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De Abraham a Nosotros: La Fe se Fundamenta en la Capacidad de Seguir Instrucciones


Introducción

Bendito sea Dios y Padre nuestro, quien nos concede la gracia y la misericordia para poder presentarnos ante Su presencia y exponernos a Su palabra. La paz del Señor sea contigo y con tu casa.

Estamos en el tiempo que el Señor ha preparado para presentarnos delante de Su palabra, para ser instruidos, corregidos y, sobre todas las cosas, preparados para la obra del ministerio al cual el Señor nos ha llamado.

Hemos iniciado una nueva serie de enseñanzas acerca del tema de la fe. En todos los círculos creyentes se habla sobre la fe, pero ¿tenemos un concepto claro de qué es la fe y para qué sirve? Aunque tenemos textos básicos que repetimos constantemente, en la práctica muy pocos hombres y mujeres de Dios tienen un conocimiento claro de qué es realmente la fe y para qué sirve.

En la mayoría de los casos, asumimos que la fe es aquello que nos sirve para presentarnos con seguridad ante la presencia del Señor cuando tenemos una situación que amerita la intervención de Dios. De lo contrario, por lo general somos nosotros mismos quienes resolvemos todas nuestras situaciones. La fe viene a ser una virtud que solamente nos ayuda para que el Señor nos socorra en los momentos en que las situaciones se han salido de nuestro control y de nuestra autoridad.

Es importante que cada uno de nosotros, hombres y mujeres de Dios que hemos sido llamados para establecer Su voluntad sobre la tierra y proclamar proféticamente la venida de Jesús el Cristo, aprendamos a conocer la fe y a vivir por medio de ella.

En el Evangelio de Mateo, capítulo 24, Jesús dice que «por haberse multiplicado la maldad en aquellos días, el amor de muchos se enfriará». El apóstol Pablo, de igual manera, en Gálatas capítulo 2, versículo 20, escribe: «ya no vivo yo, Cristo vive en mí; y lo que vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios».

Los últimos tiempos son tiempos sumamente difíciles. Los tiempos previos a la venida de Jesús el Cristo no se tratan únicamente de confesar que Cristo viene, sino de saber vivir conforme a lo que Él ha determinado, porque son tiempos peligrosos y el enemigo está buscando que la mayoría de los que han confesado su fe en Jesús el Cristo no puedan perseverar hasta el fin.

El apóstol Pablo dice claramente que son tiempos sumamente peligrosos. El Espíritu de Dios está dando testimonio acerca del peligro que envuelve todos estos tiempos. Por eso somos llamados para establecer fe sobre la tierra, para que cuando el Señor venga encuentre fe y un pueblo preparado, un pueblo apercibido.

Sabemos que la palabra establece que Él viene por una iglesia sin mancha y sin arrugas. Esas manchas y arrugas son todos aquellos eventos, situaciones y circunstancias que intervienen y perjudican la fe, porque la fe es lo más importante que debe prevalecer en estos últimos tiempos.

Preceptos Fundamentales sobre la Fe

En la enseñanza anterior establecimos varios preceptos básicos que debemos recordar:

Primero: La fe es una virtud espiritual. Esto no debemos perderlo de vista, porque si no tenemos un concepto claro y una definición precisa de lo que es la fe, no podremos caminar en aquello que desconocemos.

Segundo: La fe le pertenece a Dios. El hombre no puede generar fe. No hay dos tipos de fe, como muchas veces se dice popularmente: una fe material o humana y una fe espiritual. No hay más que una sola fe, como la palabra misma lo declara, y esta le pertenece a Dios. El hombre no puede generar fe por sí mismo.

Tercero: La fe la otorga Dios por Su gracia y Su misericordia. «No es del que corre, ni del que quiere, sino de aquel de quien Dios tiene misericordia». Por eso establecimos que no de todos es la fe, porque precisamente la fe la entrega Dios por medio de Su gracia y Su misericordia.

Cuarto Precepto: La Fe se Fundamenta en la Capacidad de Seguir Instrucciones

En esta enseñanza quiero agregar un precepto más que nos ayude a entender la fe para que cada uno de nosotros pueda caminar por ella:

La fe le pertenece a Dios, Él la entrega, y está fundamentada en la capacidad que cada uno de nosotros tiene para seguir instrucciones.

