La paz del Señor sea contigo y con tu casa esta noche. Le doy gracias al Dios eterno, al Todopoderoso, al Creador del cielo y de la tierra por tiempos como estos que el Señor nos permite para exponernos ante Su palabra y ante el poder de Su Santo Espíritu, para ser instruidos, pero sobre todas las cosas para ser corregidos, de forma tal que cada uno de nosotros caminemos conforme a la voluntad del Señor.
El propósito de la vida de fe no es cuánto nosotros sepamos. El propósito de la vida de fe es cuánto agrado tiene el Señor de cada una de nuestras vidas. Hemos sido formados por el Dios eterno, el Todopoderoso, para hacer alabanza de Su gloria, y cuando un hombre de Dios, cuando una mujer de Dios lo aprende y vive por ello, es cuando entonces está caminando bajo la voluntad del Señor.
Introducción: La Liberación Como Parte de la Salvación
Hemos iniciado una serie de enseñanzas acerca de la salvación y hemos estado estudiando en las últimas semanas que la liberación es parte de la salvación. La liberación no la podemos ver nosotros como un conocimiento adicional, un conocimiento extraordinario, pero adicional a la salvación. No. La palabra nos enseña en el Evangelio de Mateo, en el capítulo 12, y usted lo puede leer, el Señor Jesús dijo: «Si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, es porque el reino de los cielos ha llegado a vosotros».
La salvación es parte integral del reino de los cielos. Por lo tanto, si Jesús dijo que si Él por el Espíritu de Dios echaba fuera los demonios es porque el reino de los cielos ha llegado a vosotros, quiere decir que la liberación es parte también de la salvación. Ser salvos pero no disfrutar de los beneficios de la liberación es realmente habernos acogido a la virtud de la gracia del Señor, pero todavía servir a como sucedió con los hijos de Israel cuando caminaban por el desierto, servir todavía a los baales que habían conocido en Egipto.
El hombre de fe, la mujer de fe tiene que aprender a caminar en la salvación y en la liberación que el Señor nos entrega.
Primer Atributo: La Santidad
Hemos estado estudiando las últimas dos enseñanzas acerca de cómo se obtiene autoridad para reprender a los demonios. En la enseñanza anterior estudiamos un primer atributo que tiene que ver con santidad. Definimos, según las Sagradas Escrituras, que santidad tiene que ver con ausencia de contaminación. El apóstol Pablo lo explica claramente en Segunda de Corintios, capítulo 7, versículo 1: «Ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios».
Segundo Atributo: Caminar en Revelación
En la enseñanza de esta noche vamos a estudiar un segundo atributo: ¿Qué necesito yo para ganar autoridad frente a los demonios? Segundo atributo: caminar en revelación.
Caminar en revelación es sumamente importante porque cuando el hombre, cuando la mujer está caminando según la revelación que Dios ha entregado, juntamente con la revelación Dios le entrega el conocimiento para reprender a los demonios.
Los demonios no se reprenden únicamente por alzar la voz o sencillamente por decir «yo te reprendo» y podemos utilizar otros términos: «te reprendo en el nombre de Jesús» o «la sangre de Cristo Jesús». No se reprende de esa forma. Los demonios más bien no van a atender tan solo porque usemos términos. Van a atender a aquel o aquella que tiene y camina en la revelación del Señor, porque es la revelación la que nos otorga a cada uno de nosotros la autoridad para reprender a los demonios.
Si usted revisa en Mateo capítulo 10, cuando Jesús llamó a sus discípulos, a los que fueron constituidos como los apóstoles eventualmente, dice claramente en el versículo uno que llamó a doce para que estuviesen con Él (número uno, y esto tiene que ver con revelación) y número dos, para tener autoridad sobre los demonios y para reprenderlos.
Así que el segundo atributo para ganar autoridad frente a las fuerzas de las tinieblas es caminar en la revelación que el Señor nos entrega.
¿Qué es Caminar en Revelación?
En la enseñanza de esta noche vamos a estudiar y a conocer qué es caminar en revelación, porque hoy en día ha prevalecido un conocimiento que no nace, por cierto, en las Sagradas Escrituras, en el sentido de que lo que el Señor tenía que revelar lo reveló todo completamente y está en las Sagradas Escrituras, y ya Dios no revela más nada. Esta pronunciación no procede realmente de la palabra del Señor. ¿Por qué? Porque Dios sigue obrando y Dios sigue manifestando y Dios sigue revelando. Se revela a Su pueblo.
Si usted revisa en el Salmo 25 en el versículo 14, dice que «la comunión íntima de Jehová es con los que le temen», y añade algo más: «y a ellos hará conocer su pacto». Quiere decir entonces que la revelación es la naturaleza de Dios.
