Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo,
El testimonio de Esteban y de Felipe, ambos diáconos de la iglesia de Jerusalem, son testimonios valiosos para nosotros que estamos aprendiendo sobre lo que significa una vida en una comunidad de Fe, porque sus acciones nos permiten ver lo que cada miembro de la iglesia de Jerusalem estuvo dispuesto a hacer, pese a la persecución y al sufrimiento, por amor del testimonio de la Fe en Cristo Jesús como Señor de sus vidas.
La iglesia de Jerusalem logró desarrollar una experiencia en el Espíritu única, la proclamación de los apóstoles en el Templo y en las casas, todos los días, junto a los prodigios, señales, maravillas y milagros que el Espíritu hizo en medio de ellos, desarrolló una participación activa de todos los miembros de la comunidad. Los protagonistas fueron todos, todos sus miembros, no había diferencia entre ellos, esto lo podemos ver desde el inicio de los relatos, desde el capítulo dos se nos viene diciendo que todos tenían las cosas en común (2:44-47), y que la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma: y ninguno decía ser suyo algo de lo que poseía (4:32-37).
El testimonio de Esteban y Felipe nos enseña lo que significa ‘ser llenos del Espíritu’, y el porqué el Evangelio del Reino de los Cielos lo establece como la norma de vida en la tierra de aquellos que viven por el testimonio de Jesús.
Felipe llegó a ser un evangelista (21:8), su relato le añade al libro de Hechos de los Apóstoles una visión adicional acerca de cómo una persona con funciones básicas dentro de la iglesia puede transicionar en la Fe, hasta convertirse en un ministerio reconocido en toda una región extensa.
Esta semana estudiaremos parte del testimonio de Felipe, para mostrar por su caso cuál es la característica de la Obra del Espíritu Santo en la iglesia, y en la tierra, en términos generales.
pastor Pedro Montoya
