Bendito sea el Dios Eterno, el Todopoderoso, el Creador del cielo y de la tierra, porque estamos de pie por Su voluntad, respirando por Su gracia y con fortaleza por Su misericordia. Damos gracias al Dios Eterno por un día más de vida y por la oportunidad de presentarnos ante Su presencia, ante Su palabra, para ser corregidos, instruidos, guiados y confirmados en la labor a la cual el Señor nos ha llamado y comisionado.
La Fe y la Capacidad de Seguir Instrucciones
Esta enseñanza explora la relación entre la fe y la guianza del Espíritu Santo. Desde el inicio de esta serie, se estableció que existe una conexión fundamental entre la fe y la capacidad del ser humano para seguir instrucciones. No todos poseemos naturalmente esta capacidad; de hecho, muchos manifestamos una conducta autosuficiente e independiente, que es parte de nuestra naturaleza humana.
Dios, en Su gracia y misericordia, ha dado la oportunidad de que el hombre reciba fe. Sin fe es imposible agradar a Dios, y sin fe no podemos acercarnos al Señor. La fe no proviene del hombre—el ser humano no genera fe porque esta no pertenece al plano material. La fe es espiritual y es Dios quien la entrega por Su gracia y misericordia a quienes Él ha tenido misericordia, tal como establece la palabra: *»no es del que corre, no es del que quiere, sino del que Dios tiene misericordia»*.
Cuando Dios da la fe para que el hombre pueda creerle, la fe comienza precisamente con la capacidad que podemos desarrollar para seguir instrucciones. Esto lo observamos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Cada vez que Dios establece una obra sobrenatural—un milagro—hay una instrucción de por medio. Lo vemos en Abraham, en Noé, y en el Nuevo Testamento cuando el apóstol Pablo, en el camino a Damasco, se encuentra con Jesús el Cristo y le pregunta: «¿qué quieres que yo haga?» Jesús le respondió: *»entra a la ciudad y allí se te dirá lo que te conviene hacer»*.
La Desobediencia y la Restauración
Si vamos al libro de Génesis, capítulos 2 y 3, descubrimos que fue la desobediencia la que expulsó al hombre y a la mujer del huerto del Edén. Por lo tanto, la forma que Dios ha establecido para que el ser humano restaure su condición y su acercamiento ante el Señor es precisamente la obediencia a instrucciones. El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu de Dios, escribe en su epístola a los Romanos: *»por la desobediencia entró el pecado y por el pecado entró la muerte, por cuanto todos están destituidos de la gloria de Dios»*.
La única forma de restauración, de restitución, de reincorporación a la relación con el Señor es mediante la obediencia, es decir, seguir instrucciones.
Más Allá de las Instrucciones: La Guianza del Espíritu Santo
Sin embargo, no siempre recibiremos instrucciones. Llega un momento cuando el hombre y la mujer deben haber crecido lo suficiente como para estar subordinados a la guianza del Espíritu Santo. En Romanos capítulo 8, versículo 14, leemos: *»porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios»*.
Este texto establece límites y condiciones para la relación de ser hechos hijos de Dios. Es cierto que en el Evangelio de Juan, capítulo 1, dice que *»a los que creyeron en él les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios»*. Estas son las formas iniciales de acercamiento al Señor. Pero la vida de fe no consiste en recibir instrucciones continuamente. Así comenzamos todos, pero llega un momento en que debemos haber desarrollado suficiente madurez para caminar no en función de instrucciones, sino en función de la guianza del Espíritu Santo.
¿Qué es la Guianza del Espíritu Santo?
Se le llama «guianza» no porque todo el tiempo estamos recibiendo una instrucción, sino porque el hombre camina conforme a la voluntad de Dios sin haber recibido una instrucción específica de cómo actuar, qué decir o qué establecer. Se le llama guianza porque estamos siguiendo el fluir del Espíritu Santo, sin una instrucción que nos diga: «haz esto, di aquello, ve a este sitio».
La guianza del Espíritu Santo es la capacidad que el hombre desarrolla cuando ha crecido y madurado en la fe de hacer lo que al Señor le place, lo que le agrada, lo que Él quiere que hagamos, aunque no haya habido una instrucción previa.
El Problema del Estancamiento Espiritual
Este es el problema en el que muchos nos hemos encontrado: no hemos podido desarrollar la fe. La parábola de los talentos nos enseña un principio importante: a uno le entregó cinco talentos, a otro dos y a otro uno. El propósito de Dios al entregarnos algo—y en este caso la fe en particular—es para que lo produzcamos, lo multipliquemos y desarrollemos más de lo que nos fue entregado.
¿Qué sucede? Que muchas veces, como pueblo de Dios que nos hemos confesado como hijos de Dios, no logramos crecer ni desarrollarnos. Nos quedamos en un nivel básico: «denme otra instrucción que yo la voy a seguir», «díganme lo que yo tengo que hacer y lo voy a hacer». Cuando hemos estado expuestos a la palabra, nuestra tendencia es preguntar: «¿y qué es lo que yo debo de hacer?» Esto manifiesta que todavía no hemos crecido, que no hemos madurado, que no hemos desarrollado en la fe, porque estamos esperando que se nos diga lo que tenemos que hacer.
El apóstol escribe en Hebreos capítulo 5: *»debiendo ser ya maestros por causa del tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar acerca de los rudimentos de la palabra del Señor»*.
La Fe como Virtud Espiritual que Debe Crecer
La fe es una virtud espiritual que Dios entrega por medida. En Romanos capítulo 12 se establece que Dios entrega la fe por medida. Por lo tanto, cada uno de nosotros que nos confesamos como hijos de Dios tenemos que hacer crecer la fe que se nos ha entregado. Es una medida, pero no podemos quedarnos con esa cantidad. Tenemos que hacerla crecer, multiplicarla.
Aquí entra la parábola de la semilla de mostaza: *»si tuvierais fe como un grano de mostaza, le diréis a este monte: quítate de aquí y trasládate a la mar»*. El mismo Señor explicó que la semilla de mostaza, siendo la más pequeña, cuando se siembra llega a ser la hortaliza más grande, de forma tal que las aves del cielo hacen nidos en ella. Este es el proceso de la fe, el proceso de desarrollo en la fe.
¿Cuánto tiempo ha transcurrido? ¿Cuánto tiempo ha pasado? Y muchos de nosotros todavía nos encontramos en las etapas primarias en las que comenzamos la vida cristiana. No se supone que estemos en la misma etapa. Nos hemos quedado estancados porque nos acostumbramos a que se nos diera instrucción.
No Hemos Recibido Espíritu de Servidumbre
Continuando en Romanos capítulo 8, el versículo 15 dice: *»porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor»*. ¿Qué nos está diciendo el Espíritu? La vida de fe no consiste en que todo el tiempo se te tenga que dar una instrucción: «haz esto, haz lo otro, levanta las manos, di esto, canta aquí». Así comenzamos todos, pero en la medida en que nos vamos exponiendo ante el Señor y ante Su palabra, cada uno de nosotros tiene que ir desarrollando, creciendo, multiplicando la fe.
Aquí entra lo que hemos citado en otras ocasiones: *»la fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios»*—no en el oír para tener un conocimiento mayor, sino en el oír para hacer lo que la palabra nos está diciendo que hagamos.
La Importancia del Desarrollo de la Fe
De esto depende el desarrollo, el crecimiento, el que cada uno de nosotros pueda desarrollar dones, multiplicar frutos, desarrollar ministerios. No creamos que se nos tiene que llamar y ubicar para que entonces comencemos. Es en la medida en que nos damos cuenta que el Señor nos ha entregado una medida y nos movemos en función de lo que la palabra dice, que vamos a ir creciendo y desarrollando hasta llegar a ser guiados por el Espíritu de Dios.