La Naturaleza de Dios es Revelarse
Dios le entrega al hombre, Dios le entrega a la mujer aquello que necesitan para establecer la obra para la cual Él los ha llamado, y dentro de ese entregarles está precisamente la revelación. Dios les descubre aquello que ellos necesitan para establecer la obra a la cual Él los ha llamado.
Dios no informa. Dios no le da el conocimiento para satisfacer la curiosidad de las personas. Cuando un hombre y una mujer vienen al Señor y dicen «yo quiero conocer más del Señor, yo quiero conocer más de Su palabra, yo quiero conocer y tener más conocimiento del Señor», nos estamos acercando por la vía equivocada, tengo que decirle. Nos estamos acercando por la vía equivocada, porque Dios no es información. Si nosotros no vamos a hacer nada con lo que queremos conocer o queremos aprender, Dios no nos va a dar.
La revelación tiene una característica: Dios le da, como dice el apóstol, comida al que come, Dios le da semilla al que siembra. Dios no le da comida o pan a aquel que no va a comer, aquel que no tiene hambre. Dios no le da semilla para sembrar a aquel que no quiere sembrar.
No se trata de tener conocimiento. Revelación no es sinónimo de conocimiento. Revelación tiene que ver con lo que Dios ha establecido y por lo cual Él quiere que cada uno de nosotros caminemos. Y con eso tiene que ver con revelación.
La Naturaleza de Dios: Hablar al Hombre
Quiero antes de entrar propiamente a definir lo que es revelación, establecer que en la naturaleza de Dios, Dios le habla al hombre, Dios le habla a la mujer, Dios se manifiesta al hombre, Dios se manifiesta a la mujer.
En el capítulo 29 del libro de Deuteronomio en el versículo 29 encontramos esta palabra: «Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, pero las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley».
Es la naturaleza de Dios hablarle al hombre, manifestarse al hombre, hablarle a la mujer, manifestarse a la mujer. Es la naturaleza de Dios, no es atendiendo el ruego de la persona. No, es la intención de Dios de revelarse, de manifestarse a los hombres.
En el mismo libro de Deuteronomio, en el capítulo 30, en el versículo 15 y 16, dice: «Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal. Porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos y sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para poseerla».
Es la naturaleza de Dios, y esto es algo que en principio tenemos que entender. Nadie puede recibir revelación si no estamos claros de que es la naturaleza de Dios la de revelarse, la de darse a conocer a las personas.
Mire lo que dice en el libro del profeta Isaías, capítulo 55, versículos 8 y 9: «Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos».
Con estos textos, y podemos seguir citando otros muchos más, nos damos cuenta que es la naturaleza de Dios la de revelarse, la de darse a conocer al hombre y la de darse a conocer a la mujer.
En el libro de Hebreos, en el capítulo uno, en el versículo uno se establece: «Dios, habiendo hablado en otros tiempos a los padres por los profetas, hoy se ha revelado por medio de Jesús el Cristo». Es la naturaleza de Dios.
Nosotros no podemos, no debemos decir «Señor revélate, revélate, revélate», porque Él se ha revelado, porque Él se ha manifestado. Es Su naturaleza. ¿Por qué entonces no hemos visto propiamente la obra de Dios? Muchas veces no la hemos visto porque realmente nosotros no hemos entendido en qué consiste la revelación y qué es lo que el Señor quiere de cada uno de nosotros.
Definiendo la Revelación
Voy a proceder a definir qué es revelación, porque muchas veces hemos tenido conceptos bastante deformados de lo que es revelación. Hemos creído, una gran mayoría, que revelación tiene que ver con un conocimiento escondido, con un conocimiento misterioso, que nadie lo sabe, que nadie lo conoce, pero de momento el Señor nos lo da a conocer.
Eso no es revelación. Eso es ciencias ocultas, y es explotado precisamente por las fuerzas de las tinieblas. Porque muchas personas van tras de eso, creen que revelación es algo o un conocimiento exclusivo que nadie conoce, que solamente ellos conocen.
Déjeme decirle: cuando Dios revela, no lo hace de forma exclusiva. Cuando Dios revela, el propósito es para que muchos caminen por ese conocimiento. No es algo exclusivo. Si nosotros decimos que yo conozco algo y solamente yo lo conozco y que no puedo divulgarlo a los demás, en realidad no estamos hablando del conocimiento revelado que Dios entrega al hombre. Será un conocimiento revelado que viene de las tinieblas, pero que no procede de parte del Señor.
La revelación es para que caminemos por ella. Es para que todos caminemos y nos movamos por medio de esa revelación.
