o no se comen, nos servirán para tener conciencia de nuestra posición frente al Señor, pero una cosa sí creo, que estaremos mas anuentes a las decisiones que tomemos.
Pero quiero que piense en esto: ¿Qué encontró Daniel cuando decidió someterse al principio bíblico? Daniel encontró un principio espiritual, una llave, una Palabra viva y eficaz, y su fe en ella hizo que estuvieran delante del rey.Y en todo negocio de sabiduría e inteligencia que el rey les demandó, hallólos diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino.
Es la Palabra revelada, la fe en ella y su ejecución es la que hará que no sigamos desparramando, sino que traigamos vida a todas nuestras acciones. Hará que nuestras vidas sean instrumentos de justicia y de establecimiento de reino de Dios sobre la tierra.
Pastor Montoya
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