Ser guiados por el Espíritu de Dios no significa que el Espíritu tenga que decirnos constantemente lo que tenemos que hacer: «ve allá, ve aquí, di esto, haz esto, no entres allí, ve a este lugar». No. *»No habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor»*. La guianza del Espíritu significa que el hombre, por fe, se ubica en el fluir del Espíritu sin que haya una palabra o instrucción que le diga «haz esto». Por eso se le llama guianza del Espíritu: porque la persona misma está caminando en función de lo que al Espíritu le agrada, sin que haya habido una instrucción previa.
El Testimonio del Espíritu
En el Salmo 19 podemos entender esto mejor: *»un día emite palabra al otro día y una noche declara sabiduría a la otra noche. No hay voz ni lenguaje, pero sin embargo, por toda la tierra salió su voz»*. No hay una instrucción como en la etapa primaria, pero el hombre y la mujer están actuando conforme a lo que el Espíritu de Dios ha establecido.
La fe nos lleva, trasciende, nos conduce, nos ubica y nos confirma que estamos caminando conforme a la guianza del Espíritu Santo. El versículo 16 lo dice claramente: *»porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu, que somos hijos de Dios»*.
Principio Fundamental
Nadie llega a la guianza del Espíritu Santo si antes no ha desarrollado la fe. Nadie llega, nadie se ubica, nadie camina bajo la guianza del Espíritu Santo si no ha desarrollado, si no ha crecido, si no ha madurado en la fe. Por eso es tan importante la fe.
La Fe No es Solamente un Recurso
La fe no es simplemente la capacidad de recibir lo que le estamos pidiendo al Señor. No es solo un recurso: «yo tengo fe de que voy a recibir esto», «yo tengo fe de que esto va a salir como lo estoy pidiendo». Muchos hemos visto la fe como un recurso solamente, y esa idea no está fundamentada en la palabra de Dios. Tenemos que desechar esos estados primitivos, o más bien, esos estados religiosos.
Se nos inculcó que «ten fe para que puedas recibir, ten fe para que puedas hacer lo que le estás pidiendo al Señor», como si fuera un recurso. La fe no es un recurso. Hebreos capítulo 11, versículo 1, dice que *»la fe es una sustancia»*, lo que significa que la fe es la forma espiritual que le da vida a todas las cosas. Es la sustancia de las cosas, lo que conforma todas las cosas. Todas las cosas ya están establecidas en el ambiente espiritual; solamente falta que sean concretadas en el ambiente material o físico en el que nos estamos moviendo.
Las Tres Razones por las que No Caminamos por Fe
Nadie puede llegar a la guianza del Espíritu Santo sin haber desarrollado fe. Podemos tener muy buenas intenciones, pero tenemos que haber pasado por el proceso de la fe, porque la fe nos conduce a la guianza del Espíritu Santo. Nadie, sin excepción, puede llegar a ser guiado por el Espíritu Santo y caminar bajo lo que a Dios le agrada sin haber desarrollado fe, porque es precisamente lo que le da vida a la guianza del Espíritu Santo.
En enseñanzas anteriores establecimos dos razones importantes:
1. **La fe es la capacidad de ver las cosas como Dios las ve**. *»Cosas que ojo no vio, ni oído oyó ni han subido en corazón de hombres son las que Dios tiene preparadas para los que le aman»*. Tiene que haber una capacidad de ver como Dios ve las cosas.
2. **La fe es la capacidad espiritual de llamar las cosas como Dios las llama**.
Ahora añadimos una tercera razón, que se encuentra en Romanos capítulo 8, versículo 5:
3. **La ocupación en las cosas de la carne**. El versículo dice: *»porque los que viven conforme a la carne de las cosas que son de la carne se ocupan, pero los que conforme al espíritu de las cosas del espíritu se ocupan»*.
No estamos hablando de pecado, sino de tendencias: las cosas sociales, culturales, económicas, de salud, todo lo que tiene que ver con las formas de vida de este mundo. Estamos hablando de la moda, de la inclinación de cómo se resuelven las cosas en el ambiente en que vivimos.