¿Qué es revelación? Revelación tiene que ver con lo que Dios ha establecido y por lo cual el hombre tiene que caminar. Una definición bien sencilla está en las Sagradas Escrituras: es lo que Dios ha establecido. No es negociable. Dios no lo presenta para que el hombre lo pondere y si le gusta pueda caminar por ello. No, no es negociable.
Lo que Dios ha establecido se lo da a conocer al hombre, y el hombre tiene que ajustarse a lo que Dios ha establecido. La mujer tiene que ajustarse a lo que Dios ha establecido. La revelación no es otra cosa más que la disposición de Dios para el hombre, para la mujer, para que camine por él.
Tres Procesos de la Revelación
En esta enseñanza he seccionado la enseñanza en tres procesos para que podamos tener entendimiento acerca de cómo es que surge la revelación, en qué consiste la revelación y qué es lo que Dios quiere que nosotros hagamos con la revelación.
Primer Proceso: La Degradación Espiritual del Hombre
El primer proceso tiene que ver con precisamente la degradación espiritual del hombre. ¿Por qué no tenemos revelación? ¿Por qué desconocemos la revelación? ¿Por qué no podemos caminar en la revelación? Es porque el hombre ha caído en degradación espiritual.
La Ceguera Espiritual
Voy a ir a Segunda de Corintios capítulo 4, versículo 4. Observe lo que dice: «En los cuales el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios».
El dios de este siglo (y usted sabe perfectamente, y si no lo sabe, hoy lo sabe muy bien, el dios de este siglo es Satanás) cegó los sentimientos de los incrédulos para que no les alumbre la luz de Cristo.
Alguien podría decir: «Ah bueno, pero ese texto se está refiriendo a los que no han creído en el Señor. Ese texto se está refiriendo a los impíos, a los pecadores, a los que están fuera de una iglesia». Y yo tengo que decirle: no. Este texto se está refiriendo a todos.
¿Por qué dice «incrédulos»? Tengo que decirle una cosa: incrédulo es el que no cree, y usted lo sabe perfectamente. Y sabe perfectamente que dentro de una congregación pueden haber más incrédulos que a veces fuera de una congregación.
Incrédulo no es el que está fuera de una iglesia. Incrédulo no es el pecador. Incrédulo no es el impío, aunque los puede incluir a todos ellos. Pero incrédulo es aquel que no está dispuesto a caminar en lo que Dios ha establecido como el camino que cada uno debemos de andar.
Por lo tanto, la forma de operar del enemigo es hacernos caer en duda acerca de lo que estamos recibiendo de parte de Dios. Usted lo mira claramente en el libro de Génesis, en el capítulo 3, cuando la serpiente contratada por Satanás para hacer caer a Eva y eventualmente a Adán, le dice: «¿Conque Dios os ha dicho…?». Eso lo que significa es introducir duda, introducir sospecha de que hay algo aquí que yo no sé y que he sido engañado.
Lo primero que el enemigo busca hacer es que dudemos de aquello que el Señor nos ha dicho. Por eso dice allí que el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos para que no les alumbre la luz de Cristo.
En este primer proceso, que es el proceso de degradación espiritual, el enemigo precisamente hace caer al hombre, hace caer a la mujer en incredulidad. Y cuando el hombre, y escuche bien esto, y cuando la mujer cae en incredulidad, se cegó. Hay ceguera espiritual y, por lo tanto, no puede ver lo que está sucediendo ni lo que Dios está haciendo en su vida. No lo puede ver. ¿Por qué? Porque hay una ceguera, cayó una ceguera, y es una ceguera espiritual.
Lo que se nos está presentando aquí es que la razón del por qué muchos (y me estoy refiriendo, por cierto, a hombres y mujeres que nos hemos confesado como creyentes, seguidores, discípulos de Cristo Jesús) no podemos caminar en la revelación, es precisamente porque hay una ceguera espiritual. Hay una ceguera, y de todo cuestiona, todo lo pone en duda, todo lo critica, todo lo señala, todo lo hace a un lado.
En el libro de Hechos de los Apóstoles, capítulo 17, cuando el apóstol Pablo había sido perseguido desde Filipos, llega a Tesalónica, Berea, finalmente se detuvo en Atenas. Cuando el apóstol decide predicarles a los atenienses, dice la palabra que cuando él estaba hablando acerca de la resurrección de Cristo Jesús, inmediatamente ellos dijeron: «Te escucharemos en alguna otra ocasión». Pusieron en duda lo que el apóstol les estaba declarando, y es exactamente lo que sucede en la vida de todo hombre y la vida de toda mujer.
Estoy diciendo esto precisamente para que cada uno de nosotros nos evaluemos: ¿Estoy yo en esa condición? ¿Estoy yo en esa situación? ¿Todo lo cuestiono? ¿Todo lo pongo en duda? ¿Todo lo señalo y lo hago a un lado y lo cuestiono?
