El primer cuidado que debemos tener es tratar de entender lo que Dios quiere hacer con cada situación que enfrentemos. No se trata de enfocarnos en el elemento que nos perturba, sino en descubrir el propósito que forjó aquella situación. Debemos estar conscientes de que lo más importante no es lo que yo necesito, sino lo que Dios quiere hacer en medio de mi situación; de eso dependen los milagros.