Los versículos 7 y 8 continúan: *»por cuanto la intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco puede. Así que los que están en la carne no pueden agradar a Dios»*. Compare este versículo con Hebreos capítulo 11, versículo 6: *»sin fe es imposible agradar a Dios»*.
No Involucrarse con el Sistema del Mundo
Jesús el Cristo dijo claramente: *»Padre, yo no te pido que los quites del mundo, sino que los guardes del mal»*. La instrucción es clara: no se trata de salir de este mundo, de aislarnos, de no tener amistades, de no trabajar, de no participar de nada. Se trata de no involucrarse con lo que el sistema de vida del mundo establece.
El sistema de vida establece que para resolver una situación tienes que empoderarte de la situación. La palabra dice que para que una situación se resuelva tienes que permitir que el Señor se introduzca en tu ambiente y Él se empodere, tome control, tome autoridad de esa situación.
No se trata de aislarnos, sino de no involucrarnos más allá de lo que la situación nos permite. Por ejemplo: ¿tienes necesidad de un trabajo? Claro que sí, pero que el trabajo no vaya a ocupar la posición de Dios, que el trabajo no sea realmente el recurso que te trae el sustento a tu vida. No es involucrarnos con las cosas que forman parte de este ambiente, sino mantener la perspectiva correcta.
Instrucciones del Nuevo y Antiguo Testamento
En Gálatas capítulo 5, versículos 16-18, leemos: *»Digo, pues, andad en el espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne, porque la carne codicia contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Y estas cosas se oponen la una a la otra para que no hagáis lo que quisierais. Pero si sois guiados del espíritu, no estáis bajo la ley»*.
Claramente la instrucción y exhortación es: no te involucres con las cosas de este mundo, no vayas más allá de lo que la situación te exige para enfrentar las cosas que tienes que enfrentar.
En el Antiguo Testamento, el Salmo 143, versículo 10, David escribe y canta: *»Enséñame a hacer tu voluntad porque tú eres mi Dios. Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud»*. Esto es la guianza del Espíritu: cuando el hombre y la mujer pueden encajar en las cosas cotidianas que están conforme al Espíritu de Dios, están caminando bajo la guianza, aunque no haya habido una instrucción que diga «haz esto o haz lo otro».
El hombre, la mujer encajó en el fluir, está moviéndose en el fluir del Espíritu Santo y está siendo de agrado a Dios, llamando las cosas como Dios las llama y viendo las cosas como Dios las ve. Esto es la guianza del Espíritu Santo.
No Se Pueden Saltar Procesos
Para poder llegar a la guianza del Espíritu Santo es importante, es necesario, es sumamente necesario que el hombre y la mujer puedan haber desarrollado fe, que puedan haber caminado por fe, que puedan haber crecido en la fe, que puedan haber madurado en la fe. De lo contrario, no es posible.
Muchas veces creemos que podemos saltar procesos: «en esto soy incapaz, no lo puedo hacer, pero en esto otro sí, aquí sí voy a desarrollarme». No se pueden saltar procesos. La vida de fe en Cristo Jesús, que es el mensaje del Evangelio, no permite saltar procesos. Es un camino de desarrollo que el Señor nos va llevando por distintas etapas, sin que de por medio haya habido una instrucción.
Ejemplos Bíblicos de la Guianza del Espíritu Santo
David y Goliat (Antiguo Testamento)
En el primer libro de Samuel, capítulo 17, versículos 45-47, David dice al filisteo: *»Tú vienes a mí con espada y lanza y escudo. Pero yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel que tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y quitaré tu cabeza de ti, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra, y sabrá la tierra toda que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y lanza, porque de Jehová es la guerra y él os entregará en nuestras manos»*.
David era un jovencito en ese momento. La pregunta surge: ¿quién le dijo que tenía que enfrentarse ante Goliat? No hay una instrucción. De hecho, los soldados dedicados a la guerra corrían y huían ante la presencia de Goliat. David no tenía ninguna experiencia como soldado, nunca había participado en una batalla. Cuando Saúl le quiso poner la armadura, David no podía con ella, no estaba preparado ni capacitado para ello.
