Esta semana estudiaremos los capítulos 27 y 28 de Los Hechos de los Apóstoles, son los capítulos finales del libro, y son dos capítulos cargados de mucha emoción, en ellos se desencadena el final del ministerio de un hombre entregado a la Proclamación del Evangelio.
Llegó finalmente el momento cuando el apóstol Pablo fue llevado a Roma, después de dos largos años de cautividad en Cesarea marítima, la sede de los procuradores romanos de la provincia de Judea.
Aunque ya para este entonces el apóstol había escrito su epístola a los Romanos, desde Neápolis en la provincia de Grecia, y había manifestado su intención de luego de haber visitado a Jerusalem viajar hasta Roma y a España, de seguro que no había considerado un viaje en estas condiciones: como prisionero.
Como haya sido el caso, este viaje, decíamos, fue un viaje muy emotivo, todo apunta a creer que Pablo se está despidiendo de todos, por eso no lo quieren dejar solo; Lucas, el escritor, también le está acompañando.
Este viaje fue también un viaje bastante accidentado, haber zarpado a principios del invierno no fue una buena idea, porque no solo tropezaron con dos tormentas y fuertes vientos que los llevó a naufragar, y en un momento, a perder la esperanza de sobrevivir, sino que, además, el viaje les tomó más tiempo del que bajo condiciones normales tomaba ir desde Cesarea hasta Roma. El viaje les llevó un poco más de cuatro meses.
Todos estos elementos adversos juntos, que como lector no pueden ser pesados adecuadamente, hicieron de este viaje a Roma, un viaje con un valor espiritual necesario para entender la importancia de entender más acerca de la Guerra Espiritual. No hay duda de que detrás de las circunstancias naturales adversas estuvo la presencia demoníaca para detener a Pablo y dejarlo hundido en las aguas del Mediterráneo.
Estos dos últimos capítulos no son un apéndice del libro, son por el contrario, la conclusión de la actividad de la Revelación de Dios en Pablo, y que llevó al apóstol a entender, y a asegurar, que la vida de Fe no es solamente una confesión, de iniciación para entrar a formar parte de una religión particular, la vida de Fe es la lucha espiritual del hombre y de la mujer que han entendido que satanas quiere arrebatarles sus vidas. La vida de Fe es Guerra Espiritual.
“no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra señores del mundo, gobernadores de estas tinieblas, contra malicias espirituales en los aires.
Efesios 6:12
Los capítulos 27 y 28 son el mensaje de fidelidad de un Dios que vela por la integridad de quienes han decidido caminar bajo Su Gracia; Los capítulos 27 y 28 son la confirmación de las Palabras con que Jesús había establecido a Pablo como apóstol de los gentiles, cuando dijo:
“Mas levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti: Librándote del pueblo y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío, Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados.”
Hechos 26:16-18
pastor Pedro Montoya