Ejemplo 1: El Ciego de Nacimiento

Comencemos con el Evangelio de Juan, capítulo 9, versículos 1 al 7:

«Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.»

La fe está fundamentada en la capacidad que cada hombre y cada mujer tiene para seguir instrucciones. En este primer ejemplo vemos que el ciego no pidió la intervención; tal vez ni siquiera sabía que Jesús estaba cerca de él. Pero Jesús tomó la iniciativa, le untó lodo en los ojos y le dio una instrucción: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé». Eso fue lo único que le dijo.

El ciego, aunque no tuvo la iniciativa de pedir sanidad, siguió la instrucción. Se fue al estanque de Siloé, se lavó como Jesús le había dicho y regresó viendo. Entre el lugar donde estaba Jesús y el estanque había una distancia considerable, lo que significa que el ciego caminó una gran distancia con lodo en sus ojos. Probablemente hubo murmuración al verlo caminar así, pero eso no le importó: siguió la instrucción, se lavó y regresó viendo.

Ejemplo 2: El Hombre con Fe para Ser Sanado

En Hechos de los Apóstoles, capítulo 14, versículo 9, encontramos:

«Éste oyó hablar a Pablo; el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado…»

La fe se puede ver. Para un hombre o una mujer que ha desarrollado sensibilidad espiritual, ver la fe es posible. ¿Pero qué es lo que se ve? Se ve la disposición de seguir instrucciones. Cuando dice que Pablo vio que tenía fe, está diciendo que vio en esa persona una disposición de seguir instrucciones.

Ejemplo 3: La Incredulidad Impide las Maravillas

En el Evangelio de Mateo, capítulo 13, versículos 57 y 58:

«Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos.»

¿Cómo se mide la incredulidad? En la incapacidad que la gente tenga de seguir instrucciones. La fe se fundamenta en la capacidad que el hombre y la mujer tengan de seguir instrucciones.

Una mujer que no esté dispuesta a seguir instrucciones no puede desarrollar fe; es imposible. ¿Por qué? Porque la fe comienza precisamente con una instrucción que Dios da. Cuando el hombre acepta la instrucción, cuando la mujer acepta la instrucción y la ejecuta, hay una semilla que es sembrada en el corazón y en el espíritu, y comienza a generarse fe.

¿Cuándo es que la Fe se Hace Fe?

Esta es la pregunta central que queremos responder en esta enseñanza. La capacidad que el hombre y la mujer tengamos de seguir instrucciones es lo que habilita que Dios pueda sembrar una semilla en cada uno que pueda germinar y producir fe.

Si no estamos dispuestos a seguir instrucciones, si no estamos dispuestos a seguir recomendaciones, no hay forma ni posibilidad de desarrollar fe.

Lo primero que debemos entender cuando estamos delante de la presencia del Señor y decimos «Señor, dame fe», es que lo próximo que viene es una instrucción.

Muchos de nosotros hemos tenido la idea de que cuando le decimos al Señor «dame fe», de momento viene un impacto y comenzamos a ser hombres y mujeres de fe. No funciona así. Esa es una idea que tenemos, pero no está fundamentada en la palabra de Dios. Esa es una idea que nos ha inculcado la filosofía religiosa, pero no es como Dios obra.

Tenemos ideas demasiado mágicas, ideas demasiado esotéricas, donde de momento hay un cambio y el hombre y la mujer sienten un impacto. No funciona así. La fe comienza cuando el hombre y la mujer están dispuestos a seguir instrucciones.

Y esto no solamente de Dios de forma directa, sino también por el medio que Dios escoja para darnos la instrucción. Es fácil seguir una instrucción cuando escuchamos la voz de Dios que nos habla directamente, pero Dios tiene vasos de honra que Él utiliza para darnos instrucciones. Aquí es cuando la situación se vuelve más difícil, porque muchos hombres y mujeres de Dios no están dispuestos a recibir una instrucción de alguien semejante a ellos.

Cuántas veces hemos escuchado: «Yo tengo cobertura de Dios, pero no cobertura del hombre». No sucede así en el mensaje del Evangelio. Dios utiliza hombres y mujeres para darnos instrucciones. La capacidad que nosotros tengamos de seguir la instrucción es realmente lo que va a permitir que seamos capaces de recibir fe, la virtud espiritual de Dios que nos hace hombres y mujeres que le creemos a Dios y a Su obra.

El Modelo de Abraham

Para trabajar este tema vamos a usar el modelo de Abraham, guiados por la pregunta: ¿cuándo es que la fe se hace fe?

Primera Etapa: La Instrucción Inicial

Génesis 12:1-4:

«Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram como Jehová le dijo, y fue con él Lot; y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.»

Lo primero que Abraham recibe es una instrucción, y sobre esa instrucción es que comienza a desarrollarse el proceso de la fe. Porque la fe es un proceso, un desarrollo espiritual que transforma al hombre y a la mujer de tal forma que el «después» no es el mismo que el «antes». Hay una transformación completa porque la fe transforma la vida.

En el caso de Abraham lo vemos claramente. Si notamos en el versículo 1, dice «Pero Jehová había dicho a Abram». Más adelante es que Dios le cambia el nombre a Abraham. ¿Por qué? La fe tiene la capacidad de transformar la sustancia del hombre. La fe tiene la capacidad de deshacer una sustancia que es la sustancia humana, la sustancia adámica, y provocar una sustancia completamente diferente.

Hubo una transformación genética, no solamente una transformación de personalidad, carácter o conducta. Hubo una transformación genética completa en él. Eso es la fe. La fe no es solamente la capacidad o virtud de un hombre o mujer para creerle a Dios. No es solamente una sustancia que nos ayuda a decir «sí, Señor, entiendo y lo voy a hacer como tú dices». Hay una transformación completa y sustancial en la vida de la persona.

Primera Enseñanza: Seguir las Instrucciones Literalmente

«Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.»

Pero en el versículo 4 dice: «Y fue Lot con él.»

Abraham no estaba siguiendo la instrucción literalmente. Parentela tiene que ver con familia, y la casa del padre tiene que ver con familia también. Pero se llevó consigo a Lot. No le dijo «llévate a Lot».

En esta primera etapa es importante que entendamos: no podemos innovar las instrucciones, no podemos corregir las instrucciones, no podemos modificar las instrucciones. Si el hombre de Dios y la mujer de Dios modifica, posterga o alarga el término de la instrucción, el proceso se extiende.

Es importante notar que Abraham tenía 75 años cuando salió de Harán, y cuando Dios le da realmente la promesa del hijo era de 100 años. Pasaron 25 años. ¿Por qué tanto tiempo? Porque innovamos las instrucciones. No somos llamados para innovar, no somos llamados para modificar, no somos llamados para corregir.

De seguro Abraham pensó: «El Señor no me quiso decir específicamente sobre Lot, pero me lo dejó a mi criterio. Pobre Lot, perdió a su padre, ¿quién va a velar por él?» Como dijo el apóstol Pedro: «¿Es justo obedecer a los hombres antes que a Dios?»

La capacidad que el hombre y la mujer tengan de seguir instrucciones literalmente es lo que inicia el proceso y el desarrollo de la fe.

Primera enseñanza: Las instrucciones no se modifican; se siguen literalmente.

Segunda Etapa: La Motivación Detrás de la Obediencia

Génesis 15:1-4:

«Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un siervo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te herede.»

Hagamos una comparación entre el capítulo 12 y el 15. En el capítulo 12: «Vete de tu tierra y de tu parentela… a la tierra que te mostraré.» Note que no le ofreció hijo. Dios le ofreció tierra.

En el capítulo 15, Abraham empieza a confrontarse con una realidad: «¿Y esta tierra quién la heredará?» Porque Dios no le habló desde un principio de hijo, sino de tierra.

Esto saca a la luz algo importante: cuando estés siguiendo una instrucción, revisa cuál es la motivación que te lleva a seguir esa instrucción.

«Vete de tu tierra… a la tierra que te mostraré.» En ese entonces no le atraía la idea de tener tierra por sí misma. Era la época de la expansión de la civilización, cuando se estaban comenzando a formar los imperios. Un imperio se forma a base de tierras, regiones, extensiones.

