Aunque muchas veces hemos confesado que somos “herederos de Dios y coherederos juntamente con Cristo”, lamentablemente muchas de nuestras acciones, pensamientos y actitudes los realizamos como si fuéramos usurpadores.
La diferencia estriba en el fundamento de nuestros pensamientos y acciones. Fundamentarnos en filosofías, doctrinas, mentalidades humanas, nos constituyen en usurpadores… no nos asiste el derecho, la justicia, la autoridad para mantener propiedad sobre las cosas que emprendemos, y con el tiempo las perdemos, Satanás nos las quita nuevamente, porque hemos usado recursos pasajeros, efímeros.
La única forma de reclamar y mantener todo aquello que accesamos, es fundamentarnos en la Palabra. Pablo establece un principio de vida: “el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”, pero lo que nos constituye en hijos de Dios es la Palabra, así que, la Palabra es el único recurso de acceso al que debemos recurrir para que entonces tenga cumplimiento todo aquello que nos fue dicho y entregado por el Espíritu.
Ciertamente tiene toda la razón, la palabra de Dios es el fundamento del cristiano, lo que le mantiene en pie . Me veo adherida, pegada, cimentada, sobre una base de cemento que aunque me quieran doblar a la izquierda o a derecha, aún me mentengo si moverme del lugar.