Desde Jerusalem hasta Ilírico: La verdadera actividad apostólica de Pablo:


Quiero introducir en estas primeras líneas, la razón de por qué estoy escribiendo este libro. Me ha movido el interés de conocer más acerca de las epístolas paulinas, porque prácticamente ellas son el único recurso que el pueblo de Dios tenemos para conocer sobre los temas doctrinales del Evangelio del Reino.

Algunos no pudieran estar del todo de acuerdo con esto que afirmo, pero si hacemos un pequeño recuento de lo que los 27 libros del Nuevo Testamento nos presentan, nos daremos cuenta que la mayoría de ellos no profundizan en la misma magnitud sobre temas de la vida de fe como lo hacen las epístolas paulinas.

Los evangelios nos presentan la Obra de Jesús, su vida y hechos, sus Palabras, su ejemplo, su sacrificio en la cruz, por amor, para salvar al hombre de la perdición total, pero son las enseñanzas de Pablo quienes nos llevan a interpretar y a entender lo que significa el mensaje de la cruz; una historia sagrada sin el debido contenido doctrinal que la sustente, nos lleva tan solo a desarrollar una filosofía religiosa que camina paralela con el paganismo natural que surgió de forma mitológica con el inicio de toda civilización.

Así que, si pueden apreciarlo ahora, estudiar las epístolas paulinas es una necesidad de crecimiento espiritual, obviarlas nos deja con una identidad cristiana, sí, pero sin el verdadero sentido de lo que significa ser Hijos de Dios.

Cuando comencé a estudiarlas, creí, como muchos lectores de ellas, que las trece, o catorce, epístolas que conocemos de Pablo fue todo lo que él escribió, y lo hizo con el propósito de registrar en ellas su conocimiento y Revelación doctrinal del Evangelio.

En el desarrollo de mi estudio descubrí que estas dos afirmaciones no fueron exactamente las que movieron a Pablo a escribir, sino que en su tarea como pastor-escritor hubo mucha más abundante producción de la que nosotros conocemos en la actualidad, en el desarrollo de esta introducción pretendo exponer cuáles fueron los verdaderos motivos que llevaron al apóstol a escribir epístolas como parte de su tarea apostólica.

La Revelación de Pablo.

La Revelación que Pablo recibió del Evangelio no fue producto del estudio sistemático de la Torah y/o de los libros proféticos; la Revelación del Evangelio en Pablo fue por la intervención directa de Dios, quien luego de su conversión en el camino a Damasco, Pablo fue instruido divinamente acerca del contenido y significado de este; en la epístola a los Gálatas, Pablo lo explica:

11 Mas os hago saber, hermanos, que el Evangelio que ha sido anunciado por mí, no es según hombre; 12 Pues ni yo lo recibí, ni lo aprendí de hombre, sino por revelación de Jesús el Cristo.

Gálatas 1:11-12

Cuando hablamos de la Revelación del Evangelio, en Pablo, no solo nos estamos refiriendo al mensaje salvador por la Gracia de Jesús, no es solamente este el mensaje de la cruz de Pablo; el Evangelio de Pablo significa, también, y además, el contenido doctrinal que tiene que ver con la vida de fe, con el nuevo hombre, con el culto a Dios, con la guerra espiritual, con la liberación de demonios, con la segunda venida de Jesús a Jerusalem, y por supuesto, con el reinado milenial de Jesús.

En cuanto a que el apóstol Pablo tuvo una Revelación singular acerca del Evangelio, hay testimonios que así lo justifican.

En la segunda epístola que el apóstol Pedro escribió, él hace referencia a las epístolas de Pablo, y admite que hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen;[1] esa dificultad de entender se refiere precisamente al contenido doctrinal con, y por, la cual el apóstol Pablo escribía.

El mismo apóstol Pablo da testimonio de sí mismo, reconociendo la Revelación doctrinal que le fue entregada directamente del Todopoderoso; Pablo le escribe a la comunidad de fe de Éfeso, y les dice: “Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de Cristo:[2]

En su segunda epístola a los Corintios encontramos otra referencia.

CIERTO no me es conveniente gloriarme; mas vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe,) Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras secretas que el hombre no puede decir. 

