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Renovados en Cristo: Identificando y Eliminando al Viejo Hombre


El Viejo Hombre: Esencia y Naturaleza del Pecado

La Paz del Señor:

Que la paz del Señor esté con ustedes y sus hogares. Damos gracias a Dios, creador del cielo y la tierra, por su gracia y misericordia que nos permite acercarnos a su Palabra. Esta enseñanza busca que alcancemos la unidad de la fe y la estatura de Cristo, creciendo en el conocimiento de Dios.

Hoy iniciamos una serie sobre el viejo hombre, un término inspirado por el Espíritu Santo y usado por el apóstol Pablo. Aunque las cosas viejas pasaron y todo es nuevo en Cristo, es crucial entender qué es el viejo hombre, porque a veces persisten actitudes o comportamientos que no hemos desechado. La Palabra nos enseña que Cristo vendrá por un pueblo sin mancha ni arruga, y cualquier rastro del viejo hombre puede frustrar el propósito de Dios en nosotros. Por eso, conocer este tema es esencial, no solo porque se relacione con una vida de pecado o vicio, sino porque el viejo hombre se corrompe día a día, como un metal que se oxida hasta desintegrarse, según lo describe Pablo.

El apóstol, bajo la guía del Espíritu, usa este término en pasajes como Efesios 4:22, donde nos exhorta a abandonar la pasada manera de vivir, el viejo hombre viciado por deseos engañosos; Colosenses 3:9-10, que habla de despojarnos del viejo hombre y sus hechos para revestirnos del nuevo; y Romanos 6:6, donde se nos dice que el viejo hombre fue crucificado con Cristo para que el cuerpo del pecado sea destruido. Estos textos, junto con términos afines como “cuerpo de pecado” o “cuerpo de muerte”, señalan una misma realidad: el viejo hombre es un obstáculo que debemos identificar y eliminar para crecer en la fe.

¿Qué es el viejo hombre? Para responder, primero debemos entender quiénes éramos antes de Cristo y quiénes somos ahora en Él. Como el pueblo de Israel, que salió de Egipto y comprendió su nueva identidad, nosotros debemos reconocer de dónde nos sacó Dios. Romanos 3:23 nos recuerda que todos pecamos y estábamos destituidos de la gloria de Dios, y Romanos 6:23 afirma que la paga del pecado es muerte. Éramos enemigos de Dios, muertos en delitos y pecados, parte del reino de las tinieblas, sin importar si nuestra vida parecía “menos pecaminosa” que la de otros. Todos cargábamos una condena de muerte.

En Tito 3:3-7, Pablo describe quiénes éramos: necios, rebeldes, extraviados, esclavos de deseos y placeres, llenos de malicia y envidia. Pero por la misericordia de Dios, fuimos regenerados y renovados por el Espíritu Santo, hechos herederos de la vida eterna. Romanos 8:9-11 añade que ahora el Espíritu de Dios mora en nosotros, y nuestros cuerpos mortales son vivificados por Él. Somos templo del Espíritu Santo, pueblo santo, sacerdocio real, llamados de las tinieblas a la luz admirable de Dios (1 Pedro 2:9). Este contraste entre lo que éramos y lo que somos nos ayuda a valorar nuestra redención y a identificar al viejo hombre.

Tres definiciones del viejo hombre

  • Una naturaleza pecaminosa: la desobediencia
    Según 1 Pedro 1:14-16, debemos ser santos como Dios es santo, sin conformarnos a los deseos que teníamos en nuestra ignorancia. El viejo hombre es una naturaleza pecaminosa llamada desobediencia, que se manifiesta no solo en desobedecer instrucciones, sino en rebeldía y oposición a la autoridad. Esta naturaleza entró al mundo por la desobediencia de Adán (Romanos 5:12). Incluso en los creyentes, puede persistir cuando, por ejemplo, rechazamos correcciones o nos rebelamos contra líderes espirituales. La desobediencia crea un ambiente que fortalece al viejo hombre, llevándonos a actuar en contra de la voluntad de Dios. Si seguimos en rebeldía, el viejo hombre sigue activo, aunque hayamos abandonado pecados evidentes.
  • Una influencia mundana
    En 1 Juan 2:15-17, se nos advierte que no amemos al mundo ni lo que hay en él: los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la soberbia de la vida. El viejo hombre es una influencia que seduce y empuja a adoptar el sistema de maldad del mundo: sus valores, conductas y competencias. Esta influencia nos lleva a tomar decisiones basadas en ambiciones mundanas, como buscar trabajos, lugares o relaciones que no agradan a Dios, solo por competir o alcanzar algo. Muchos creyentes toleran esta influencia, permitiendo que el viejo hombre los guíe en decisiones contrarias a la voluntad divina, como formar matrimonios o perseguir metas por motivos egoístas. Pablo, en 1 Timoteo 5:11-13, advierte sobre quienes se dejan llevar por deleites mundanos, viviendo espiritualmente muertas.
  • Un ser diabólico
    En 1 Corintios 15:49, Pablo dice que, así como trajimos la imagen del terreno, llevaremos la imagen del celestial. La imagen del terreno no solo se refiere a Adán, sino a la imagen de Satanás, adoptada cuando Adán y Eva obedecieron a la serpiente (Romanos 6:16). El viejo hombre es un ser diabólico, una influencia maligna que opera en nosotros si no ha sido crucificado. En Mateo 13:19, Jesús explica que el maligno arrebata la semilla (la Palabra) del corazón de quienes no la entienden, mostrando que el viejo hombre activo impide el crecimiento espiritual. Signos como dormirse al escuchar la Palabra o no avanzar en la fe revelan su presencia. Efesios 2:2 confirma que el viejo hombre obedece al príncipe de este mundo, priorizando beneficios personales sobre la voluntad de Dios, como Esaú que despreció su primogenitura.

¿Qué debemos hacer?

Para vencer al viejo hombre, Efesios 4:17-22 nos da tres instrucciones claras:

  • No vivir como los gentiles (vers. 17): Abandonar los modelos, conductas y vocabularios mundanos. Muchos creyentes adoptan lenguajes o hábitos impropios porque les parecen atractivos, pero esto fortalece al viejo hombre.
  • Dejar la pasada manera de vivir (Vers. 22): Esto incluye hábitos, pensamientos, manierismos e incluso dietas que nos atan a nuestra vida anterior. Por ejemplo, comer alimentos que asociábamos con prácticas pecaminosas puede mantener vivo el recuerdo del viejo hombre (Números 11:5).
  • Aprender de Cristo (Vers. 20): Nutrirnos de la Palabra y las instrucciones del Espíritu. Muchos creyentes no crecen porque no se alimentan de la verdad, permitiendo que el viejo hombre persista.

Conclusión El viejo hombre no es solo la vida pasada de pecado evidente, sino una naturaleza desobediente, una influencia mundana y un ser diabólico que puede estar oculto en los creyentes. Aunque estamos en Cristo, si no lo crucificamos, sigue operando, impidiendo nuestro crecimiento y poniéndonos en riesgo de no cumplir el propósito de Dios. Hoy es un día de confrontación. No nos escondamos tras excusas ni neguemos su presencia. Reconozcamos cualquier rastro del viejo hombre, arrepintámonos y saquémoslo a la luz para que sea destruido. Que la paz de Dios esté con ustedes.

La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/xI6k-ixkBwM


Bendiciones,

Pastor Pedro Montoya


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