Quiere decir entonces que hay una ceguera espiritual. Mientras el hombre tenga esa ceguera espiritual, mientras la mujer tengamos esa ceguera espiritual, no cabe la revelación.
Venciendo la Ceguera Espiritual
¿Qué es lo que tenemos que hacer? Quiero ir ahora al libro de Mateo, en el capítulo 4, versículo 16, que es una referencia del libro del profeta Isaías. Dice: «El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región y sombra de muerte, luz les resplandeció».
¿Qué es lo que nosotros debemos de hacer para poder vencer la ceguera espiritual, para poder vencer la degradación espiritual en la que hemos caído o en la que nos hemos movido por muchos años?
Exponernos. Exponernos ante la palabra. Exponernos ante el Espíritu de Dios. Y no dudar de lo que se nos está diciendo. Y no cuestionar de lo que se nos está hablando, sino abrir la posibilidad, o mejor dicho, abrirnos a la posibilidad de que aquello que estamos escuchando es la única forma.
Lo voy a leer nuevamente: «El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región y sombra de muerte, luz les resplandeció».
Muchos podemos decir: «Sí, pero ese texto se está refiriendo a Cristo Jesús». Sí, efectivamente. Pero usted sabe perfectamente que a muchas personas se les ha hablado acerca de Cristo, pero no vienen a Cristo Jesús. Y hay muchos creyentes a los cuales se les ha hablado de las obras portentosas de Jesús, y muchos resultan diciendo: «Eso era del tiempo pasado. Eso era para los judíos. Eso es para otra época, no para nosotros».
Desde el momento mismo en que nosotros cerremos la posibilidad de que esta palabra puede ser para mí el día de hoy, no voy a salir del oscurantismo espiritual en el que he vivido prácticamente toda mi vida.
¿Qué es lo que debemos de hacer? Yo tengo que exponerme ante la palabra. Yo tengo que exponerme ante el Espíritu de Dios. Yo tengo que permitir que la luz se introduzca a mi vida, que la luz se establezca en mi vida. Y eso significa no solamente haber aceptado a Cristo Jesús. Eso significa: esta palabra es para mí. ¿Esta palabra se tiene cumplimiento en mi vida o esta palabra solamente es para otro?
Cuando yo veo la posibilidad de que esta palabra me aplique a mi vida, entonces la luz se está estableciendo en lugares o en regiones de sombra de muerte.
¿Qué tenemos que hacer? No cuestionar. Es exponernos ante la palabra. Es permitir que la palabra ilumine, es permitir que la palabra limpie, que la palabra purifique. ¿Por qué? Porque es la única forma para que entonces aquella ceguera espiritual pueda desaparecer y conozcamos y caminemos en la revelación del Señor.
Un Proceso Progresivo
Quiero darle otro texto: Segunda de Corintios, capítulo 5, versículo 17. Este es un texto que todos lo conocemos, todos sin excepción lo conocemos, pero que lo hemos entendido parcialmente. Lo leo: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas».
Lo conocemos: «Las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas». Pero hace unos segundos dije: hasta cierto punto lo hemos entendido parcialmente. ¿Por qué?
Porque si bien es cierto lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario es un acto puntual, es un acto completo, es un acto total. No le faltó nada a lo que Jesús hizo en la cruz del Calvario. No le faltó nada. Él lo cumplió todo, lo completó todo.
El problema somos nosotros, porque no se aplica en la misma forma como Jesús lo hizo en el Calvario. Jesús lo completó todo, pero cuando nosotros venimos a Jesús, no se completa de la misma forma como Jesús lo hizo en la cruz del Calvario, sino que se va completando en la medida en que nosotros nos vamos exponiendo ante la palabra.
Este texto, y lo voy a leer de nuevo: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas». ¿Cómo debemos de entenderlo? Debemos de entenderlo en esta forma: las cosas viejas están pasando y aquí todas están siendo hechas nuevas. Así es como debemos de entenderlo.
Repito, y quiero que quede bien claro esto porque es importante: No es que Jesús lo hizo parcialmente. Jesús lo hizo total, lo hizo completo. El problema somos nosotros, que cuando venimos a Cristo Jesús, en nosotros no se hace total y completo como Cristo Jesús lo hizo en la cruz del Calvario.
Por lo tanto, tenemos que tener claro que es en la medida en que cada uno de nosotros nos vamos exponiendo ante la palabra, en la medida en que cada uno de nosotros vamos viendo la posibilidad de que esa palabra se aplique en nuestras vidas y sujetándonos a ella, en esa medida las cosas viejas van a ir pasando.
Quiero mostrárselo por la misma palabra. Vamos a ir a Romanos capítulo 12, versículo 2: «No os conforméis a este siglo», y ahora tome nota de lo que sigue a continuación. Si usted acostumbra a subrayar su Biblia, esta es la parte que deberíamos de subrayar: «sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento».
