, , ,

Un Llamado a la Excelencia en la fe: Hasta que Todos lleguemos a un Varón Perfecto


Bendito sea nuestro Dios Padre, quien en Su infinita Gracia y Misericordia nos concede la oportunidad de acercarnos a Su palabra y al poder transformador de Su Santo Espíritu.

Doy gracias al Dios Eterno, al Todopoderoso, por brindarnos este espacio para exponernos ante Su verdad divina y permitir que Su Espíritu nos guíe. La vida del hombre y la mujer de fe no se limita a existir en este mundo, sino que consiste en caminar sobre la tierra conforme a la Voluntad Perfecta del Dios Todopoderoso. No todos los hombres ni todas las mujeres caminan bajo esta voluntad divina, y ahí radica la esencia de la vida de fe.

La vida de fe no se reduce a esperar el regreso de Jesús o a anhelar una morada celestial con calles de oro. Va más allá: se trata de aprender a vivir en la tierra de la misma manera en que se vive en los cielos. Cuando los discípulos pidieron a Jesús que les enseñara a orar, Él les dio lo que conocemos como la oración modelo, el Padrenuestro, que establece un protocolo para que el hombre y la mujer de fe aprendan a caminar en la tierra conforme a los principios celestiales. Por eso agradezco al Dios Eterno, porque nos permite acercarnos a Su palabra y al poder de Su Santo Espíritu, para que, a través de ellos, podamos aprender a vivir la vida de fe.

La vida de fe no es una invención humana, no depende de los esfuerzos del hombre o la mujer por «hacer las cosas bien». Más bien, se fundamenta en conocer al Señor, en entender Su voluntad. En el libro del profeta Jeremías leemos: “Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni el fuerte en su fuerza, ni el rico en sus riquezas; mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová” (Jeremías 9:23-24). Conocer al Señor y entender Su voluntad es el núcleo de la vida de fe. Por eso, agradecemos al Dios Eterno por esta oportunidad de gracia, misericordia y revelación, que nos permite caminar conforme a Su voluntad.

En esta enseñanza continuamos explorando el tema doctrinal de la perfección, basándonos en Efesios 4:13, donde leemos: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Este versículo presenta cuatro metas espirituales: alcanzar la unidad de la fe, conocer al Hijo de Dios, llegar a ser un varón perfecto y alcanzar la plenitud de Cristo. Estas metas son el objetivo al que todo hombre y mujer de fe debe aspirar.

El apóstol Pablo, en su carta a los Filipenses, declara: “No que ya lo haya alcanzado, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si alcanzo aquello para lo cual fui también alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:12-14). Esta es la visión de la vida de fe: avanzar siempre hacia lo que el Señor nos propone, como dice el Antiguo Testamento: “El camino de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).

Hoy nos enfocamos en la meta de llegar a ser un varón perfecto. ¿Qué significa ser un varón perfecto o una varona perfecta? Es aquel hombre o mujer que desarrolla acciones que reflejan el reino de los cielos, que vive en la tierra conforme a los principios celestiales. Estudiaremos nueve actos de fe que caracterizan al varón o la varona perfecta, pero es crucial entender que estas acciones no son meras imitaciones externas. No se trata de fingir o de cumplir una lista de tareas para ser considerados perfectos. La perfección surge de una transformación interna, de un cambio en nuestro espíritu que impacta nuestra carne, nuestra mente y nuestras acciones. Es un proceso que va de adentro hacia afuera, no al revés. Tratar de imitar estas acciones sin una transformación genuina nos convertiría en meros imitadores, no en hombres o mujeres de fe. Por eso, debemos exponernos a la palabra de Dios y al poder de Su Santo Espíritu para que transformen nuestro ser y nuestras acciones reflejen Su voluntad.

