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Formando a Cristo en Nosotros: Hacia la Perfección de la Fe


Damos gracias al Dios Eterno y Todopoderoso porque nos permite este tiempo para exponernos ante Su palabra bajo la alianza del Espíritu Santo, para que cada uno de nosotros pueda caminar conforme a la voluntad de Dios y sobre todas las cosas, conforme a lo que Él ha determinado para cada uno. Le damos gracias también al Señor por su vida, porque ha depositado en su casa una palabra por la cual lo está haciendo caminar conforme a la obra que Él ha determinado para estos últimos días.

Estamos viviendo en tiempos proféticos, no solamente porque se están cumpliendo palabras proféticas del Antiguo Testamento, sino especialmente porque nos ha tocado vivir en los tiempos en los cuales se ha de revelar a toda la humanidad cuál fue el propósito original por el cual Dios formó al hombre y a la mujer en el huerto del Edén. Somos la generación que le está dando cierre a esta creación que el Señor formó hace varios miles de años en cuanto al hombre, y millones de años en cuanto a todas las cosas que Él ha creado en el universo entero.

El Concepto de Perfección

Hemos estado estudiando un tema de vital importancia para el hombre y la mujer de fe: la perfección. Muchos tenían el concepto equivocado de que la perfección solamente se alcanza cuando llegamos al cielo, que no le pertenece al hombre ni a la mujer en esta tierra. Sin embargo, hemos visto por la palabra que hay suficiente contenido doctrinal para hacernos entender que la perfección es una demanda que el Señor establece para el hombre y la mujer de fe.

La perfección es precisamente la vida de fe. Vivir la vida de Cristo Jesús es vivir la vida de fe, y vivir la vida de fe es vivir en perfección. Cuando el Señor se le revela a Abraham le dice: «Anda delante de mí y sé perfecto». Si Abraham es el padre de la fe y nosotros somos los hijos de la fe, aquella palabra declarada y aquella demanda establecida para Abraham también nos compete a cada uno de nosotros.

De igual manera, en el Nuevo Testamento, las palabras de Jesús están en la misma línea: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto». La perfección es una demanda para el hombre y la mujer de fe mientras estamos viviendo sobre la faz de la tierra.

El Texto Central: Gálatas 4:19

En la enseñanza de esta noche vamos a la epístola del apóstol Pablo a los gálatas, capítulo 4, versículo 19, donde el apóstol, dirigiéndose a los hombres y mujeres de fe de las iglesias de Galacia, les dice: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros».

Esta declaración establece que hay una meta, un propósito y una demanda. Pablo dice: «Esta es mi responsabilidad», pero también hay una demanda para ustedes: Cristo tiene que ser formado en vosotros. No es solamente competencia del apóstol Pablo, sino que es la demanda para cada uno de los que formaban parte de la comunidad de fe de Galacia. Cuando llegamos a nosotros, nos damos cuenta que también es una demanda para nuestras vidas.

La Pregunta Central

¿Cómo es formado Cristo en nosotros? No es evangelizándolos, porque Pablo ya le está hablando a una comunidad de fe, a creyentes, no a incrédulos ni a gente que no ha conocido a Dios.

Cristo Formado Como Vestirse y Desvestirse

Pablo está proponiendo que la formación de Cristo en un hombre o mujer de fe es algo similar a vestirse y desvestirse. En Gálatas 3:27 dice: «Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos». En Efesios 4:24 propone: «Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad».

En la medida en que el hombre se va vistiendo de Cristo, en esa medida Cristo está siendo formado en nosotros. En la medida en que el hombre o la mujer se va desvistiendo de Cristo, están caminando conforme a la ley del pecado y de la muerte.

Esto significa que se nos propone un camino de perfección donde Cristo tiene que ocupar completamente la totalidad de nuestras vidas. Cristo no puede ser solamente nuestro brazo, nuestros hombros o nuestros pies, dejando afuera la cabeza, las manos o algún miembro de nuestro cuerpo. El Espíritu de Dios está estableciendo que la perfección no es otra cosa más que Cristo ocupe completamente todo nuestro ser: nuestra mente, nuestras apreciaciones, nuestro criterio, nuestras decisiones, todo lo que es el hombre, todo lo que es la mujer.

Los Tres Puntos Clave

Primer Punto: Desprenderse de la Ley

En Gálatas 3:10-11 leemos: «Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá».

Cristo es formado en la medida en que el hombre y la mujer se desprenden de la ley. La ley lo único que hace es traer maldición para el hombre. Los gálatas no eran judíos, pero quisieron adoptar prácticas judías para encontrar una plenitud mayor o para estar seguros de que caminaban según la verdad del Evangelio.

La historia se vuelve a repetir. Son muchas las congregaciones que han aceptado la influencia del judaísmo. Hay una tendencia de acercarse al judaísmo que es preocupante. Las personas ya no están usando mucho el término «Jesús», sino que están apelando al término «Yeshua», y están haciendo constantes referencias a tendencias judaicas, incluyendo «descubrir las raíces hebreas del Evangelio».

El Evangelio no es propiedad de una nación. El Evangelio es el mensaje de la gracia, de la salvación, de la vida eterna del reino de los cielos. No es producto de una nacionalidad; es el mensaje de Jesús como Dios encarnado, no como judío o hebreo.

La ley también se aplica a todo aquello que representa una ley para nosotros: métodos, procesos, rituales, ritos, protocolos, normas, hábitos, rutinas diarias y cotidianas. Como dice Gálatas 4:10-11: «Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años. Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros».

El hombre de fe y la mujer de fe no están sujetos a una rutina, norma o ritual, porque el Espíritu no está sujeto a una regla, fórmula o receta. El Espíritu hace como quiere, conforme a la voluntad de Dios.

Segundo Punto: La Revelación de la Gracia

En Gálatas 1:6-7 Pablo dice: «Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo».

Cristo es formado en nosotros en la medida en que caminamos en la revelación de la gracia de Dios. En la medida en que el hombre y la mujer caminan en la revelación que Dios les está entregando por gracia y misericordia, Cristo Jesús va siendo formado en cada uno.

La parábola de los talentos ilustra esto. Tres siervos recibieron talentos según su capacidad (entendida como compromiso). El que recibió cinco hizo cinco más, el que recibió dos hizo dos más, pero el que recibió uno tuvo miedo y lo escondió. Todos los demás trabajaron al 100%.

Muchos hombres y mujeres de fe no reciben enseñanza del Señor porque cuando Dios les reveló algo en un momento determinado, no caminaron por revelación, sino que lo tomaron y lo convirtieron en conocimiento, llevándolo a la biblioteca de su razonamiento. La vida de fe no es teórica.

Si Dios te declaró algo, aunque sea un solo versículo, no es solamente para que te maravilles y te olvides. Es para que lo vivamos, lo ejerzamos y lo establezcamos. Cristo es formado en nosotros en la medida en que caminamos en la revelación que el Señor nos está entregando.

Tercer Punto: Vivir en la Fe

En Gálatas 2:20 leemos: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí».

Cristo es formado en nosotros cuando cada uno de nosotros vivimos por la fe. La fe no es solamente el medio para esperar algo o para cuando presentamos una petición. Hemos desarrollado un concepto muy pobre de lo que es la fe. La fe es la vida de perfección.

Vivir por fe tiene que ver con un compromiso que cada hombre y mujer desarrolla ante el Señor. Entender lo que significa que Él ocupó nuestro lugar en la cruz del calvario, que sudó gotas de sangre en agonía, debería provocar en nosotros compromiso. Si Él no me pagó como yo fui, ahora pongo la mano en el arado y no miro para atrás.

Conclusión: La Demanda de Formación

En la medida en que nosotros somos infieles (no caminar por la fe es infidelidad), nos estamos desprendiendo de Cristo, de Su imagen y semejanza. ¿De qué le sirve a un hombre o mujer cuidarse de no caer en pecado si no vive por fe?

Cristo es formado en cada uno de nosotros:

  1. En la medida en que nos alejamos de toda ley, de toda norma, rutina, ritual y todo aquello que ata o sujeta a la persona, limitando nuestra capacidad de ver a Dios actuando en nuestro entorno.
  2. En la medida en que caminamos en la revelación que Él nos entrega por Su gracia y misericordia. Lo que el Señor nos entrega hoy debe llevarnos a la acción, no solo a la admiración.
  3. En la medida en que aprendemos a caminar y vivir por fe, entendiendo que la vida de fe es la vida de perfección, y que Dios nos ha establecido sobre esta tierra con un propósito, una misión y una demanda.

Como dijo el apóstol Pedro: «Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios». No es justo, y no podemos detener nuestras vidas por lo que la sociedad, las leyes o los demás han determinado. Si Dios me lo ha dicho, yo lo hago. Si Dios lo ha determinado, yo lo hago. Esta es la palabra de fe que cada uno de nosotros debemos establecer.

«Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros» – esta es la meta, el propósito y la demanda para cada creyente en nuestros tiempos proféticos.Por favor, verifica la hora correspondiente a tu localidad.

La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/ZiRsCEUiIfY

Bendiciones,

Pastor Pedro Montoya


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