Las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas. Cristo Jesús lo hizo total, Cristo Jesús lo hizo completo, pero no sucede con nosotros de la misma forma. ¿Por qué? Porque no todos nos exponemos completamente ante el Señor. No todos nos exponemos completamente.
Usted va a descubrir, si es que no lo ha descubierto ya, que muchos hombres, que muchas mujeres le entregamos cierta parte de nuestras vidas al Señor, y hay partes que nos las reservamos para nosotros.
Lo voy a repetir porque esto es bien importante: muchos, por no decir la totalidad de nosotros, le entregamos ciertas partes al Señor, pero nos reservamos para nosotros mismos muchas otras partes. Y esa reserva de partes en nuestras vidas es lo que no nos permite que todas las cosas viejas pasen.
¿Lo estamos entendiendo ahora? Porque muchos de nosotros no le hemos confesado todo al Señor. Muchos de nosotros vinimos a Cristo Jesús: «Señor, yo te acepto, yo reconozco que tú eres Señor y Cristo, te acepto como mi Salvador». Pero nos reservamos cosas. No se las hemos confesado al Señor, y por lo tanto, como no se las hemos entregado, esas áreas son áreas oscuras, y precisamente por esas áreas oscuras es que no hemos podido caminar en revelación.
Le voy a leer nuevamente el versículo 2: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestra mente».
Tenemos que renovar las cosas. ¿Cómo renovamos nuestras vidas? ¿Cómo las renovamos? En la medida en que vamos sacando a la luz aquellas áreas oscuras, aquellas cosas que han quedado oscuras, que nadie las sabe, que nadie las conoce, y preferimos que sigan siempre así hasta que partamos de esta vida.
«Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas». En la medida en que cada uno de nosotros nos vamos exponiendo ante la palabra, en la medida en que cada uno de nosotros nos vamos sujetando a la palabra («esa palabra es para mí, esa palabra yo tengo que caminar, yo tengo que sujetarme a esa palabra»).
Otro texto que quiero mostrarles: Segunda de Corintios, capítulo 4, versículo 16: «Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día».
Se renueva de día en día. ¿Cómo se renueva? En la medida en que nos exponemos, en la medida en que yo me sujeto a la palabra.
«Esta palabra es buenísima para mi vecino. Esta palabra es excelente para mi hermano. Esta palabra es lo que mi familiar tal necesita saber». No, no, no es así. Esta palabra es para mí. Esta palabra es para mí. Y yo no estoy caminando por esa palabra. Yo no estoy siguiendo esa palabra.
¿Lo estamos entendiendo? En la medida en que yo me expongo ante esta palabra y me sujeto a esta palabra, en esa medida las cosas viejas van a ir pasando.
¿Por qué no hemos podido caminar en revelación? Porque muchos de nosotros estamos viendo para un lado y estamos viendo para el otro lado, estamos viendo para aquí, estamos viendo para allá, pero no estamos viendo para lo que nos compete a cada uno.
El apóstol Pablo lo dijo claramente en Filipenses: «Yo no pretendo haberlo alcanzado todavía, pero una cosa hago: olvidando ciertamente las cosas que quedan atrás» (es decir, no poniéndole atención a aquellas cosas), «sino que voy tras de lo que el Señor me está presentando, porque todas aquellas cosas yo ya las saqué a la luz. No las dejé olvidadas, no las dejé escondidas. Ya todas las cosas pasadas las saqué a la luz, todas se las entregué al Señor. Y en los casos o en los momentos donde yo tengo que haber recobrado ante los demás a quienes yo ofendí, yo fui ya con cada uno de ellos».
Esto es precisamente rompiendo el proceso de la degradación espiritual. Mientras nosotros no hagamos eso, vamos a estar tan ciegos como cuando estábamos en el mundo. Porque la vida en Cristo Jesús es caminar en revelación, para que entonces ganemos la autoridad para que todas las fuerzas de las tinieblas sean puestas bajo los pies de Cristo Jesús.
Segundo Proceso: La Restauración
Vamos a pasar al segundo proceso. Quiero llevarlo a Segunda de Corintios capítulo 6, versículo 17: «Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré».
Pasamos al segundo proceso. El segundo proceso tiene que ver con la restauración, con la restitución. Tiene que ver con volver al lugar, a la posición donde realmente Dios nos ha querido tener siempre.
Usted conoce Efesios capítulo 4, versículos 22 al 24: «Despojaos del viejo hombre y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad».
¿Qué es lo que tenemos que hacer para entrar a este proceso de restauración? Leo de nuevo el versículo 17: «Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré».