Nueve actos de fe para llegar a ser un varón perfecto

  • No hacer acepción de personas
    En Mateo 5:46-48 leemos: “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. La perfección, según este pasaje, consiste en no hacer acepción de personas. Jesús explica que Dios hace salir Su sol sobre justos e injustos y envía lluvia sobre buenos y malos, sin distinción. Hacer acepción de personas es pecado, es injusticia y abominación ante Dios. En Deuteronomio 16:19 se nos advierte: “No tuerzas el derecho, no hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos de los sabios y pervierte las palabras de los justos”. Hacer acepción de personas es tan grave como aceptar un soborno, pues ambos generan perversidad y alejan la presencia de Dios. El hombre o la mujer perfecta no discrimina ni favorece a unos sobre otros, sino que refleja la imparcialidad de Dios.
  • Deshacerse de lo que contamina la vida espiritual
    En Mateo 19:20-21, el joven rico pregunta a Jesús: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud; ¿qué más me falta?”. Jesús responde: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”. Este relato nos enseña que la perfección no está al alcance de todos, sino de aquellos que la buscan con un corazón dispuesto a obedecer. El joven rico reconoció que le faltaba algo, pero cuando Jesús le pidió deshacerse de sus posesiones, no pudo hacerlo porque su corazón estaba atado a ellas. La instrucción no era simplemente renunciar a la riqueza, sino eliminar todo lo que contamina la vida espiritual. En 1 Timoteo 6:10 se nos advierte: “Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males; por el cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe”. Muchas veces, hombres y mujeres de fe llevamos cargas que contaminan nuestra vida espiritual: apegos, deseos, pensamientos o motivaciones que nos alejan de la voluntad de Dios. Ser perfecto implica identificar y desechar estas contaminaciones para caminar en santidad.
  • No conformarse al mundo
    En Romanos 12:2, el apóstol Pablo escribe: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. La tercera instrucción para alcanzar la perfección es no adoptar los patrones, filosofías o estilos de vida de este mundo. Conformarse significa tomar la forma de algo, como el líquido que se adapta al molde en que se vierte. No debemos permitir que el mundo moldee nuestro pensamiento, nuestras acciones o nuestra forma de hablar. En Jeremías 15:19, Dios dice: “Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si sacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y no tú a ellos”. La vida de fe requiere que nos expongamos a la palabra de Dios, no a las noticias, filosofías o influencias mundanas que intentan moldearnos. Un hombre o mujer perfecta rechaza los moldes del mundo y se transforma por la renovación de su mente.
  • Recibir la amonestación y la corrección
    En Colosenses 1:28 leemos: “A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, para que presentemos a todo hombre perfecto en Cristo Jesús”. La cuarta instrucción es aceptar la amonestación y la corrección. Muchos hombres y mujeres de fe fracasan porque rechazan ser corregidos. En Job 5:17 se nos dice: “He aquí, bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga; por tanto, no menosprecies la corrección del Todopoderoso”. También en Proverbios 3:11: “No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección”. Rechazar la corrección es rechazar la perfección. El hombre o la mujer perfecta recibe con humildad la amonestación, sabiendo que es un medio para crecer espiritualmente.
  • Tener paciencia que obra
    En Santiago 1:4 leemos: “Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”. La quinta instrucción es tener una paciencia activa, que obra. La paciencia no es cruzarse de brazos y esperar pasivamente, sino actuar mientras se espera en el Señor. En Mateo 25:27, el amo reprende al siervo que escondió el talento: “Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con intereses”. El siervo falló porque no actuó mientras esperaba. La paciencia perfecta implica mantenerse activo en la última instrucción que Dios nos dio, confiando en que Él completará Su obra. Ser perfecto es moverse en fe, no quedarse como observador.
  • Vivir por la revelación
    En Santiago 1:17 leemos: “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. La sexta instrucción es vivir por la revelación que Dios nos da. Las revelaciones no son para acumular conocimiento o jactarnos, sino para actuar conforme a lo que Dios nos muestra. En Deuteronomio 29:29 se dice: “Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”. Si no actuamos según la revelación recibida, nos estancamos espiritualmente. Dios da pan al que come y semilla al que siembra. Vivir por la revelación es avanzar en lo que Dios nos ha mostrado, dejando atrás lo antiguo para abrazar lo nuevo.
  • Abrazar la palabra de Dios
    En Santiago 1:25 leemos: “Mas el que mira atentamente en la ley perfecta de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace”. La séptima instrucción es amar y seguir la palabra de Dios. Jesús afirmó: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). En Colosenses 3:16 se nos exhorta: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”. La falta de palabra produce una fe débil. El hombre o la mujer perfecta abraza la palabra, la obedece y vive según sus instrucciones, sin filtrarla por filosofías o razonamientos humanos.
  • No ofender con palabras
    En Santiago 3:2 leemos: “Porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”. La octava instrucción es controlar la lengua y no ofender con palabras. En Proverbios 10:19 se dice: “En las muchas palabras no falta pecado; mas el que refrena sus labios es prudente”. Jesús enseñó: “Sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37). El hombre o la mujer perfecta cuida sus palabras, evitando ofensas y multiplicidad de palabras innecesarias.
  • Persistir en lo enseñado
    Volvemos a Efesios 4:13: “Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. La novena instrucción es persistir en lo que Dios nos ha enseñado. Muchas veces, la frustración, la decepción o las opiniones ajenas nos hacen abandonar lo que Dios nos ha dicho. En Filipenses 3:13-14, Pablo dice: “Una cosa hago: olvidando lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta”. En Mateo 24:13, Jesús declara: “El que persevere hasta el fin, este será salvo”. Persistir en la revelación y las enseñanzas de Dios es clave para alcanzar la perfección.

Conclusión

Estas nueve instrucciones no son actos que debemos imitar externamente, sino el resultado de una transformación espiritual operada por la palabra y el Espíritu Santo. El varón perfecto y la varona perfecta son aquellos que, transformados de adentro hacia afuera, reflejan el reino de los cielos en sus acciones. Que el Dios Eterno y Todopoderoso cumpla en nosotros Su propósito, y que Su paz nos acompañe mientras caminamos hacia la perfección en Cristo Jesús.

La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/qGv7QsSkLHg

Bendiciones,


Pastores Pedro & Yolanda Montoya


Descubre más desde Jesús, Señor y Cristo

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

About

Jesús, Señor y Cristo es la voz digital del Ministerio Apostólico y Profético Cristo Rey. A través de esta página, compartimos la verdad del Evangelio, enseñanzas sobre liberación espiritual y el llamado a vivir bajo el señorío de Cristo. Explora y fortalece tu fe con nosotros

Descubre más desde Jesús, Señor y Cristo

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo