III
El Evangelio aunque enseñanza, no se activa tan solo con asentir a ella, es necesaria la fe. En una de las secciones anteriores explicamos que el Evangelio es Doctrina, la Doctrina del Reino de los Cielos; y explicamos también, que doctrina a su vez significa enseñanza, lo cual, para los efectos de aprendizaje es necesario “creerla”, pues como seremos enseñados en algo, o de algo, si no creemos en ello; este punto lo podemos confirmar en las palabras del escritor del evangelio de Lucas, el cual en su introducción a Teófilo, escribe: Me ha parecido también a mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, Para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado. (Lucas 1:3-4). Se cree a la enseñanza, es el paso que nos convierte en seguidores de Jesús.
No obstante, aunque es necesario creerlas como enseñanzas verídicas y con valor espiritual, la enseñanza -la doctrina- requiere que se valide por medio de la fe, un ejemplo que nos ayuda a entenderlo es el relato en el libro de los Hechos donde se describe la actitud que los creyentes de Berea adoptaron ante las enseñanzas del apóstol Pablo en su visita a la ciudad: Y fueron estos más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras, si estas cosas eran así..(Hechos 17:11). El pasaje nos ilustra que luego de haberse creído a la enseñanza, el siguiente paso consiste en activar la enseñanza por medio de la fe, de no hacerlo, la enseñanza pierde su valor espiritual y se constituye para la persona en mera información.
Hemos llegado al punto donde ingresamos propiamente al estudio del significado y valor del Evangelio: para poder entender el Evangelio es necesario entenderlo por medio de la fe, ¿Qué es fe?
Fe es la capacidad y disposición de la persona de seguir instrucciones.
Se que estamos acostumbrados a la definición que nos proporciona el capítulo once de la epístola a los Hebreos,en la que se define fe como la sustancia de las cosas que se esperan, y la demostración de las cosas que no se ven; sin embargo, la filosofía religiosa nos ha hecho ver en esta definición la intención -entiéndase la capacidad de visualizar las cosas- de querer creer en lo que no vemos, pero que esperamos, como si se tratase de una capacidad humana por “materializar” lo que estamos creyendo que vendrá, lo cual no es lo que los escritores apostólicos y proféticos pretendieron definir en sus escritos.
La fe es sencillamente la disposición de la persona a seguir una instrucción tal y como se le pide que haga, o tal y como se le ordena que la ejecute; en otras palabras, fe es la disposición en una persona de no contravenir las instrucciones, ni indagar por qué necesariamente de esa forma, o por qué no de otra forma; fe es obediencia. De seguro que el lector habrá escuchado a más de un predicador de la antigua guardia que decía que Dios demanda fe ciega, ahora puede entender a qué se referían.
Fe es la capacidad de seguir instrucciones, de allí que el lector podrá ahora entender por qué cuando Jesús obró milagros entre los que le seguían, les pidió que “hicieran” algo como condición para operar el milagro entre ellos.
Tenemos muchos ejemplos, pero citemos algunos: La sanidad del ciego que mandó a lavarse en el estanque de Siloé,[1] los diez leprosos que envió a presentarse ante el sacerdote,[2] y la multiplicación de los panes y los peces, acto que desarrolló en dos ocasiones.[3] La poca fe de algunos consistía en su renuencia a hacer lo que Él les demandaba.
Así que nos queda claro, fe es la capacidad de seguir instrucciones; ahora demos un paso más hacia adelante. El principio básico de la fe es la instrucción por la Palabra que el Espíritu de Dios imparte en el lector cuando se expone ante la Palabra, o ante el Espíritu; esto porque hay instrucciones que surgen de la Biblia, mientras otras de la intervención del mover del Espíritu en la persona. Para amparar esta definición citamos los siguientes textos:
A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Isaías 8:20
El texto de Isaías nos presenta la forma de cómo Dios habla a su pueblo: por (1) la Ley, y por (2) el testimonio. La Ley significa todo lo que está escrito en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos,[1] mientras que el testimonio significa lo que no está escrito de forma explícita pero que viene por el testimonio del Espíritu de la profecía; de esto último, las Palabras de Jesús lo confirman,
14Él (el Espíritu Santo, según el contexto) me glorificará: porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15Todo lo que tiene el Padre, mío es: por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:14-15
La fe se fundamenta sobre la disposición en la persona de seguir instrucciones, las instrucciones entregadas por la Palabra y/o por la intervención del Espíritu de Dios; quien no está dispuesto a seguir las instrucciones del Evangelio no puede crecer en fe.
El que en él cree, no es condenado; mas el que no cree, ya es condenado, porque no creyó en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
Juan 3:18
La fe se alimenta y crece en la medida en que seguimos instrucciones, pero se estanca en la medida en que interpretamos las instrucciones y/o las alteramos a nuestras propias conveniencias. De allí que como el apóstol Pablo bien lo señaló, hay muchos creyente debilitados y otros duermen, porque se han rebelado en contra de las instrucciones del Señor.
29 Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor. 30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.31 Que si nos examinásemos a nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados.
1 Corintios 11:29-31
El Evangelio no se fundamenta sobre argumentos que cuestionan la veracidad de la Palabra, o sobre los métodos hermenéuticos de interpretación; el Evangelio es la instrucción de Dios al hombre para establecer la Justicia de Dios sobre la tierra, para que el hombre/mujer caminen conforme a Su Voluntad, quienes caen en el vicio de la interpretación de las enseñanzas de Jesús están muy lejos de ser hombre/mujer de fe
El siguiente paso del desarrollo de fe es no acumular información, sino hacer la Palabra; Dios nos la confía para, primero, establecer con cada uno un precedente de fe para la región que habitamos, como el caso de Abraham de quien todos tomamos participación;
6 No empero que la palabra de Dios haya faltado: porque no todos los que son de Israel son Israelitas; 7 Ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; mas: En Isaac te será llamada simiente. 8 Quiere decir: No los que son hijos de la carne, éstos son los hijos de Dios; mas los que son hijos de la promesa, son contados en la generación.
Romanos 9:6-8
Segundo, para establecer un acto de Justicia o de juicio, como el caso de Pedro cuando declaró que Jesús es Hijo del Dios Viviente, permitiendo que las tinieblas fueran juzgadas por la palabra,
Mas yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
O como el caso de Noé, que condenó a su generación por el cumplimiento de la instrucción dada por el Señor,
Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aún no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe. Hebreos 11:7
Y, tercero, sencillamente para que crezcamos como comunidad de fe en medio de una nación de tinieblas.
Para que la prueba de vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual perece, bien que sea probado con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando Jesús Cristo fuera manifestado: 1 Pedro 1:7
Las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina-Valera Antigua, 1909 (RVA)
Pastor Pedro Montoya
Twitter: @pastormontoya
[1] Juan 9:7
[2] Lucas 17:14
[3] Mateo 16:8-10
[4] Lucas 24:44