El Mundo Dentro de la Iglesia
Tengo que decirle algo, y es que lamentablemente la iglesia contemporánea (y esto, aunque no nos guste escucharlo) ha permitido que el mundo se introduzca dentro de ella. Y así caminamos muchos hombres y muchas mujeres hoy en día.
La iglesia contemporánea, el pueblo de Dios, ha permitido que el mundo se introduzca dentro de ellos y están caminando con bagajes que son parte del mundo. Mientras nosotros caminemos de esta manera, vamos a continuar en la ceguera espiritual. Mientras nosotros mantengamos los elementos del mundo dentro de nosotros, vamos a seguir caminando en una ceguera espiritual.
Hoy en día hay muchas personas que están buscando de Dios (y cuando yo digo que están buscando de Dios, están buscando legítimamente, con un corazón sincero, con un corazón recto), pero no pueden ver ni pueden experimentar la obra de Dios. ¿Por qué? Porque lo están haciendo a su manera, porque están desoyendo esta palabra. No quieren sacar al mundo de dentro de sí mismos, y mientras eso suceda, no va a acontecer nada.
«Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo».
Hoy en día el pueblo de Dios está caminando con componentes del mundo dentro de sí mismo.
Ejemplos de Contaminación Mundana
Le voy a presentar varios ejemplos para que vayamos viendo y pesando realmente cómo está viviendo el pueblo de Dios.
Agorería: Hay una buena cantidad, un buen porcentaje de pueblo de Dios que está viviendo bajo conceptos de agorería. ¿Sabe lo que es agorería? Hay una gran cantidad de hombres y de mujeres de Dios que están caminando bajo conceptos de agorería.
Le voy a presentar un ejemplo: ¿Se ha dado cuenta cuando hay hombres y cuando hay mujeres (y estoy hablando del pueblo de Dios, por supuesto) que cuando están hablando mayormente de los beneficios que han alcanzado («obtuve un buen trabajo, obtuve una buena carrera, estoy haciendo esto, estoy haciendo lo otro»), tocan madera? ¿Lo conoce?
Eso es del mundo, y eso es agorería. Un hombre de Dios no tiene que hacer eso. Una mujer de Dios no tiene que hacer eso. ¿Por qué? Porque el mundo se introdujo y le ha dicho: «Para que no te venga esto, tienes que hacer esto». Tocar madera es un concepto agorero, pero hay muchas personas dentro de la iglesia que caminan de esa forma.
Usted ha visto niños recién nacidos, me estoy refiriendo a bebés dentro del pueblo de Dios, que utilizan un cintillo rojo atado en su mano. Usted lo ha visto. Eso es agorería, pero están dentro de la iglesia. Y son hombres y mujeres confesos que se han apartado del pecado, pero están viviendo en agorería.
«Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré».
Mientras nosotros sigamos caminando en las costumbres, en los estilos de vida que este mundo nos ha impuesto, no podremos caminar en revelación. ¿Por qué razón? Porque el dios de este siglo cegó los entendimientos de la gente para que no les alumbre la luz de Cristo.
Hechicería: Hay gente, hay pueblo de Dios que está caminando en hechicería. Aunque a usted le resulte difícil creer esto que le estoy diciendo, hay gente que está trabajando y que está caminando en hechicería. ¿Por qué? Porque han integrado costumbres de hechicería y las han integrado dentro de sus modelos de vida.
¿No se ha dado cuenta lo que hacen los comerciantes cuando obtienen la primera venta del día? Revíselo. Eso es hechicería. El mundo se ha introducido, pero no queremos sacar al mundo de nosotros. Invocamos al Señor, pero seguimos en las prácticas del mundo. No se puede caminar así.
Un hombre o una mujer que no está caminando en la revelación del Señor es un hombre, es una mujer que está atada por Satanás.
El Árbol de Navidad y las Costumbres Paganas
Este tiempo de fin de año, particularmente en Latinoamérica, está cargado de muchos elementos de hechicería, está cargado con muchos elementos de espiritismo, está cargado con mucha contaminación.
Yo tengo que hablar del árbol de navidad. El árbol de navidad es apostasía, eso es apostasía pura. Pero cuántos hombres y cuántas mujeres dentro del evangelio mantienen estas costumbres.
Yo tengo que decirles, hermanos: yo acostumbré en un momento de mi vida a poner árbol. Sí, yo tengo que decirlo. Pero cuando el Señor se reveló a mi vida y me dio a entender lo que significa un árbol de Navidad en la casa de un hombre de Dios y cuán abominable es para el Señor, entonces esa costumbre fue sacada fuera.
Yo les conté hace uno o dos episodios atrás que vi en una imagen (alguien presentó en un medio social) una imagen donde se había dividido en dos secciones: por una parte era un árbol de navidad, y la otra parte era una cruz. Y eso es abominación al Señor.
