El caso de Ananías y Safira es un caso que se ha insertado dentro de los relatos de crecimiento y desarrollo de la iglesia, porque representa una enseñanza de formación basada en la corrección de motivaciones incorrectas; decimos que se trata de una corrección de motivaciones incorrectas, porque el relato marca la necesidad de que la comunidad de Fe entera, entienda, que la vida del Camino de la Vida, es una vida que se construye no sobre la opinión personal acerca de las cosas de Fe, sino, se construye, sobre la Doctrina del Evangelio del Reino de los Cielos.
La Doctrina del Evangelio ‘requiere’ integridad en todos los actos, y el haberse puesto de acuerdo para quedarse con una parte de lo vendido de su propiedad, su acto fue tan grave como lo que Saúl hizo de haber guardado lo mejor del ganado de Amalec, cuando Dios le había ordenado destruir completamente todo.
El caso de Ananías y Safira nos deja la enseñanza de que para un hombre y para una mujer que caminan bajo la sujeción de la Doctrina del Evangelio, los aspectos personales quedan excluidos, fuera de todo plano y de toda consideración; nos enseña que, la posibilidad de quererlos incluir en nuestra preocupación por la vida, es equivalente a desfalcar, y a engañar.
No obstante de lo que sucedió, el relato de Ananías y Safira, nos es útil, a nosotros, para entender cómo es que Satanás trabaja dentro de las comunidades de Fe, para perjudicar su desarrollo y crecimiento, y qué es lo que nos conviene a nosotros hacer para detener sus estratagemas.
pastor Pedro Montoya