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El Nuevo nacimiento: La Nueva Identidad en Cristo Jesús


Transformación Espiritual: Las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas


Que la paz del Señor esté contigo y con tu hogar. Al Dios Eterno, al Todopoderoso, al Creador del cielo y de la tierra, a Él sea toda la honra y la gloria. Él es el único Dios, nuestro formador y sustentador, a quien servimos e invocamos en este tiempo.

Hoy nos reunimos para exponernos a la Palabra de Dios, no solo para estudiarla, sino para permitir que el Espíritu Santo nos enseñe, guíe y corrija a través de ella. Agradecemos al Señor por este privilegio y oportunidad de crecer en fe.

1. ¿Qué es el nuevo nacimiento?

El nuevo nacimiento no es un concepto ampliamente comprendido. Muchos lo asocian erróneamente con un cambio de religión, pero en realidad es un acto espiritual de transformación divina. Es el proceso mediante el cual una persona, hombre o mujer, nace a una vida de fe en Cristo Jesús. No se basa en el conocimiento humano ni en méritos propios, sino en la acción del Espíritu de Dios que nos capacita para vivir por fe.

Como estudiamos anteriormente, el nuevo nacimiento es el nuevo pacto en la sangre de Jesús, con términos establecidos por Dios, no por el hombre. Para vivir conforme a este pacto, debemos someternos a las condiciones divinas. Sin esta comprensión, corremos el riesgo de un «cortocircuito espiritual», estancándonos en nuestra vida de fe.

El nuevo nacimiento no es teórico ni depende de cuánto sepamos. Es una vida práctica que implica cumplir las instrucciones de la Palabra de Dios. Nos exige vivir de manera distinta al mundo, alineados con los principios del Reino de los Cielos.

2. La nueva identidad en Cristo Jesús (2 Corintios 5)

El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, describe el nuevo nacimiento como una nueva identidad en 2 Corintios 5. Analicemos algunos versículos clave para entender esta transformación:

  • «De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y si aún a Cristo conocimos según la carne, ahora ya no le conocemos así» (2 Corintios 5:16).
    Esto significa que el nuevo nacimiento trasciende las identidades terrenales. Ya no vemos a las personas (ni a Cristo) según su pasado o su apariencia humana. Por ejemplo, Jesús ya no es solo el rabí histórico que enseñaba la ley mosaica; ahora es el Hijo de Dios resucitado, sentado a la diestra del Padre, intercediendo por los que han nacido de nuevo.
  • «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).
    El nuevo nacimiento nos convierte en nuevas criaturas. Nuestra antigua vida (pecados, hábitos, identidad mundana) queda atrás, y recibimos una identidad completamente renovada. Esta transformación es tan radical que quienes nos conocieron antes podrían decir: «¡Eres otra persona!». Somos nacidos a una novedad de vida, ciudadanos del Reino de los Cielos.

3. Características de la nueva identidad

El Espíritu Santo, a través de Pablo, revela quiénes somos como nacidos de nuevo:

  • Ciudadanos del Reino, no del mundo: Somos peregrinos y extranjeros en la tierra (2 Corintios 5:6-7: «Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, peregrinamos ausentes del Señor, porque por fe andamos, no por vista»). Aunque vivimos en un cuerpo físico, nuestra ciudadanía está en el Reino de Dios. No nos definimos por títulos, profesiones o logros terrenales, sino por nuestra relación con Cristo.
  • Hijos de Dios: Como dice Romanos 8:14, «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios». Esta identidad no depende de afiliaciones religiosas o denominaciones, sino de la presencia del Espíritu Santo en nosotros (Efesios 1:13: «Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa»).
  • Vencedores en Cristo: No luchamos contra carne ni sangre, sino contra potestades espirituales (Efesios 6:12). Como nuevas criaturas, tenemos autoridad para sojuzgar las tinieblas y vivir en victoria (1 Corintios 6). En el futuro, incluso juzgaremos al mundo y a los ángeles (1 Corintios 6:2-3).

Tres exhortaciones para vivir la nueva identidad

Vivir para Cristo, no para nosotros mismos:

2 Corintios 5:15: «Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos».

Ser ciudadano del Reino implica renunciar a vivir para nuestros propios deseos o planes. Como dijo Pablo en Gálatas 2:20, «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí». Vivimos para cumplir la voluntad de Dios, preguntando: «¿Qué quieres, Señor, que haga?» (Juan 15:5: «Sin mí nada podéis hacer»). Esto no significa que Dios bendiga nuestros proyectos personales, sino que nos alineemos con Su propósito.

Permanecer en Cristo:

2 Corintios 5:17: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es».

Para crecer como ciudadanos del Reino, debemos permanecer en Cristo, firmes en la fe (Juan 15:4: «Permaneced en mí, y yo en vosotros»). Esto implica vivir guiados por el Espíritu (Romanos 8:9: «Si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros»), no por la carne. Permanecer en Cristo nos da autoridad espiritual para vencer las tinieblas y vivir en la verdad del Evangelio. No basta con pertenecer a una congregación; la garantía está en nuestra comunión constante con Él.

Anhelar la esperanza gloriosa de su retorno:

2 Corintios 5:10: «Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, sea bueno o sea malo».

Vivimos con la expectativa de estar un día con Cristo para siempre (1 Corintios 15:22-23: «Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida»). Esta esperanza nos motiva a vivir en santidad, sabiendo que resucitaremos con un cuerpo glorificado (1 Juan 3:2: «Cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él»). Como los primeros cristianos, exclamamos: «¡Maranatha, Cristo viene!», regocijándonos en la promesa de Su retorno.

Conclusión

El nuevo nacimiento es un acto sobrenatural de Dios que nos otorga una nueva identidad en Cristo Jesús. Ya no somos lo que éramos; somos ciudadanos del Reino, hijos de Dios y vencedores en Él. Para vivir esta identidad, debemos:

  1. Vivir para Cristo, no para nosotros mismos.
  2. Permanecer en Él, firmes en la fe.
  3. Anhelar Su venida, con la esperanza de estar eternamente con Él.

Que esta verdad transforme nuestras vidas y nos permita reflejar a Cristo en todo lo que hacemos. Que la paz del Señor sea contigo.


La dirección para conectarte a la transmisión es la siguiente: https://youtube.com/live/LAt4GY_hlX4


Bendiciones,

Pastor Pedro Montoya


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