En este tiempo, hermanos, en este tiempo de fin de años, es un tiempo de mucha contaminación, de mucha contaminación espiritual, precisamente por los elementos que se han integrado.
Un árbol de navidad no nace ni hace referencia al nacimiento de Cristo Jesús. Así pretenden muchos presentarlo, pero ese acto nació en la idolatría romana del imperio romano, dedicado al dios romano del sol. La iglesia católica lo introdujo para atraer a todos los que se afiliaban, para mantenerlos dentro de su seno, y de allí ha pasado a todas las denominaciones.
Jesús no nació en esa fecha. Jesús no nació un 25 de diciembre. Algunos pueden decir: «Pero ¿qué importa la fecha que haya sido? En realidad, lo que nosotros estamos es celebrando el nacimiento de Cristo Jesús».
Bajo esos términos no se puede, porque estamos entrando en lo que el mundo ha establecido y estamos abrazando lo que el mundo ha establecido. Por lo tanto, no estamos rescatando nada ni estamos celebrando, como hay quienes lo dicen, sino que estamos siendo contaminados por el reino de las tinieblas.
Y volvemos de nuevo a Segunda de Corintios capítulo 4: el dios de este siglo cegó los entendimientos de los incrédulos para que no les alumbre la luz de Cristo.
Por lo tanto, nosotros tenemos que entender que mientras nosotros nos sujetemos a lo que el mundo ha establecido, la ceguera espiritual no saldrá de nuestra vida.
El Llamado a la Separación
Otro texto que quiero que revisemos está en el libro de Isaías, capítulo 55, versículo 7: «Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar».
«Vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar».
Tenemos que abandonar todas estas costumbres. Tenemos que repudiarlas. No podemos acarrear nada del mundo para servir al Señor. No podemos. No funciona así.
¿Sabe lo que es revelación? Se lo acabo de explicar hace unos minutos atrás: revelación es lo que Dios ha establecido, y no es negociable.
Esta es la forma, dice Dios. Esta es la forma como el hombre se debe de acercar a mí. Esta es la forma como la mujer se debe de acercar a mí. Y el hombre no puede decir, la mujer no puede decir: «Pues yo voy a innovar, y acéptame porque esos son mis términos». No podemos hacer eso.
Precisamente por hacer eso es que el Señor nos repudia. ¿Por qué? «Por cuanto no fuiste frío ni caliente, sino tibio, te vomitaré de mi boca».
Y esto es algo que nosotros debemos de entender. Muchos decimos: «Pero Dios lo que mira es la intención de mi corazón. Dios sabe que en el fondo yo en realidad le quiero servir».
Sí, Dios mira el corazón. Lo dice Primera de Samuel. Pero no quiere decir con eso que Él te va a atender precisamente por la intención que tú tuviste. Te va a atender por la acción que estuviste dispuesto a llevar.
La vida de fe no se trata de intenciones del corazón. «Yo tengo la buena intención, el Señor lo sabe, el Señor lo conoce». Pero si no nos movemos en función de lo que hay en nuestro corazón, si eso es real, en realidad es como si no hubiéramos hecho nada. Es como si no hubiéramos hecho absolutamente nada.
Caín y Abel: Dos Formas de Acercarse a Dios
Otro texto en el libro del profeta Ezequiel, capítulo 18, versículos 30 al 32: «Por tanto, yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, oh casa de Israel, dice Jehová el Señor. Convertíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina. Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis prevaricado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis».
¿Por qué no podemos o no hemos podido vencer la ceguera espiritual? ¿Por qué no hemos podido salir de la degradación espiritual? Porque no queremos sacar el mundo de nuestras vidas. Queremos seguir caminando sirviéndole al Señor con todas las costumbres que nos ha impuesto el mundo, y que a nosotros nos gusta, y que a nosotros nos ha deleitado por años. Y queremos caminar con todas ellas.
Tenga presente que la historia humana comenzó precisamente con dos hombres, Caín y Abel, presentándose ambos como ofrenda al Señor. Una fue aceptada, la otra fue rechazada.
Tengamos presente esto: no es «como yo, acéptame Señor, acéptame porque yo tengo buena intención y lo hago con toda la disposición de mi corazón». No, no, no.
Revelación es lo que Dios ha establecido. Dios lo estableció. Sujétate tú a ello. No es «sujétate Dios a mi disposición, sujétate Dios a mi intención». No, eso no es revelación.
Caminar en revelación es: yo me sujeto a lo que Dios ha establecido.
- Si Dios ha establecido que esto es abominación, yo tengo que verlo como abominación.
- Si Dios ha establecido que yo no puedo caminar bajo costumbres de agorería, yo tengo que entender que eso yo no lo puedo seguir haciendo.