¿Cómo es posible que soldados con años de preparación para la batalla huían de Goliat, y este jovencito que nunca había entrado en batalla se quiere enfrentar ante un gigante? ¿Quién le dijo? Llegó allí ocasionalmente porque su padre lo envió a llevar provisión a sus hermanos que eran soldados.
Aquí es donde tenemos que entender la guianza del Espíritu Santo: estamos haciendo sin una instrucción de por medio y sin que estemos imaginando las cosas, estamos haciendo lo que el Señor quiere que hagamos.
En el capítulo 13 del primer libro de Samuel, versículo 14, se dice de David: *»Mas ahora tu reino no será durable. Jehová se ha buscado varón según su corazón, al cual Jehová ha mandado que sea capitán sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó»*.
«Varón conforme a su corazón»—esto es la guianza del Espíritu Santo. El hombre, la mujer es varón, varona conforme al corazón de Dios cuando está moviéndose, diciendo, haciendo, estableciendo lo que Dios quiere que hable, establezca y haga, sin haber recibido una instrucción previa que le diga «haz esto o haz aquello».
David declaró en el versículo 46: *»Jehová te entregará hoy en mi mano y yo te venceré y quitaré tu cabeza de ti»*. ¿Cómo sabía David que Dios lo iba a entregar en su mano? La guianza del Espíritu Santo. No hubo una palabra que dijera: «David, ve, enfréntate ante Goliat y yo lo voy a entregar en tus manos y tú le vas a quitar la cabeza». Pero David estaba siendo conforme a lo que el Espíritu había determinado.
El Apóstol Pablo (Nuevo Testamento)
En Hechos capítulo 13, versículos 8-11, leemos: *»Pero le resistía Elimas, el encantador, que así se interpreta su nombre, procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, poniendo en él los ojos, dijo, oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia, no cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor. Ahora, pues, he aquí la mano del Señor es contra ti. Y serás ciego que no veas el sol por tiempo. Y luego cayeron en él oscuridad y tinieblas, y andando alrededor buscaba quién le condujese por la mano»*.
¿Quién le dijo al apóstol Pablo que tenía que hacer eso? Nadie le dijo, pero el apóstol Pablo caminó conforme a lo que el Espíritu de Dios había establecido para ese momento. Lo que hizo fue de agrado para Dios, fue de agrado delante de la presencia del Señor.
*»Los que son guiados por el espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios»*.
La Necesidad de Vivir por Fe en Estos Tiempos
Es necesario que crezcamos en la fe, que desarrollemos la fe, que vivamos por fe. Muchos hombres y mujeres no están viviendo por fe en el tiempo actual. Esto se va a constituir más adelante en el mayor tropiezo que el hombre y la mujer puedan tener.
Tengamos presente Mateo capítulo 13, la parábola del sembrador: la semilla que cayó junto al camino, las aves del cielo la llevaron; la semilla que cayó entre pedregales se secó; la semilla que cayó entre espinos no prosperó. Pasó un tiempo—una de ellas echó raíz, pero no tenía profundidad y entonces se secó.
Es importante entender la necesidad de crecer en la fe, de caminar en la fe. No resolvamos por nuestros recursos, por nuestros contactos, por nuestras capacidades, dejando a un lado a Dios.
Muchos nos jactamos de decir «Dios la última palabra». ¿Nos hemos puesto a pensar qué significa lo que estamos diciendo? Que lo relegamos al último plano. Lo relegamos a lo último, cuando ya no podemos hacer nada por nuestros recursos, cuando por nuestras capacidades ya se nos escapó todo de las manos, recurrimos a Él.
¿Pero es esa la vida del hombre de fe? ¿Es esa la vida de la mujer de fe? Dios es nuestro recurso, Dios es nuestro amparo. El libro de los Salmos declara: «Tú eres mi roca, mi roca de salvación, tú eres mi escudo, tú eres mi estandarte, tú lo eres todo. ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra».