La motivación de Abraham estaba fundamentada en poder, gobierno y autoridad. Salió a la luz que Abraham no estaba realmente motivado por la obra de Dios, sino por sus propios intereses.

No sigamos intereses personales, no sigamos intereses particulares, porque las motivaciones tienen que ser depuradas también.

Si Dios desde un principio le hubiera dicho «Abraham, vete de tu tierra… porque yo te voy a dar un hijo», Abraham hubiera pensado que Dios se estaba burlando de él, porque él sabía perfectamente que su esposa era estéril. Eso no era una novedad para él.

Es importante que revisemos cuáles son nuestras motivaciones.

El Uso de Recursos Externos (Génesis 16:1-3)

«Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido.»

Segunda enseñanza: No uses la vía rápida ni te ampares en recursos propios.

Cuando Dios le dice a Abraham en el capítulo 15: «No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te herede», Sarai viene en el capítulo 16 y le dice: «Dios te dijo que el hijo saldría de tus entrañas, no dijo que saldría de mis entrañas. Te doy a mi sierva Agar y el hijo de ella va a ser el hijo que Dios te ha prometido.»

Usaron la vía rápida. Usaron recursos propios para hacer cumplir la palabra del Señor. ¿Por qué? Le querían dar una ayuda a Dios.

Nosotros queremos darle una mano al Señor, queremos ayudarle al Señor, como si Él no tuviera el poder ni la autoridad para hacer lo que Él mismo ha dicho que hará.

Una de las causas por las que tantos hombres y mujeres yerran el camino es porque se vuelven especialistas en interpretar la palabra de Dios a su manera. «A lo mejor Dios quería que yo hiciera esto. No me lo dijo, pero yo tengo que aportar, yo tengo que colaborar.»

Hay que tener mucho cuidado, porque muchas veces los recursos que utilizamos no están avalados por lo que Dios quiere.

¿Hay fe aquí? No, no ha comenzado la fe, pero se ha germinado la fe porque Abraham está siguiendo instrucciones. Pero tenemos que corregir cómo vamos a seguir esas instrucciones.

Segunda enseñanza: No busques la vía rápida ni te ampares en recursos externos, como queriendo auxiliar a Dios. No podemos auxiliar a Dios.

Tercera Etapa: No Evaluar Según Nuestra Realidad

Génesis 18:9-15:

«Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. Entonces dijo: De cierto volveré a ti según el tiempo de la vida, y he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te reíste.»

Tercera enseñanza: No evalúes la palabra de Dios de acuerdo a tu situación. Lo que Dios ha dicho se hará por Su palabra, no por tu realidad presente.

«¿Cómo va a ser posible esto?», dijo Sara. «¿Cómo va a ser posible que una mujer vieja que ya no tiene la capacidad de concebir pueda tener un hijo? Si hubiera sido fértil, está bien, pero ya pasó el tiempo de la fertilidad.»

No evalúes lo que Dios te dijo en función de tu realidad. Es por Su palabra, no por tu criterio, no por los inconvenientes que tengas a tu alrededor. Él es Dios y Él hace como Él quiere. Para Él no hay nada imposible.

Note que ya le cambiaron el nombre a Abraham. En los dos textos anteriores aparecía Abram, pero aquí ya aparece Abraham, lo que quiere decir que ya hubo un cambio, una transformación. Pero todavía la fe no se ha hecho fe, porque todavía siguen evaluando la palabra de Dios en función de su realidad.

Es importante que si queremos pasar al siguiente nivel, cada uno de nosotros nos desprendamos de nuestra realidad. Dios no depende de tu realidad para hacer lo que Él quiere hacer. Dios no depende de mi realidad. Dios no depende de mi criterio para hacer lo que Él quiere hacer, y yo tengo que aprenderlo. Dios no depende de cómo yo evalúe las cosas para poder hacerlo.

Criticar acerca de las cosas lo que puede hacer es estorbar y alargar el tiempo.

«No estoy trabajando», «no tengo», «la condición del país está crítica». ¿Depende Dios de tu opinión? ¿Depende Dios de la realidad del país? ¿Depende Dios de que no tengas trabajo? ¿Depende Dios de la evaluación que cada uno de nosotros tengamos acerca de la vida?