- Si Dios ha establecido que no puedo caminar bajo costumbres de hechicería, bajo costumbres de brujería, bajo costumbres de espiritismo, bajo costumbres de misticismo, yo tengo que entender que eso es abominación al Señor.
Y yo tengo que sacarlo. Mis costumbres tienen que ser transformadas.
Hay gente que todavía recurre al horóscopo. Hay gente que todavía recurre a la suerte. Cada vez que nosotros accedemos a algo que está fundamentado o basado en la suerte, que está fundamentado o basado en algo «at random», eso es haber acudido a la suerte. Las probabilidades, las posibilidades, eso no va con un hombre de Dios. Eso no va con una mujer de Dios.
Pero si yo no entiendo que eso es abominable al Señor y lo quiero, me aferro en seguirlo manteniendo, yo me estoy convirtiendo en abominación también ante el Señor. Porque Él abomina aquella práctica, y si yo la abrazo, yo también me estoy convirtiendo en una abominación al Señor.
Es conveniente que cada uno de nosotros revisemos nuestras costumbres, nuestras palabras, que revisemos nuestro vocabulario, que revisemos nuestras acciones, que revisemos nuestros hechos. Y usted va a descubrir que hay un buen porcentaje de conducta agorera, de conducta espiritista, de conducta de hechicería, de conducta de brujería todavía dentro del pueblo de Dios.
Todo eso yo tengo que entenderlo. Esto es abominación al Señor, y por lo tanto yo tengo que verlo también de igual manera.
Tercer Proceso: El Establecimiento de la Revelación
Cuando yo empiezo a ver las cosas como Dios las ve, ahora yo la tengo que afirmar en mi vida. Ahora yo tengo que caminar con ella. Cuando camino por ella, es entonces cuando la revelación se ha confirmado, se ha afirmado en mi vida.
Quiero ir al libro del profeta Miqueas, capítulo 6, versículo 8: «Oh hombre, él te ha declarado qué es lo bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios».
Dios ha establecido ya la forma como el hombre debemos de caminar. Dios lo ha establecido. Yo tengo entonces que caminar, que sujetarme a esa palabra y comenzar a caminar. Yo tengo que hacer justicia, amar misericordia y humillarme para andar con mi Dios.
Otro texto: Jeremías, capítulo 9, versículo 24: «Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová».
¿Se revela Dios al hombre? ¿Se revela Dios a la mujer? Y la respuesta es: sí. Dios se ha revelado y se sigue revelando, porque es la naturaleza de Dios.
Dios nos dice lo que a Él le abomina, y Dios nos dice cuál es el camino por el cual nosotros debemos de caminar. Los dos textos que acabo de leer, el Señor nos enfatiza: justicia, juicio, misericordia. «Porque estas cosas quiero, dice Jehová».
Caminando en Santidad
En el Nuevo Testamento, en Primera de Pedro, capítulo 1, versículo 14, encontramos esta palabra: «Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir».
Y en la enseñanza de la semana pasada estudiamos que santidad tiene que ver con limpieza de contaminación, es sacar toda contaminación, todo lo que no le agrada al Señor. Yo tengo que sacarlo.
En la medida en que sacamos contaminación de carne y de espíritu, como dice Segunda de Corintios 7:1, en esa medida vamos santificando, vamos perfeccionando la santidad en el temor del Señor.
Conclusión: Ganando Autoridad Espiritual
¿Qué necesito yo para ganar autoridad frente a las tinieblas?
Segundo atributo (la enseñanza de esta noche): yo necesito caminar en revelación.
En la medida en que yo me sujeto a la palabra, en esa medida estoy ganando autoridad. Y si no, revisemos Mateo capítulo 4: «Escrito está, escrito está, escrito está».
En la medida en que yo camino por lo que la palabra establece, en esa medida estoy ganando autoridad frente a las tinieblas.
Que el Dios eterno, el Todopoderoso, en mi oración, que el Dios eterno, que el Todopoderoso abra tu entendimiento para que esta noche pueda ser quitada la ceguera espiritual. Aquella ceguera espiritual que te ha dicho: «No hay necesidad de ser tan drástico, o de ser tan radical». Que sea quitada esa ceguera que te ha dicho: «No hay necesidad de ser tan fanático. Dios mira el corazón, Dios mira la intención del corazón».
¿Te has dado cuenta, te has dado cuenta por la palabra y por el testimonio del Espíritu de Dios, que Dios está esperando algo más que sencillamente una buena intención? Dios está esperando algo más.
Que el Dios eterno, el Todopoderoso, pueda quitar esa ceguera.
En el nombre de Jesús te bendigo. La paz del Señor sea contigo.
Amén.