2 Corintios 12:1-4

Aunque Pablo habla de un hombre en Cristo que fue arrebatado hasta el tercer cielo, Pablo está haciendo referencia en tercera persona a sí mismo, precisamente por eso mismo dice, vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor. ¿Cuánto pudo Pablo haber recibido del Señor, y no transmitió en ninguna de sus epístolas? El Señor lo sabe.

Lo importante de todas estas aseveraciones es entender que cada una de las epístolas paulinas tienen un contenido de la Revelación del Evangelio que el apóstol recibió del Señor, pero que cada una de ellas no es toda la Revelación del apóstol.

El verdadero propósito de las epístolas paulinas.

Hay dos puntos importantes que debo enfatizar, y explicar, en cuanto a la forma de escribir de Pablo, y comienzo justamente aquí.

Lo primero, es que las epístolas paulinas no fueron escritas para dejar constancia de la Revelación que Dios le entregó a Pablo; las epístolas no son un compendio, o manual doctrinal, que cada comunidad de fe tenía bajo su jurisdicción y que debía ser consultado para impartir doctrina discipular.

Las epístolas fueron escritas por la necesidad en Pablo de mantener contacto con las comunidades de fe que él estableció en su camino, y para instruir y corregir sobre algunas doctrinas judaicas que se infiltraban entre las comunidades a causa también de las constantes visitas de los judíos.

Las epístolas paulinas fueron, por lo tanto, un instrumento en Pablo para él ‘asegurarse’ de que ninguna comunidad de fe, por nueva que fuera, sufriera doctrinalmente por no tener nada a lo cual remitirse en los momentos de turbación debido a las infiltraciones teológicas no conformes al Evangelio de Jesús.

El contenido de Revelación con el cual Pablo establecía la Verdad del Evangelio servía para establecer instrucción, corrección y dirección; cada comunidad incrementaba su conocimiento con base en lo que el apóstol establecía a través de ellas.

En ese sentido, las epístolas paulinas, cada una en su orden, contienen niveles de Revelación en la medida que enfrentaron el problema doctrinal que amenazó con disolver la comunidad de fe. El contenido de Revelación nos es el mismo para todas, no todas enfrentaron lo mismo.

Las evidencias de una obra literaria mayor.

En segundo lugar, en cuanto a la forma de escribir de Pablo, no todo lo que llegó a nosotros de Pablo es todo lo que el apóstol escribió. Al entrar a estudiar las epístolas paulinas, el concepto que a priori nos formamos, es que Pablo escribió durante todo su ministerio solamente trece epístolas, catorce, si consideramos Hebreos como de su autoría; sin embargo, en los relatos mismos de Pablo encontramos ciertas evidencias que nos sugieren a entender que la producción literaria del apóstol fue mucho mayor que trece epístolas.

En lo que resta de esta sección voy a citar algunas de estas evidencias, y a comentarlas.

Voy a comenzar con esta referencia que encontramos en la epístola de Pablo a Tito:

Tito 1:5:  Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo que falta, y pusieses ancianos por las villas, así como yo te mandé:

La referencia que el mismo apóstol hace de esta instrucción a Tito no está registrada en Los Hechos de los Apóstoles, y cabe preguntar, ¿en qué momento de los tres viajes apostólicos el apóstol visitó Creta y comisionó a Tito para esta misión?

Sabemos que Pablo invernó en Creta en su camino a Roma,[4] pero la epístola a Tito fue escrita desde Éfeso, durante su tercer viaje apostólico, así que esta referencia del mismo apóstol registrada en su epístola a Tito no tiene una referencia paralela en Los Hechos de los Apóstoles como para poderla ubicar en el tiempo.

Pareciera como si Tito es parte de una historia diferente a la que se presenta en Los Hechos de los Apóstoles, sin embargo, en las mismas epístolas del apóstol encontramos una buena cantidad de referencias que nos llevan a ver a Tito tan presente con Pablo como lo estuvo Timoteo.

Aunque en la epístola le llama “verdadero hijo en la común fe”,[5] Los Hechos de los Apóstoles no le incluyen como coprotagonista al lado de Pablo, sin embargo Pablo asegura que Tito le acompañó en su viaje a Jerusalén para reunirse con los ancianos y apóstoles en cuanto a la circuncisión de los gentiles.[6] La segunda epístola a los Corintios también hace referencia a Tito, por el mismo apóstol, de que Tito visitó Corinto por instrucción de Pablo.[7]

En esta primera evidencia podemos observar que una buena parte del ministerio de Pablo, con relación a Tito, no fue contada por Lucas, o se perdió del relato original, quien sabe.