La respuesta es no. Entonces, ¿por qué vamos a insistir presentando opiniones y criterios? ¿Por qué vamos a insistir en seguir evaluando las cosas de acuerdo a nuestra realidad?

Como dijo Balaam: «Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él lo dijo, ¿no lo hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?»

Cuarta Etapa: Abrazar lo Imposible

Génesis 22:1-3:

«Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó y fue al lugar que Dios le dijo.»

En el versículo 2, quiero destacar la forma como Dios se acerca a Abraham: «Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas.»

¿Por qué Dios le presentaba esta descripción? Porque le estaba presentando un imposible. Abraham tenía dos hijos. Si Dios le hubiera dicho «sacrifícame a Ismael», Abraham podría haber dicho «está bien, te lo sacrifico». Pero le dijo «sacrifícame a tu hijo, a Isaac, tu único, al que amas».

Dios le estaba presentando un imposible. «Señor, eso es imposible. ¿Por qué? Porque tú me dijiste que él es quien me heredaría. Porque es el hijo de la promesa. Tú no te puedes negar a ti mismo. Tú no te puedes contradecir a ti mismo. Recuerda lo que me dijiste: ‘el que saldrá de tus entrañas’. Y tú me dijiste que expulsara a Ismael, que no me heredaría aquel sino este. Recuérdate, Señor, que este es el hijo de la promesa.»

Veamos lo que dice Hebreos 11:17-19:

«Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde también le volvió a recibir en sentido figurado.»

Abraham no pensó en ningún momento que Dios estaba equivocado. Abraham no pensó en ningún momento que Dios había cambiado de opinión. Abraham no pensó que la promesa de Dios se truncaba. Pensó: «Si Él me lo está pidiendo, y Él me dijo que él sería el heredero, quiere decir que Dios es tan poderoso que puede devolvérmelo de la muerte.»

¿Sabe cuándo la fe se hace fe? Cuando abrazamos lo imposible.

La fe se fundamenta en la capacidad que nosotros tengamos de seguir instrucciones, y en los cuatro escenarios que hemos revisado, Abraham está siguiendo instrucciones:

  1. Aprendió a seguir instrucciones literalmente
  2. Aprendió a no buscar la vía rápida ni usar recursos externos
  3. Aprendió a no evaluar conforme a su realidad
  4. Ahora está aprendiendo a abrazar lo imposible

La fe se hace fe cuando abrazamos lo imposible.

Génesis 22:15-18:

«Y llamó el ángel de Jehová a Abraham segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único, de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.»

Todo esto se lo dijo en el capítulo 12, no hay nada nuevo. Lo nuevo viene ahora: «Y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.»

La fe se hace fe cuando nosotros abrazamos lo imposible, cuando abrazamos lo que no queremos, lo que va en contra de nosotros.

¿Cuántos de nosotros en esta condición hubiéramos querido entregar, mayormente matar, a nuestro hijo? ¿Cuántos de nosotros en esta misma situación hubiéramos estado dispuestos a hacer lo que Abraham hizo?

«Por cuanto no rehusaste tu hijo, tu único, al que amas… bendiciendo te bendeciré y multiplicando multiplicaré.»

¿Por Qué No Hemos Podido Caminar en Fe?

¿Sabe por qué razón no hemos podido caminar en fe? ¿Por qué razón no hemos podido andar en la fe? Porque pasamos el paso 1, pasamos el paso 2, el paso 3, pero el paso 4 decimos: «No hay necesidad de eso. Yo me resisto, yo me niego a esto. Eso ya no, eso es ir de más. Eso es ser demasiado fanático. Eso es ser demasiado radical. El Señor mira la intención de tu corazón.»

¿Cuántas veces hombres de Dios, cuántas veces mujeres de Dios hemos dicho esto? «Yo lo que miro es tu corazón.» Es la mayor mentira que nosotros hemos establecido como fundamento de nuestra vida espiritual. Porque si bien es cierto que Dios mira el corazón, también mira las acciones que nosotros estamos dispuestos a hacer.

