Las abuelas de antes nos hablaban acerca de las cabañuelas, una tradición cabalística española de contar los primeros 12 días del año, uno por cada mes del año, para saber cómo serían los doce meses del año, principalmente en materia de clima.
La Biblia nos dice: «enseñamos de tal modo a contar nuestros días, que tratamos al corazón sabiduría» (salmo 90:12).
Aprovechando que estamos en el primer día de esta nueva medida de tiempo anual, no nos sometamos a ritos cabalísticos, a invocaciones esotéricas, a horóscopos, a la suerte, como para traer «éxito» a cada uno de nuestros días.
Adoptemos la medida de la bendición como la norma de nuestras ejecutorias. Bendigamos.
Aprendamos a bendecir, a hablar palabra de bendición, a nuestros hijos, nuestro trabajo, las propiedades, los vecinos, los gobernantes, la tierra, el país, la gente, los enemigos, los que nos ofenden, los que conducen mal.
La bendición es un acto profético por el cual traemos a esta tierra el gobierno del Reino de los cielos.
Porque ¿qué gloria es, si pecando vosotros sois abofeteados, y lo sufrís? Mas si haciendo bien sois afligidos, y lo sufrís, esto ciertamente es debido a la gracia de Dios. Porque para esto sois llamados; pues que también el Cristo fue afligido por nosotros, dejándonos ejemplo, para que vosotros sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado; ni fue hallado engaño en su boca; quien cuando le maldecían no retornaba maldición, y cuando padecía, no amenazaba, sino remitía la causa al que juzga justamente;
– (1ra. Pedro 2:20-23)
Pastor Montoya
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