Veamos una segunda evidencia:

2 Corintios 11:25:  25 Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado en lo profundo de la mar;

¿En que momento de sus viajes apostólicos sufrió Pablo tres naufragios? El único naufragio del que tenemos conocimiento es del naufragio en su viaje a Roma, y la segunda epístola a los Corintios, desde donde hace esta referencia, fue escrita al final de su tercer viaje apostólico, aún no había iniciado su viaje a Roma.

De nuevo, tenemos una referencia de la cual no se nos dice nada en Los Hechos de los Apóstoles, lo cual claramente apunta a que el apóstol desarrolló mucha más actividad de la que está registrada en Los Hechos de los Apóstoles, esto nos abre la posibilidad a que entendamos que Pablo pudo haber escrito mucho más que solamente trece, o catorce, epístolas.

Veamos una tercera evidencia:

2 Pedro 3:15-16:  15 Y tened por salud la paciencia de nuestro Señor; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también; 16 Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos.

Esta referencia es la que el apóstol Pedro hace en sus epístolas acerca de ‘algunas’ epístolas de Pablo, no sabemos exactamente a cuáles; pero lo importante de esta referencia es, que, si verificamos los destinatarios de las epístolas del apóstol Pedro, todos ellos pertenecen a regiones que Pablo no visitó.

Veámoslo más en detalle. En la introducción de las dos epístolas del apóstol Pedro, él les escribe, y cito, “a los extranjeros esparcidos en Ponto, en Galacia, en Capadocia, en Asia, y en Bithinia,”; según los escritos de Los Hechos de los Apóstoles, Pablo no visitó, al menos, el Ponto, Capadocia, ni Bithinia; así que, ¿a qué epístolas de Pablo hace referencia el apóstol Pedro?

No hay duda, entonces, de que las epístolas a las cuales el apóstol Pedro hace referencia no pudieron haber sido ninguna de las trece que nosotros tenemos registradas en nuestras Biblias, porque si gente del Ponto, de Bithinia y de Capadocia conocían de las epístolas a las cuales Pedro hace referencia, Pablo bien pudo haber escrito a comunidades que no necesariamente él visitó.

Esto nos lleva, de nuevo, a admitir que el apóstol Pablo escribió epístolas que no llegaron hasta nosotros.

Veamos una cuarta evidencia:

Colosenses 4:16:  Y cuando esta carta fuere leída entre vosotros, haced que también sea leída en la iglesia de los Laodicenses; y la de Laodicea que la leáis también vosotros.

Esta referencia es hecha por el mismo apóstol, en ella se menciona la epístola a la comunidad de fe de Laodicea, de la cual no tenemos ninguna evidencia física de su existencia. Esta referencia verifica que hubo ‘otras’ epístolas de las cuales no tenemos copia.

Veamos una quinta evidencia:

1 Corintios 16:19:  19 Las iglesias de Asia os saludan.  …

Asia, en este contexto, no se refiere a un continente, se refiere a una provincia romana que estaba incluida en lo que hoy es Turquía.

Las iglesias de Asia, a las cuales el apóstol se refiere, corresponden a las distintas iglesias que se fundaron dentro de la provincia romana de Asia, en la actual Turquía, que según tenemos conocimiento histórico, estaba formada por las ciudades de:

  1. Éfeso, la capital de la provincia,
  2. Esmirna (actual Izmir),
  3. Pérgamo,
  4. Tiatira,
  5. Sardis,
  6. Filadelfia,
  7. Laodicea,
  8. Colosas,
  9. Hierápolis,
  10. Mileto,
  11. Troas,

Según las referencias de Los Hechos de los Apóstoles, Pablo residió por tres años en Éfeso, pero no nos hace referencia a viajes por todas estas ciudades, lo cual nos indica que no todo lo que el apóstol hizo durante su ministerio está referido en los libros que describen su ministerio.

Si Pablo asegura que las iglesias de Asia os saludan, es porque él tuvo contacto con todas y cada una de ellas.