La fe se hace fe cuando estamos dispuestos a abrazar lo imposible, cuando lo imposible no nos detiene. Cuando estamos al final del abismo y no hay nada hacia adelante, no hay nada sobre lo cual vamos a poner pie, pero si Él dijo «sigue adelante», aunque sea imposible, aunque no se pueda, aunque no haya forma, cuando el hombre de Dios y la mujer de Dios están dispuestos a abrazar lo imposible y aún así seguirle creyendo a Dios, ahí es cuando la fe se hace fe.

Muchos no estamos viviendo por fe todavía. Lo digo con dolor, lo digo inclusive hasta con vergüenza. No estamos viviendo la fe todavía porque ha habido muchas excusas y muchos razonamientos filosóficos humanos que nos han llevado a detenernos precisamente en este punto, en este lugar que no hemos querido pasar.

«De todo lo que tienes, Señor, pero a esto no tomes las cosas muy en serio. Evalúame de otra forma, evalúame por los textos que yo sé de memoria, evalúame por los coritos que yo me sé, evalúame por el tiempo que yo he participado en la iglesia. Yo he estado en un púlpito, yo he estado colaborando con los niños, yo he estado colaborando con los hombres, con las mujeres. Evalúame, Señor, por el tiempo que yo he salido a evangelizar.»

Pero no queremos abrazar lo imposible.

¿Por qué no pasamos de la primera etapa? «Vete de tu tierra y de tu parentela… a la tierra que te mostraré.» Nos impresionó la tierra. «¡Guau! Poder, autoridad, gobierno, dominio. ¿Quién no quiere eso?» Pero ese es un sentimiento, pero eso es producto de la carne.

«Señor, yo quiero que me prosperes en mi negocio, yo quiero que me hagas un hombre próspero, una mujer próspera, que me hagas un hombre de riqueza, una mujer de riqueza.» ¿A cuántos de nosotros no nos gusta eso?

Pero cuando el Señor te dice «deja tu empleo», cuando el Señor te dice «entrega tu profesión, ven y sígueme», cuando el Señor te dice «renuncia a tu trabajo», cuando el Señor te dice «no confíes en los doctores, no confíes en los medicamentos», entonces nosotros decimos: «Señor, no hay necesidad de llegar a tales extremos.»

¿Cuántos de nosotros estamos evaluando la obra de Dios? Y si estamos evaluando la obra de Dios, quiero decirle que estamos evaluando también a Dios.

¿Cuántos de nosotros estamos evaluando a Dios? «Esto es una locura. No, no, no. Eso es una locura, no hay necesidad de llegar a todo eso.»

Y lamentablemente estamos deteniendo nuestro crecimiento espiritual, estamos deteniendo el desarrollo en la fe.

Existe una fe que mueve montañas. ¿Por qué no tenemos nosotros esa fe? Porque no estamos dispuestos a abrazar lo imposible. Porque no estamos dispuestos a entregar lo que Dios nos está demandando.

El Llamado de Hoy

Por eso el día de hoy somos confrontados delante de la presencia del Señor. Cuando Jesús el Cristo preguntó «cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?», lo que estaba diciendo es precisamente lo que estamos estudiando aquí.

No todos van a estar dispuestos a caminar en lo imposible, a caminar en «yo no tengo recursos, yo deseché mis recursos». No todos van a estar dispuestos a caminar desprendiéndose de las mismas capacidades que poseen.

«Si Dios me dio estas capacidades, si Dios mismo me dio estos medios, estos recursos…» ¿Ha escuchado esa expresión? «Si Él mismo me lo dio…»

Pero Jesús el Cristo dijo: «El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.»

Nos ha sido difícil ir a la cruz, nos ha sido difícil. No queremos morir. No queremos morir a nuestros recursos, no queremos morir a nuestras capacidades, no queremos morir a lo que muchas veces nos tomó tiempo llegar a obtener.

«Sacrifícame a tu hijo, a Isaac, tu único, al que amas.»

¿Estás tú dispuesto hoy? No contestes, porque somos muy prontos para contestar. ¿Estás tú dispuesto? ¿Estás tú dispuesta a sacrificar?

Cuando nosotros abracemos lo imposible, entonces es allí cuando la fe se hace fe.