No necesitamos más recursos que el que Dios nos da. El Señor dijo: *»Dos males hizo mi pueblo, me dejaron a mí fuente de agua viva para cavar cisternas rotas que no retienen el agua»*.
La Palabra Nos Hace Hijos de Dios
La fe establece a Dios como nuestro recurso, nuestro amparo, nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio. Dios lo es todo. Cuando el hombre y la mujer caminamos por fe, entonces somos guiados por el Espíritu de Dios.
El apóstol, estableciendo esta enseñanza en Romanos capítulo 8, nos está estableciendo una condición: *»los que son guiados por el espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios»*.
Es importante que cada uno de nosotros entendamos la palabra de Dios, porque lo que nos hace hijos de Dios es la palabra. No caminemos por propuestas religiosas, no caminemos por propuestas denominacionales, caminemos por la palabra. La palabra establece que los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios.
Esto nos está llevando a tomar definición y decisiones con respecto a quiénes somos. El salmista David declaraba: *»¿Qué es el hombre para que tenga de él memoria y el hijo del hombre para que le visites?»* ¿Quiénes somos? Somos hijos de Dios. ¿Quiénes son los hijos de Dios? Los que son guiados por el Espíritu Santo.
Caminar en el Fluir del Espíritu Santo
Estos ejemplos del Antiguo y Nuevo Testamento nos están estableciendo que no caminamos por instrucción. En un momento lo hicimos, así iniciamos, pero en la medida en que vamos creciendo, madurando y desarrollando, en esa medida vamos entrando al fluir del Espíritu Santo.
Llamamos las cosas como Dios las llama. No te jactes de un chiste de gente que no conoce a Dios ni participes de él, porque entonces el mundo está llamando las cosas y nosotros estamos actuando en función de ello. Llamar las cosas como Dios las llama significa que si algo es agradable, es agradable; pero si algo es abominable y yo me río por aquello y participo de aquello, no estoy caminando bajo la guianza del Espíritu Santo.
Si Dios las llama abominable, aún cuando otros miembros de mi familia estén participando, es abominable, porque Dios las llama abominable. Ver las cosas como Dios las ve: si Dios ve una situación como injusta y yo la llamo justa, estoy yendo en contra de Dios. *»El que no es conmigo, contra mí es; el que no conmigo no recoge, desparrama»*.
Tengo que llamar las cosas como Dios las llama. Si Dios las llamó injustas, aún cuando el mundo entero las llame justas, las tengo que llamar como Dios las llama. Tengo que ver las cosas como Dios las ve, llamar las cosas como Dios las llama, pero no comprometerme con la gente y reírme con lo que la gente hace por tal de que no me rechacen, no me marginen, o inclusive para no perder el trabajo o lo que he ganado.
El apóstol dijo: *»Juzgad vosotros si es justo obedecer antes a los hombres que a Dios»*.
Conclusión
Queremos ser guiados por el Espíritu Santo. Caminemos en fe, no en los recursos de este mundo, no en los recursos de esta tierra. Caminemos en fe, caminemos bajo la provisión de la palabra del Señor, y entonces—y solamente entonces, no de otra forma—solamente entonces nos estaremos moviendo por el Espíritu Santo y seremos de agrado.
No solamente David es el varón conforme al corazón de Dios. Todos aquellos que caminemos conforme a la guianza del Espíritu Santo nos constituimos en varón, varona conforme al corazón de Dios. Esta es la exhortación del Espíritu Santo para que entonces podamos establecer el reino de los cielos sobre la tierra.
No hay otra forma, aún cuando lo prediquemos, no hay otra forma. Solamente entonces lo podremos establecer.
Que la paz del Señor sea contigo y sea con tu casa, y que el Dios Eterno, el Todopoderoso, tenga misericordia de ti y te permita poner la mano sobre el arado y no mirar para atrás. Amén.
La enseñanza queda grabada y puede volverse a ver en la misma dirección: https://youtube.com/live/XffbtWaAY0Q
Bendiciones,