Veamos una sexta evidencia:

2 Tesalonicenses 3:17:  17 Salud de mi mano, Pablo, que es mi signo en toda carta mía: así escribo.  Esta es la segunda epístola que escribe, pero da la impresión de que había escrito muchas otras…

El saludo del apóstol que aparece en la segunda epístola a los Tesalonicenses da la impresión de que el apóstol ha escrito muchas más epístolas antes que ésta, sin embargo, según los registros, esta epístola es la segunda que él escribió; ¿Cómo en su segunda epístola asegura que ese es su signo en toda carta suya, si apenas recién acaba de escribir su primera epístola?

Lo anterior nos es contundente en cuanto a entender que no todo de lo que llegó a nosotros, y que tenemos registrado en la Biblia, es todo lo que el apóstol escribió durante su ministerio apostólico.

Una última evidencia:

Romanos 15:19: Con potencia de milagros y prodigios, en virtud del Espíritu de Dios: de manera que desde Jerusalem, y por los alrededores hasta Ilírico, he llenado todo del evangelio de Cristo.

Esta es la última referencia que queremos presentar, en ella se menciona la provincia romana de Ilírico, que si el lector busca en cualquier mapa de la época de Pablo, se dará cuenta que tal provincia correspondía aproximadamente a parte o a la totalidad de los territorios de las actuales Albania, Kosovo, Montenegro, Serbia, Bosnia y Herzegovina, Croacia y Eslovenia.

Ilírico no es descrito en los relatos de Los Hechos de los Apóstoles, pero el apóstol Pablo asegura que hasta esta frontera occidental él llenó con el Evangelio del Reino de los Cielos. Hay actividad del ministerio del apóstol Pablo que no está registrada en Los Hechos de los Apóstoles.

Implicaciones para nuestro entendimiento.

Tenemos que ser conscientes de que por el hecho de que las epístolas paulinas no fueron escritas para registrar toda su Revelación doctrinal sobre el Evangelio y el Reino de Dios, muchos temas doctrinales no fueron transmitidos oportunamente, y nuestras generaciones debemos de derivarlo sobrenaturalmente por la intervención del Espíritu Santo; un ejemplo claro lo tenemos en una referencia que el apóstol hace en su segunda epístola a los Tesalonicenses, hablando él acerca de la apostasía y del hijo de perdición, Pablo cierra el párrafo con ellos, diciendo: “¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto?[3]

Pablo le explicó a la comunidad de Tesalónica acerca de la apostasía y del hijo de perdición, ellos conocieron sobre el asunto, pero del tema no quedó una referencia escrita acerca de qué y quien son los personajes a que se refiere el relato, lo que nos deja a nosotros con un desconocimiento que tiene que ser Revelado en la sobrenaturalidad de la manifestacion del Espíritu Santo.

Esta última referencia nos confirma que el propósito de las epístolas paulinas no era dejar constancia del contenido de Revelación doctrinal que el apóstol portaba de parte de Dios.

Así que, bien importante que tengamos en cuenta el valor pastoral, de instrucción, de corrección y de güianza que el apóstol les asignó a sus escritos epistolares, aunque contienen Revelación doctrinal, no es toda la que Pablo recibió de parte de Dios.

Concluyendo, no hay duda de que la cobertura regional apostólica del apóstol Pablo fue en realidad mucho más amplia de la que se nos presenta en Los Hechos de los Apóstoles; con esto llegamos a la conclusión de que Pablo fundó muchas mas comunidades de fe, a las cuales, no hay duda, dedicó tiempo, esfuerzo, y cuidado pastoral, y aunque no hay registro dentro de sus mismos escritos acerca de cuántas epístolas escribió, y a quienes les escribió, las evidencias apuntan a que las epístolas que tenemos en la Biblia no fueron todas las epístolas que él escribió durante todo su ministerio; no nos deberíamos extrañar de que de momento aparecieran rastros arqueológicos de algunas otras de sus epístolas.


[1] 2 Pedro 3:16

[2] Efesios 3:4

[3] 2 Tesalonicenses 2:5

[4] Hechos 27:12

[5] Tito 1:4

[6] Gálatas 2:1-10

[7] 2 Corintios 7:6-14; 8:6-23; 12:18


pastor Pedro Montoya


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