Conclusión: Llegar Hasta las Últimas Consecuencias

El propósito es llegar hasta el último punto, hasta las últimas consecuencias. No quedarnos solamente siguiendo instrucciones. No quedarnos únicamente con no usar recursos externos. No quedarnos solamente hasta ahí. Llegar hasta que la fe se haga fe.

Muchos de nosotros hemos tenido años dentro de una congregación, años dentro del Evangelio del reino de los cielos. ¿Y qué es lo único que ha cambiado? Usted va a coincidir conmigo: lo único que ha cambiado es que hoy sabemos coritos, que hoy sabemos himnos, que hoy sabemos muchos textos de la palabra de Dios, que ya no hago las cosas que hacía antes. Pero todavía seguimos tropezando en la vida.

Muchas veces nos comportamos como el joven rico: «Señor, todo esto lo he guardado desde mi juventud.» «Ve, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres.» «¡Ah no, Señor! No lo tomes tan en serio. No hay que ser tan fanáticos. Es suficiente con que yo crea, es suficiente con que yo confiese, es suficiente con que yo asista a una congregación, es suficiente con que no haga aquello. ¿Por qué hay que llevar la vida a un nivel tan extremo, de ser un extremista?»

Es que todavía no hemos entendido que la fe es extrema. Es que la fe es radical. Es que no hay un «sí, pero no». Como dijo Jesús el Cristo: «Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no.»

No estamos estudiando a un hombre; estamos estudiando cada una de nuestras vidas. ¿En qué yo he fallado? ¿En qué yo he fallado? ¿Cuántos años tengo?

Como dice Hebreos capítulo 5: «Debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios.»

Por lo tanto, ¿qué es lo que está pasando en mi vida? No hay pecado, no hay perversidad, no hay maldad. Estoy haciendo lo que la palabra me dice, pero hay algo que todavía falta, porque la promesa de Dios no se ha cumplido en nuestra vida.

Dios me dio una promesa. ¿Qué pasa entonces? No hemos comenzado a vivir todavía por la fe. No hemos comenzado, no estamos viviendo por la fe.

Resumen de las Cuatro Enseñanzas

Enseñanza número 1: La fe se fundamenta en la capacidad que tengamos de seguir instrucciones literalmente. Las instrucciones no se modifican; se siguen literalmente.

Enseñanza número 2: La fe se fundamenta en la capacidad que tengamos de no buscar la vía rápida ni ampararnos en recursos propios que Dios no ha determinado. No auxilies a Dios.

Enseñanza número 3: La fe se fundamenta en la capacidad de seguir instrucciones sin evaluar la palabra de Dios de acuerdo a nuestra situación. Lo que Dios ha dicho se hará por Su palabra, no por nuestra realidad presente.

Enseñanza número 4: La fe se hace fe cuando abrazamos lo imposible. Cuando estamos dispuestos a obedecer aún cuando no entendemos, aún cuando va en contra de nuestros intereses, aún cuando significa sacrificar lo que más amamos.

Oración Final

Mi Señor, yo te doy gracias, Padre, porque nos has revelado tu palabra. Y ahora ninguno de nosotros está ajeno o lejos de poder alcanzar lo que tú quieres que nosotros alcancemos.

Padre, «no es del que corre, ni del que quiere, sino de aquel de quien Dios tiene misericordia». Yo sé, Padre, yo sé que después de esta palabra muchos van a soltar el arado y van a volver atrás. Muchos.

Pero Padre, también sé que «los postreros serán primeros». Y tú estás levantando, Señor, una generación que ahora es menospreciada, pero que de ellos sacarás hombres y mujeres con la capacidad de «sacrificar a Isaac».

Te doy gracias por ellos, Señor, por los tiempos proféticos que tú nos has hecho vivir.

En el nombre de Jesús el Cristo, amén.

Te bendigo. La paz del Señor sea contigo.


Esta enseñanza nos confronta con una verdad fundamental: la fe no es un sentimiento ni una declaración, sino una disposición radical del corazón para obedecer a Dios sin importar las circunstancias, llegando incluso a abrazar lo que nos parece imposible. Solo así la fe se hace verdaderamente fe, transformando no solo nuestra manera de pensar, sino nuestra propia naturaleza.


La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/JAmcl1EhoQk

Bendiciones,

Pastor Pedro Montoya


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