Lo que Contamina la Fe –
Esta enseñanza aborda un tema fundamental y necesario: cómo identificar cuándo nuestra fe está contaminada. Aunque Dios es quien entrega la fe y esta es espiritual por naturaleza, es posible que se contamine. El apóstol Pablo reconoce esta realidad cuando instruye a Tito sobre la importancia de tener una fe sana e higiénica.
El Problema de la Fe Contaminada
La Escritura nos advierte en Primera de Timoteo 1:19: «manteniendo la fe y buena conciencia, la cual echando de sí algunos, naufragaron en la fe». Muchos creyentes nunca se dan cuenta de que su fe está contaminada, y por tanto no pueden hacer los ajustes necesarios para alinearse con la voluntad de Dios.
El peligro radica en que muchos confunden la fe con el pensamiento positivo, un movimiento filosófico mundano que se ha infiltrado en el ambiente cristiano. Estas personas creen que están viviendo por fe cuando declaran, decretan o visualizan, pero en realidad están siguiendo principios psicológicos, no fe bíblica.
Las Cinco Causas Principales de Contaminación de la Fe
1. Fe No Fundamentada en el Evangelio Correcto
La primera causa de contaminación es cuando la fe no está apoyada en el fundamento correcto del Evangelio. Como establece Primera de Corintios 3:11: «porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesús el Cristo».
El fundamento del Evangelio es reconocer que Jesús es Dios. No basta con llamarlo «hijo de Dios» en un sentido que lo minimice. Primera de Timoteo 3:16 declara claramente: «grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne».
El Evangelio de Juan lo confirma: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios» (Juan 1:1), y «aquel Verbo fue hecho carne» (Juan 1:14).
Cualquier otro fundamento, aunque parezca impactante o poderoso, no genera fe verdadera sino contaminación. Muchos fundamentan su fe en milagros, testimonios, señales sobrenaturales o en la declaración de que «Dios todo lo puede», pero este no es el fundamento establecido por Dios.
2. No importar Estilos de Vida del Mundo
La segunda causa de contaminación es traer al Evangelio nuestros hábitos, personalidad, conductas y formas de vida anteriores. Cuando los cretenses se convertían, mantenían sus características de ser «mentirosos, malas bestias, vientres perezosos» (Tito 1:12). Por eso Pablo instruye: «repréndelos duramente para que sean sanos en la fe» (Tito 1:13).
El Evangelio requiere transformación total. Como dice la Escritura: «las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17). No podemos conservar nuestra forma de pensar, hablar o conducirnos del mundo anterior. No podemos «consagrar» habilidades mundanas e introducirlas al Reino de Dios sin transformación.
Los apóstoles eran pescadores, pero Jesús les dijo: «os haré pescadores de hombres». Cambió el objeto de su actividad. La vida cristiana es espiritual, no humana, psicológica, emocional o religiosa.
3. Fe que No Produce Acción
La tercera causa es tener convicciones que no nos mueven a actuar. Santiago lo expresa claramente: «la fe si no tuviere obras, es muerta en sí misma» (Santiago 2:17). Y agrega: «como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta» (Santiago 2:26).
La fe es dinámica, no estática. No es para meditar o reflexionar; eso sería filosofía, no fe. Si lo que creemos no nos motiva a actuar, a movernos, entonces no tenemos fe sino una contaminación que nos lleva a la muerte.
Una fe contaminada produce el resultado que Pablo describe: algunos «naufragaron en la fe» (1 Timoteo 1:19). Un naufragio siempre resulta en pérdida y muerte.
4. No evaluar la Fe por Resultados
La cuarta causa es la tendencia a medir o evaluar la fe por los resultados obtenidos. Hebreos 11:13 nos enseña: «conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido las promesas, sino mirándolas de lejos y creyéndolas y saludándolas».
La fe no se evalúa por resultados. Muchos empresarios y personas con mentalidad administrativa del mundo importan estos conceptos al Evangelio, esperando ver resultados inmediatos. Piensan: «si diezmo, entonces debo recibir a cambio».
La fe genuina es poder seguir creyendo y confesando lo que Dios ha dicho, aunque no hayamos recibido nada visible. La fe no es un elemento egoísta para recibir beneficios; es para hacer lo que Dios quiere que hagamos y establecer Su testimonio en la tierra.
5. No necesitar Ver para Creer
La quinta causa es llamar las cosas por su nombre solo después de verlas o experimentarlas. Romanos 4:17 describe a Dios como «el cual da vida a los muertos y llama las cosas que no son, como si fuesen».
Tomás representa esta fe contaminada cuando dice: «tengo que ver para creer». Pero Jesús responde: «porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron» (Juan 20:29).
La fe madura llama las cosas por su nombre como Dios las llama, sin haberlas visto. Como dice Segunda de Corintios 5:7: «porque por fe andamos, no por vista».
Si necesitamos ver para poder llamar las cosas por su nombre, nuestra fe está contaminada. La fe perfecta puede proclamar la realidad de Dios aunque esté fuera de nuestra comprensión o posibilidades.
El Peligro de la Fe Contaminada
Una fe contaminada no conduce a la vida sino a la muerte. Produce:
- Enfermedad
- Depresión
- Decepción
- Escasez
- Deterioro
Esto explica las palabras de Jesús el Cristo en Mateo 7: «muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad».
Estos eran creyentes que operaban en señales sobrenaturales, pero tenían el fundamento equivocado. No reconocían plenamente que Jesús es Dios, y por tanto no entendían Su soberanía.
El Llamado a la Fe Sana
Dios desea que cada uno tenga una fe sana, higiénica, libre de contaminación. Esto requiere trabajo personal de nuestra parte. Debemos:
- Establecer el fundamento correcto: Reconocer que Jesús es Dios
- Desechar estilos de vida mundanos: Permitir transformación total
- Activar nuestra fe: Que nuestras convicciones nos muevan a actuar
- No evaluar la fe por resultados: Mantener la fe aunque no veamos respuestas inmediatas
- Llamar las cosas por su nombre: Conforme a la Palabra de Dios, no a nuestra experiencia
La meta es desarrollar una fe que nos conduzca a establecer el testimonio del Reino de los Cielos en la tierra, manteniéndonos firmes hasta que el Hijo del Hombre regrese y halle fe en la tierra.
Una fe sana produce vida, gozo, regocijo y la seguridad de caminar correctamente con el Señor. Es una fe que trasciende las circunstancias y se mantiene firme en la Palabra de Dios, fundamentada en la verdad eterna de que Jesús el Cristo es Dios manifestado en carne.
La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/RN77iR7hGKk
Bendiciones,